Veintitres;Caos.

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—𝐑𝐞𝐩𝐫𝐨𝐝𝐮𝐜𝐢𝐫 𝐏𝐫𝐞𝐭𝐞𝐧𝐝 𝐝𝐞 𝐌𝐚𝐥𝐢-𝐊𝐨𝐚—

Estaba cansado.

Sus amigos eran unos idiotas.

Era la hora de la comida en el complejo de los vengadores, y ellos –tan amables como eran.– se las habían ingeniado para que quedara sentado justo en medio de Sam y T'Challa.

Malditos idiotas.

Ya verían en cuanto acabara la comida.

Natasha y Tony soltaban pequeñas risas que eran un tanto audibles, al parecer todos veían sus problemas amorosos como lo más gracioso del mundo.

Sam estaba enojado.

T'Challa tenía cara de pocos amigos.

Y, Bucky.

Bucky...

Bucky quería salir corriendo de ahí en ese preciso momento.

—Que bonita lámpara, en forma de triángulo.—Observó Natasha, haciendo énfasis en la última palabra.

—¿Sabes, Nat? Sería mejor que uno de los focos arreglara sus problemas y ya se decidiera por uno de los dos focos.—Siguió con la broma, Rhodey, ganándose una mirada por parte de Carol.

—Tienes razón, Rhodey. Algún día los otros dos focos se van a cansar del foco que no arregla sus problemas. Y lo van a dejar sol... ¡Auch!—Dijo Tony, pero fue interrumpido por Steve, quien le dió un pellizco.

—Y el foco que no arregla sus problemas, no necesita que le digan lo obvio, él ya lo sabe.—Contestó Bucky, quien se levantó de la mesa y se dirigió a su habitación.

T'Challa y Sam se levantaron casi instantáneamente, con ganas de ir tras el ojiazul, cuando se percataron de la acción, los dos se dieron una mirada de odio.

Si tan sólo las miradas matarán...

Los dos se encontrarían desde hace tanto tres metros bajo tierra.

—Que lindos, pero no creo que sea bueno que ustedes vayan, iré yo.—Los interrumpió la espía, enternecida por la acción de los morenos.

—No, Nat. No creo que sea indicado que vayas tú, tú empezaste esto, yo iré con él.—Observó Steve, dirigiéndose a la habitación de James.

—Bueno... le hornearé un pastel de disculpas.—Contestó la pelirroja yéndose a la cocina.

Steve se dirigió al cuarto del ojiazul y tocó la puerta

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Steve se dirigió al cuarto del ojiazul y tocó la puerta. Recibió un pequeño y silencioso "pase", cuando abrió la puerta, se encontró con un Bucky tirado boca abajo en su cama, soltando un pequeño grito de cansancio ahogado por su almohada y sollozando también.

—Buck...—Llamó Steve a su mejor amigo, quien seguía llorando en su almohada.

—Me besó.—Confesó el ojiazul muy bajito, que fue más bien para el rubio un balbuceo.

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