Twelve

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Después de una de las peores noches que pude haber pasado, velando la desaparición de las únicas dos personas que daría todo por poder volverlas a ver, decidí comenzar mi nueva extensa jornada laboral.
No había dormido mucho, por lo que sería difícil comenzar en esas circunstancias.

Mi celular comenzó a sonar dando señal de nuevos mensajes. Entre ellos estaba la hora en la cual tenía que entrar en labor. Pero en otros, Zelda estaba reclamándome el por qué no agarré sus llamadas en toda la noche. No presté atención a estos, ya que no quería ni me apetecía hacerla sentir mal y no necesitaba hablar con nadie.

Me dirigí al baño, para notar como mis ojos estaban hinchados de tanto llorar. Sentí un vacío al intentar olvidar el hecho de por quienes había llorado, por que, al intentarlo, las lagrimas comenzaron a brotar de mis ojos, haciéndome apretar los labios para contener las ganas de romper en llanto de nuevo.

Con toda fuerza de voluntad, intenté dejar ese asunto de lado para poder empezar mi día.

Cuando recordé la hora en especifico, para la cual ya debería estar dando mi servicio a mis nuevos patrones, ví la cómoda donde descansaba mi reloj para notar como faltaban horas para mi nuevo turno, por lo que me hizo bajar el ritmo que llevaba hasta ahora.

Al pasar por una rutina básica de aseo personal, me dirigí a mi trabajo. Me quedé por varios minutos mirando el gran portón haciéndome a la idea, que esto era una nueva etapa para mi, en la cual, de cualquier modo, iba a hacer lo que esté en mis manos para poder liberar a esa gente de mi antigua madrastra. Y que nada se interpondría en mi preciada meta.

Caí en cuenta el tiempo que había estado parada "observando" y decidí tomar el ímpetu de entrar, ya que se había cumplido el horario de mi hora de entrada.
Me dirigí a la cocina en la cual me recibieron varías mujeres quienes decían ser del servicio domestico en el que yo ahora, estaba siendo incluida.

Me dieron indicaciones de como serían mis labores, por que claramente ellas tenían mucha más experiencia que yo en esto, claramente en el sentido laboral.

Al tener que encargarme específicamente de la cocina, tenía que entregarle el desayuno preparado a la "señora", quien esperaba ansiosa por este. Aunque posiblemente esperaría arrancarme la yugular con los dientes antes que su desayuno.

Las mujeres me dijeron que debía esperar a que alguna de las patronas me diera otro tipo de orientación , ya que ellas solo podían explicarme algunas cosas.

Esperé pacientemente a que alguna de ellas llegara, pero solo había un silencio bastante exhaustivo en el ambiente, en el que solo se escuchaban mis manos trabajando en el desayuno para la "señora" quien en vez de querer su primer comida en la mesa principal, ella solicitaba tenerlo a solas en su cuarto.

—¿Buen primer día?—preguntó una voz detrás mío haciéndome saltar.

—Hasta ahora si, señora, gracias.—dije dándome vuelta para toparme con la joven de cabellos despeinados quien me miraba atenta.

—Dios, no me digas "señora", me hace sentir como si tuviera un millón de años.—dijo para largar una carcajada exagerada tirando su cabeza para atrás. —Y tu nombre es?—preguntó para continuar guiñándome un ojo.

—Taylor, vengo por el puesto de la nueva cocinera—dije argumentando lo obvio.

—Eso ya lo se, ya que soy yo, quien te va a dar una memorable introducción por todo este lugar.—dijo con una sonrisa burlona en sus labios.

—Seguro.—dije haciendo una pausa—Perdón, no pregunté su nombre.—mirándola.

—Nicky—dijo obteniendo mi mirada inquisitiva, sintiendo una punzada familiar en el pecho. —Vamos, necesito mostrarte el recorrido hasta el cuarto de la "madame"—haciendo comillas con los dedos haciéndome sonreír.

LOST GIRL- VAUSEMANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora