Capítulo 24

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Olivia intentó quitarle las esposas a Elliot antes de subir al auto pero los niños insistieron en que se las dejara, así que ella esposó sus brazos por delante y luego le colocó el cinturón de seguridad. Sus cuerpos vibraron una vez más ante la cercanía y el contacto, sensación que los hizo sonreír levemente. 

Durante la noche Olivia comió el doble de porciones de pizza de las que comía regularmente, algo que provocó algunas bromas de parte de su compañero. Ella le siguió el juego, le gustaba demasiado verlo reír como para enojarse. En definitiva, él no sabía la razón por la cual su cuerpo o su mente le pedía más comida.

Pasaron una noche llena de risas y chistes, los niños estaban mucho más animados e insistían en que no lo hubiesen pasado tan bien si no fuera por Olivia. 

—Mis hijos tienen razón —dijo Elliot cerca de su oído— tú haces mucho mejor todo a tu alrededor.

Estaban en la  privacidad de la cocina, ella se estremeció al sentirlo tan cerca, un fuego subió desde sus rodillas hasta sus hombros haciéndola sonrojar. 

—Ustedes lograron que pase una noche hermosa —sonrió y se secó las manos con el repasador.

Ella había terminado de lavar los vasos que habían utilizado y él de ordenar todo el desastre que los chicos habían dejado. 

—Ya debo irme, es muy tarde —dijo caminando hacia la sala.

—¿Ya te vas, tía Liv? —preguntó Kathleen desde el sofá, los tres rubios, que estaban sentados mirando una película, voltearon para verla.

—Sí cariño, es muy tarde. 

—Pero puedes quedarte —agregó Elizabeth.

—¡Sí!

—Claro que puedes quedarte, Liv —aclaró Elliot con una sonrisa enorme en el rostro, agradeciendo internamente el apoyo de sus hijos.

—Pero… yo…  no traje ropa para dormir.

—Eso no es problema, tengo algo que puede servirte —la mayor se puso de pie, tomó la mano de Olivia y la condujo a su habitación. 

Olivia se miraba nerviosa frente al espejo del baño de la habitación de Kathleen. Estaba en ropa interior y por primera vez notaba su pequeño vientre, bien redondeado bajo el ombligo. Para su suerte, la rubia le había prestado una remera bastante amplia que le pertenecía a una amiga y un short con elástico que le quedaba perfecto. Nadie notaría en absoluto su pequeño secreto de ocho semanas. 

—¿Te quedó bien? —preguntó Kath sacándola de sus pensamientos.

Ella se aseguró de tener la voz firme y respondió.

—Sí, me queda perfecto. ¿Puedes alcanzarme mi bolso por favor? 

—Claro.

La detective terminó de vestirse justo cuando oyó un ruido en la habitación, abrió la puerta del baño y vio la mitad de sus pertenencias regadas por el suelo. 

—Lo siento, me tropecé y se me cayó todo —dijo la rubia poniéndose de pie.

Olivia se acercó rápidamente y la ayudó.

—No te preocupes, ¿Estás bien? ¿Te lastimaste?

—Estoy bien, no pasó nada. Levantaré tus cosas.

Olivia sintió pánico cuando vio la copia de la ecografía que se había hecho esa misma mañana, en el suelo dada vuelta. Kathleen estaba a punto de tomarla en sus manos.

"No linda ¿Por qué justo tienes que agarrar eso?", pensó con el corazón latiendo a mil por hora.

—Kath papá quiere… —interrumpió Elizabeth abriendo la puerta— ¿Qué ocurrió?

Rompecabezas de Amor [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora