Rompecabezas de Amor [PAUSADA]

Capítulo 10

Olivia llegó a su departamento acompañada de Marcus. Él no quería dejarla sola en ningún momento aunque eso era algo que ella realmente necesitaba.

—Iré a tomar una ducha —dijo Olivia dejando su abrigo sobre el sofá.

—De acuerdo, mientras tanto cocinaré algo.

—No tengo hambre.

—Debes comer algo ¿si? —se acercó a ella y acomodó un mechón de pelo detrás de su oreja.

Ese simple acto le causó escalofríos en todo el cuerpo, le recordó la noche que Elliot apareció en su departamento a agradecerle su apoyo en el caso. La misma noche que se acercó a ella, le colocó un mechón de cabello detrás de su oreja y la besó profundamente; la besó por primera vez y sus vidas cambiaron para siempre.

Respiró hondo y se alejó de Marcus, al parecer su memoria le estaba jugando una mala pasada recordándole lo que no deseaba.

—Necesito ducharme —dijo finalmente y se dirigió a su habitación.

Aunque quisiera negarlo extrañaba a Elliot, deseaba que él hubiese estado allí para protegerla, para darle a Philip Teist lo que merecía por haber asesinado a su amiga, por haberla golpeado, por haberla violado...

Tomó un pantalón jogging, una camiseta de tiras, ropa interior y se dirigió al baño. Le dolió la piel cuando el agua de la ducha cayó sobre ella, pero se sentía tan sucia que no podía dejar de refregar su cuerpo con la esponja. Una hora había transcurrido en la que Marcus tuvo que improvisar algo para almorzar con la poca comida que ella tenía en la casa; en todo ese tiempo Olivia no había salido aún del baño.

—Cariño ¿estás bien? —preguntó él tocando a la puerta— Olivia... —insistió al no obtener respuesta y notar que estaba cerrado por dentro— respóndeme por favor.

Empezaba a desesperarse por no saber si ella se encontraba bien allí o si había cometido una locura.

—Olivia voy a romper esa puerta si no me respondes.

Ella estaba sentada en el suelo del baño, abrazada a sus piernas mientras el agua le caía constante en la espalda. Quería responderle pero las palabras no salían de su boca. Marcus no quería romper la puerta, estaba seguro de que usar la violencia causaría un estrés peor en su novia así que revolvió el cajón que ya conocía hasta encontrar la llave de repuesto del baño; empujó la que estaba puesta en la puerta y abrió.

—Dios... —susurró al verla en ese estado de vulnerabilidad.

Cerró la llave del agua, tomó una toalla y la envolvió con delicadeza.

—Liv... Liv ven aquí —dijo suavemente tratando de que ella se pusiera de pie— ya has estado mucho tiempo allí, te hará mal.

—Estoy bien —susurró.

Ella se puso de pie y él pudo notar los hematomas morados en sus muslos.

—Esas son las marcas que dejaron sus rodillas al forzarme a abrir las piernas —dijo con la voz apagada.

La respiración de Marcus se cortó por unos segundos, esa frase había hecho aún más real todo lo sucedido. Además, no creyó que ella notaría que estaba mirándola.

—Lo lamento... No quise...

—Tranquilo, no es tu culpa ¿cierto? —se envolvió en la toalla y se abrazó a sí misma— no tienes que lamentar nada.

—No quise mirar, si es que eso te hizo sentir mal —se apresuró a decir.

Ella soltó una pequeña risa sarcástica, tomó su ropa y salió del baño.