Capítulo 25

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...Cuando lo haces lo mejor que puedes pero no tienes éxito, cuando consigues lo que quieres pero no lo que necesitas, cuando te sientes tan cansado pero no puedes dormir, atascado en reversa… 

El peso de semejante revelación provocó una mezcla de reacciones y sentimientos en el cuerpo de Elliot. No sabía si sentía frío o calor. Parecía que sus brazos y piernas estaban entumecidas. Por más que su mente le dijera que reaccionara, que dijera algo, que fuera a abrazar a la mujer que amaba y que se derrumbaba frente a sus ojos, no podía. Simplemente no podía moverse. Era como si el tiempo se hubiese detenido por unos segundos, al igual que su respiración. Él lo sospechaba, las señales que ella le estuvo dando y que él había observado, habían desatado las alarmas en su mente. Pero intentó ahogarlas porque en el fondo de su corazón, muy en el fondo, tenía la esperanza de estar equivocado, de que solo fueran señales incorrectas. Ahora todo era real, era una pesadilla que lo había dejado paralizado. 

…Las lágrimas caen por tu rostro cuando pierdes algo que no puedes reemplazar, cuando amas a alguien pero se echa a perder ¿Podría ser peor?... 

Olivia, al verlo de pie frente a ella sin siquiera moverse, comenzó a sentir pánico; sus manos temblorosas intentaron aferrarse del respaldo del sofá pero no lo logró. De un segundo a otro, estaba doblada por la mitad llorando con espasmos lo que no había llorado hasta ese momento. Lo único que la había sostenido todo este tiempo era la débil idea y esperanza de que Elliot la apoyara, ni siquiera como pareja sino como amigo, como compañero. Y ahí estaba él, sin siquiera moverse o emitir sonido. Su silencio rompió su corazón y sus esperanzas con más fuerza que un portazo o un adiós. 

—Un bebé de su… Por Dios… —susurró Elliot de forma casi inaudible. Un escalofrío recorrió su columna y lo hizo volver a la realidad. 

Olivia ya no sentía absolutamente nada más que un pesado dolor en el pecho, en la cabeza y en su vientre bajo. Con sus ojos cerrados intentaba decirle que se fuera, que ella podía sola con todo, como lo había hecho toda su vida. Pero las palabras no salían de su boca.

—Liv, amor —él corrió a su lado y la sostuvo con fuerza. Sintió cómo ella se derrumbó en sus brazos y eso lo asustó aún más— cariño, por favor, cálmate —suplicó dejando salir sus lágrimas, se había esforzado por detenerlas pero ya no podía soportarlo más. 

Se dejaron caer suavemente en el suelo de la sala. Ambos de rodillas, Olivia con su cabeza pegada al pecho de Elliot y él besando su cabello una y otra vez, acariciando su espalda en suaves círculos hasta que sintió que los espasmos se fueron y la respiración de la morena comenzó a regularizarse. 

—Te amo Olivia… el hecho de que estés embarazada no cambia todo el amor que siento por tí, no voy a dejarte sola en esto —tomó su mentón y levantó con delicadeza para ver su rostro— somos una pareja, somos compañeros —sonrió intentando transmitirle paz— para bien o para mal.

—Ell… no quiero atarte, ni siquiera sé si más adelante pueda seguir con esto —tembló. 

La bilis llegó a su garganta, el estrés le estaba jugando una mala pasada por lo que tuvo que salir corriendo al baño a vomitar el almuerzo. Elliot llegó tras ella y le sostuvo el cabello.

—No hagas esto Elliot —dijo cuando terminó de vomitar, aún arrodillada en el piso— aléjate por favor, no tomes una responsabilidad que no te corresponde. No puedo ser tan egoísta de atarte a esto.

Las náuseas la invadieron una vez más pero no votó nada. Elliot la ayudó a ponerse de pie y ella lavó su rostro y su boca. 

—No me estás atando a nada, Liv. Yo elijo quedarme contigo, con ustedes, con este pequeño bebé que no tiene la culpa de nada en absoluto. Sostendré tu cabello las veces que sean necesarias, tomaré tu mano cuando sientas miedo o simplemente para levantarte del asiento, permíteme quedarme junto a tí. 

Rompecabezas de Amor [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora