CAPITULO 47: CONVENIOS FUNEBRES

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30 de septiembre del año unificado de 1941

Londinium, Reino Aliado

Su segunda visita al capitolio del Reino Aliado fue bastante diferente de la primera. Para empezar, el daño del ataque original aún se podía ver. La ruta del desfile los llevó directamente más allá de las ruinas quemadas del Parlamento. La multitud sombría que había salido a llorar era observada por una fila de soldados armados, con rifles cargados en la mano y cascos de acero en la cabeza. Enormes panzers de Wellington cerraron las calles que conducían a la ruta del desfile. Más soldados patrullaban los tejados de los edificios por los que pasaba, y Tanya apostaría hasta su último reichsmark de que también había francotiradores escondidos allí en los edificios, tambien  Flotando a unos treinta pies sobre el suelo había dos compañías completas de magos de combate aéreo y a pesae de la distancia aun podía sentir oleadas de hechizos de detección saliendo de cada uno de ellos. Tanya pensó eso un poco, tener uno o dos actuando como centinelas mágicos habría tenido el mismo efecto y dejaría a los demás con más energía disponible si ocurriera algo. Pero ella era una invitada aquí y no iba a decirle a sus anfitriones cómo manejar la seguridad. Muy por encima de los magos, escuadrones de Spitfires y Hurricanes patrullaban como un enjambre de avispas furiosas.

Su apariencia era un poco diferente de la última vez también. Esta vez no hay vestidos bonitos, ni maquillaje ni peinados a la última moda. Ella estaba en su uniforme del Reichsmarshal con su Insignia de Asalto Alas de Plata y todas sus otras medallas clavadas al frente. En su mano izquierda incluso sostenía el bastón del mariscal. Estaba en un carruaje tirado por caballos y sentada al lado de John Arnold, el Secretario de Estado estadounidense. Con tantos combates intensos en América, el presidente Sinclair no pudo asistir. Pero incluyéndose ella misma, más de cincuenta jefes de estado habían venido a presentar sus respetos. No había nada como la muerte de un rey para unir a la gente.

Ella y el secretario estadounidense estaban en el séptimo carruaje detrás de los oídos que transportaban once ataúdes en una procesión muy lenta por la ciudad. El rey Jorge, el príncipe Carlos y toda la familia real habían sido asesinados. Todos serían enterrados en la Abadía de Westminster. Finalmente.

Al mirar por la ventana de su carruaje, Tanya vio que las calles estaban abarrotadas. Según los informes, la gente había venido de lugares tan lejanos como Escocia para presentar sus respetos. Podía ver personas llorando abiertamente y abrazándose. Tanya tuvo que luchar para no poner los ojos en blanco. "¿De qué estaba tan molesta toda esta gente? ¿Una familia real que ninguno de ellos había conocido? ¿Un grupo de anacronismos vivos que no tuvieron un impacto real en su vida diaria?" Penso tanya mientras se recargaba por la ventana con mirada pensativa. Al menos ella habia conocido al principe e  incluso bailó con el . pero aun asi, Tanya no iba a desperdiciar lágrimas en ellos. Había visto los cuerpos amontonados en las colinas, había visto a miles de hombres cortados como el trigo ante la guadaña, y había visto ciudades enteras ardiendo como una pira funeraria. Once ataúdes ni siquiera eran un punto en el radar para ella.

-Deberían haberlos vigilado más de cerca-. Penso tanya en voz alta, al percatarse de esto y al sentie la mirada de Arnold Tanya se volvió desde la ventana hacia su compañero de viaje. -¿Perdóneme?, acaso dije algo indevido-.

-Para nada......Los británicos......-, explicó John Arnold. -Deberían haber vigilado de cerca a los Celtics que vivían aquí. Nunca podrían haber hecho todo esto si hubieran sido más cuidadosos y hubieran estado más cerca de los Celtas-.

Youjo senki volumen XDonde viven las historias. Descúbrelo ahora