PRÓLOGO

5.5K 117 15
                                    

“Quiero ser campeón del mundo”.

Tenía 10 años y fue la primera vez que lo dije públicamente. Pero en mi interior hacía tiempo que ese pensamiento era el motor de mi día a día.

Sinceramente,  no  recuerdo  el  día  exacto  en  el  que  supe  que  lo conseguiría, pero recuerdo perfectamente cuando empecé a tener ese objetivo en la cabeza. Era un pensamiento inocente, pero tan intenso que se convirtió en sueño.  Y, más tarde, en realidad.

Tenía aproximadamente 9 años cuando empecé a ser consciente de que había campeones del mundo de motociclismo. Veía a esos pilotos por la  TV y yo quería ser como ellos. Las horas con las mini motos en el Aquacity de Mallorca pasaron de ser un juego a ser un estilo de vida. Eso ya no era un divertimento, eso era dedicación.

El primero en creer en mí fue mi padre. Pero después de él, nadie creía más en mí que yo mismo. Fue así como aprendí que la fe en uno  mismo  es  capaz  de  cualquier  cosa.    De  manera  natural  crecí con esa mentalidad y empecé a ponerle horas, dedicación, perseverancia y sacrificio encima de la moto.

Ese soy yo en esencia, el que tenía 10 años y se peinaba raro pero solo  pensaba  en  ganar.  Tenía  un  hambre  bestial.  Una  ambición descomunal. Y así es como me mantengo en la élite de mi deporte. No sé exactamente si esta es la clave de mis éxitos, pero no sé vivir de otra manera.

Como quien no quiere la cosa pasé de ser un niño cualquiera de Mallorca a convertirme en el piloto más joven en debutar en el mundial con solo 15 años.    Y el resto, es historia. Soy una de esas personas que poco a poco ha conseguido sus sueños. Sus éxitos.

No existe la receta perfecta. No existe la perfección. Pero siempre hay  que  ir  a buscarla  para  llegar  hasta lo más  lejos posible.  Mete en una coctelera estas palabras: creencia, ambición, objetivo, perseverancia, aprendizaje y confianza.

No las agites. Sencillamente remuévelas con sentido y ponle unas gotas de dedicación. Si hay talento, cumplirás tus sueños. Porque todos tenemos un talento en algo.  Todos hacemos o tenemos algo dentro que nos hace especiales y mejores a los demás. Lo complicado no es tenerlo, sino descubrirlo.

Al tiempo que reflexiono sobre esto desde una habitación de Austin (Texas), me veo a mi hace un año en este  mismo sitio. Es domingo por la noche.

Mientras algunos celebran sus resultados, yo entro en la habitación del Hilton absolutamente cabizbajo, analizando mis errores, pero buscando sobre todo soluciones. He terminado décimo tras un error en la salida. Una de mis peores carreras en MotoGP. Mi peor inicio de Mundial en la categoría reina.

Abro el periódico por la mañana y veo titulares como  “tocado y hundido”. Y enseguida, un pensamiento claro. Hay gente que confía en mí todavía, pero sobretodo nadie confía más en mí que yo mismo.

Tenía más presión que nunca. Mi peor inicio de un campeonato en MotoGP y toda una temporada por delante. Lejos de derrumbarme, decidí poner todo mi empeño en salir de esa situación. Lo conseguí  porque  soy  tozudo,  pero  sobre  todo  porque  confío  en mí. La mentalidad con la que afrontas los malos momentos determina tu futuro más inmediato.

Yo siempre miro los fracasos sencillamente como éxitos inacabados. Las excusas o justificaciones te hacen la vida más cómoda,  pero  también  te  alejan  de  tus  metas.  Todos  tenemos  orgullo, pero a veces hay que saber dejarlo a un lado y preguntarte qué cosas todavía no haces bien… Y así lo hice. Empecé prácticamente desde cero con la misma determinación que me llevó hasta lo más alto.

Hoy, un año más tarde, miro atrás y solo veo aprendizaje y experiencias. Me veo más fuerte y mantengo intactas mis ganas de ganar.  De esta forma  empiezo la  temporada  2015, la  octava en MotoGP, entre los mejores pilotos del mundo y con el mismo sueño que tenía cuando subía a la moto con 10 años: quiero ser campeón del mundo.

En cualquier caso, el éxito no es como las matemáticas. Cada uno lo ve de distinta manera.

Estoy pensando esto cuando suena el teléfono:

— ¿Mario?

— Sí. ¿Quieres prologar mi nuevo libro?

— ¿Tu libro? ¿De qué va?

— De la fórmula matemática del éxito.

Apenas aguantándome la risa, le recuerdo que lo mío son las motos, no los prólogos. Además, ¿qué se yo de la psicología del éxito?

—  No  quiero  un  prologuista  que  la  sepa  —me  interrumpe—. Quiero uno que la viva.

— ¿Y ese soy yo?

— Claro, un ganador. Un ganador en toda regla.

— No lo dirás por la pasada temporada…

Al principio la idea no termina de encajarme. ¿Será otro de sus experimentos de científico loco? Pero se merece un voto de confianza. A fin de cuentas, Mario Luna es de esos  investigadores kamikaze que ponen su vida donde ponen sus palabras.

Así  que,  un  poco  por  respeto,  un  poco  por  cortesía  de  amigo, empiezo a hojear el borrador del libro que ahora mismo tienes en tus manos.

Cuando  me  quiero  dar  cuenta,  estoy  enganchadísimo.  Y  poco  a poco la idea empieza a parecerme cada vez menos disparatada.

El libro no sólo es divertido sino que en cada capítulo hay un  episodio más o menos fiel relacionado con mi carrera deportiva. Básicamente,  pensamientos  que  he  tenido  en  algún  momento  de mis trece años en el Mundial.

Cuanto más me adentro en la lectura de  Psicología del Éxito, más experimento la sensación de que, en lugar de leer, estoy recordando quién he sido, quién soy y quién quiero ser. Especialmente, en esos momentos en los que sintonizo con la frecuencia ganadora. Esa en la que uno se hace a sí mismo en gran parte de su día a día.

Psicología del Éxito  es  una  obra  seria.  Repleta  de  estudios  que  lo respaldan, con un espíritu científico, pero a la vez llena de humor, sinceridad e incluso irreverencia.

Y sigo enganchado.

A medida que avanzo, el libro se va llenando de voces, a cada cual más familiar. Están las que me ayudan y las que me sabotean, las que me devuelven el control y aquellas a las que tengo que controlar.

Este libro es una llamada a la excelencia personal de cada uno. Todos la tenemos. Sólo hay que buscarla, encontrarla y explotarla. Está  dentro de  mí, dentro  de ti  y de  cada uno  de nosotros.  Búscala. Debes  arrancar  con fe,  determinación  y  esfuerzo.  Y  Psicología  del Éxito  es el mejor instrumento que conozco para hacerlo.

JORGE LORENZO, abril de 2015

Psicología Del Éxito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora