Sin Paracaídas Parte 9

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Sergio la miro sorprendido, jamás la había visto tan decidida y tan sensual al mismo tiempo. Vio como Raquel se deshacía de su blusa y quedaba con un brasier que acentuaba sus senos a la perfección. Sergio la miraba como un cazador mira a su presa, luego de tanto tiempo sin tocarla, sin besarla sin sentir el calor de su piel, no sabía qué hacer, lo único que pasa por su mente es que deseaba a esa mujer como alguien desea el agua en el desierto; con ansiedad y desesperación.

-Te quedas ahí parado –no vas a decir nada? Este brasier es nuevo, lo compré para ti, para la próxima vez que nos viéramos. ¿Te gusta? –preguntó Raquel con una sonrisa coqueta al mismo tiempo que se acercaba a él lentamente  incrementando la pasión y el deseo en ambos.

-Te…queda…perfecto –gesticuló Sergio como pudo, tomándola por la cintura y acercándola más a él y cerrar ese mínimo espacio que los separaba, luego susurró con voz seductora al oído de ella –Muero por ver el conjunto completo.

Raquel sintió como una corriente eléctrica corría por todo su cuerpo, hacía tiempo que no había estado con él y lo deseaba de todas las formas posibles que se podrían imaginar.

-Si quieres descubrirlo, es hora que me desvistas Sergio.

No le tomó ni dos segundos a Sergio cumplir el deseo de Raquel, desabrochó el pantalón de playa que llevaba y lo dejo caer hasta sus rodillas. Quedó perplejo, esa mujer iba más allá de la belleza, su cuerpo era perfecto y todo le quedaba perfectamente bien, Sergio no podía esperar a hacerla suya, estaba por explotar si eso no pasaba de inmediato.

-Raquel, ese…conjunto te hace ver apetecible cariño, muero por estar dentro de ti y volver a sentir tu aroma, tu piel contra la mía. Me vuelves más que loco amor.

En ese momento Sergio aprovechó para conectar sus labios con los de ella, en un beso profundo y apasionado, se sintieron como en un sueño, como anestesiados, como si caminaran entre nubes, el hecho de besarse de ese modo los hacía ya no querer separarse nunca y que debían entregarse de todas las maneras posibles.

Con sus labios atrapados con los del otro se dieron cuenta que llevaban días añorando ese encuentro, añorando perderse en los brazos del otro y de volar fuera de este mundo al momento de juntar sus cuerpos. Se separaron un par de veces para tomar aire antes de volver a besarse…después de unos minutos se detuvieron, jadeantes y queriendo volver a besarse sin separarse nunca 

-Sergio, creo que es hora de deshacerse de tu ropa –dijo Raquel con los labios hinchados debido a los besos que acababan de darse.

-Eso te lo dejo a ti cariño –respondió Sergio excitado por lo que estaba por venir.

Raquel puso en marcha el despojar a Sergio de toda la ropa. Comenzó por quitarle la camisa y a la vez que lo iba haciendo iba dejando besos en su pecho, lo estaba volviendo loco, cada botón desabrochado, era un beso en la piel de Sergio. Se deshizo de su camisa en cuestión de segundos. Luego lo acercó por la cintura y comenzó a deshacerse de su pantalón, podía sentir el bulto en su entrepierna y decidió jugar con él un poco y pasar su mano, rozando esa zona sensible que Sergio tenía en ese momento.

-Joder! grito Sergio –Raquel, tratas de matarme o qué? Ya no aguanto más, quiero sentirte ya.

-La paciencia es una virtud, amor.

-No, en este caso no Raquel, cuando de ti se trata no tengo paciencia y más si te veo en ese conjunto negro, casi desnuda frente a mí y con deseos locos de follarte con locura.

Se siguieron besando, enamorados totalmente del otro y de momento en si…. Sus bocas, sus rostros, sus cuerpos se añoraban y sus cuerpos se pedían a gritos el estar conectados inmediatamente. Sergio se aventuró y desabrocho el sostén de Raquel al mismo tiempo que la contraminaba con la pared enfrente de él.

-Por más que me gusta cómo te queda este conjunto, tiene que desaparecer ahora mismo.

-Sergio, susurró entre gemidos Raquel –te quiero y te deseo como nunca antes lo había hecho con nadie.

-Calla hermosa…sabes que yo también te deseo con locura –respondió Sergio mientras se centraba en deshacerse de la parte baja del conjunto de Raquel y a la vez que deslizaba sus labios por la clavícula y se dirigía hacia los pechos de Raquel, ya ni siquiera podía concretar pensamientos lógicos. Sus senos eran perfectos y lo llamaban a hacer de todo con ellos, beso cada pezón mientras Raquel gemía y sostenía su cabeza en el mismo lugar para que el no parara. 

-Sergio…si sigues…así ummmm…voy a terminar corriéndome.

-Aguanta cariño….no quiero que lo hagas aun.

Cada beso se convertía en jadeos departe de Raquel, continuó besando el cuerpo de ella, deteniéndose en cada punto que acrecentaba los gemidos de Raquel y el disfrutaba de su piel sudorosa, la curva perfecta de su cintura y su vientre, mientras su respiración se agitaba y ella repetía su nombre a cada beso en su cuerpo, era un placer para el tocar sus piernas y deslizar sus hasta sus muslos.

Sergio estaba más que listo, sentía que necesitaba a Raquel dentro suyo en ese momento, pero quería asegurarse que ella también lo estuviera. Deslizó su mano hasta su parte íntima y deslizó dos dedos dentro de ella. Raquel gimió de placer.

-Creo que estas más que lista, amor –le dijo Sergio a la vez que sacaba sus dedos y los pasaba sobre sus labios, -sabes exquisitamente bien –susurró al oído de Raquel.

-Joder Sergio! Vas a matarme, hazme tuya de una vez.

Sergio obedeció sus órdenes y en un movimiento veloz la levanto por sus glúteos, y ella lo envolvió con sus piernas, aun pegada a la pared para tener un soporte. Sergio besó sus labios una vez más mientras entraba de golpe en ella, haciéndose uno solo, mezclándose por dentro en cada embestida, la posición en la que estaban no era la mejor pero joder…lo estaban disfrutando como nunca en sus vidas. Raquel gemía y Sergio sentía cada vez que estaba cerca.

-Cariño, estoy a punto de colapsar –decía Sergio a la vez que aumentaba el ritmo y hacia que ella se volviera loca.

-Yo…yo…también…Sergio –respondió Raquel sin saber lo que decía debido a la situación del momento.

Les tomó solo un par de segundos más para que ambos explotaran y llegaran juntos al clímax. Se quedaron ahí sin separarse, mirándose y respirando agitadamente mientras se recuperaban de lo que acaba de pasar. Sergio se negaba a salir de ella y Raquel no quería moverse, pero la noche había llegado y necesitaban regresar a casa.

Sergio decidió salir de Raquel de forma tranquila haciendo que ella gimiera un poco más ante esa acción. Comenzaron a vestirse, a la vez que no se quitaban las miradas de encima.

-Si esto va a pasar cada vez que no nos veamos unos días, deberíamos de dejarnos de ver  más seguido –dijo Raquel con una sonrisa pícara.

-Ni en broma digas eso –respondió Sergio tomándola por la mano y acercándola a él, acaricio su mejilla –no quiero separarme de ti nunca más.

-Juntos por siempre –dijo Raquel

-Juntos por siempre, mi amor –respondió Sergio.

Se tomaron de las manos y salieron de la cabaña abandonada directo a su casa, el lugar que sería su hogar de ese momento en adelante.

Sin paracaidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora