Sin Paracaídas Parte 4

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El capítulo 4 lo iba a publicar el domingo, pero estoy celebrando los 9000 suscriptores en Instagram. Así que aquí lo tienen. Espero les guste y comenten.
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Salva estaba enfurecido, no sabía cómo actuar, nunca había sentido celos de esa forma, con ninguna de sus relaciones pasadas. Pero con Raquel era diferente, no sabía que decir o hacer, en esos momentos su hubiera tenido a Ángel frente a él le habría propiciado una golpiza. 

Tomó el carro y fue en búsqueda de Raquel. Ella lo estaba esperando fuera de la comisaria ya que había ido a firmar sus papeles de renuncia. Ella le había mandado un mensaje de texto para avisarle donde lo esperaría. Salva iba a una velocidad increíble, solo quería llegar y ver a Raquel, llego en menos del tiempo esperado.

-¿Qué ha sido eso? -preguntó Raquel desconcertada, entrando al carro -¿Por qué me has colgado el celular?

-Estoy furioso Raquel –respondió Salva sin verla a la cara –se lo que pasó en la carpa, lo he escuchado todo.

-¿De qué coños estás hablando, como que has escuchado todo? 

-Sí, todo, tu cuando hablabas con Sánchez y… el beso que compartiste con Ángel –dijo Sergio sosteniendo el volante tan fuerte que sus manos comenzaron a ponerse rojas.

-¿Cómo has escuchado eso? –pregunto Raquel más que sorprendida. Aquel hombre siempre sabía todo.

-Ángel tiene un micro en sus gafas, se lo han puesto cuando entro con los doctores.

Raquel ya no sabía que decir, si molestarse porque Salva le había visto la cara y había jugado con ellos mientras ella trabajaba en el caso o simplemente guardar silencio; optó por lo segundo.

-Ahora no dices nada.

-No sé qué decirte Salva, ese beso no ha significado nada para mí, sabes que yo no amo a Ángel, el único hombre en mi vida eres tú, a quien yo amo es a ti, no es suficiente prueba la que te he dado; he renunciado a mi trabajo, voy a irme a un país lejano con mi hija y mi madre por ti, a esperar que tu termines este atraco y que llegues vivo y no muerto.

Salva sintió que esas palabras lo calmaban más, recordó todo lo que Raquel estaba haciendo por su relación, poniendo en riesgo su libertad y la seguridad de su madre e hija por él, porque le amaba.

-Raquel, perdóname por haber actuado así, no quería hacerte sentir mal, yo…yo no sé cómo enfrentar estas situaciones, eres mi primer amor y que alguien más te toque me vuelve loco.

-Yo sé –respondió Raquel acercándose a él y girando su cara para que la volviera a ver. Raquel vio unos ojos llorosos en ese momento y su corazón se partió en mil pedazos.

-Amor, no… no llores, estoy contigo y siempre lo estaré –dijo Raquel al mismo momento que se acercaba para darle un beso.

Se besaron suavemente luego la necesidad y el fuego empezaron a crecer en ellos y las ganas de estar juntos en ese momento se incrementaron. Salva la tomó del brazo y la subió sobre la palanca y la sentó en sus piernas, dándole Raquel la espalda al volante. Profundizaron el beso, Salva la atrajo hacia el posesivamente, besándola con una intensidad insospechada. 

A Raquel le gusto el modo en que sus labios se amoldaban entre sí, le gustó como su lengua se introdujo en su boca delicada y seductoramente, y como los brazos de Salva la atraían a él con la misma fuerza con la que ella lo atrapaba en los suyos. De repente decidieron parar por falta de aire.

-Salva, no podemos hacerlo aquí –si nos descubren podríamos ir presos, susurró Raquel en los labios de salva queriendo volverse a perder en ellos.

-Quiero estar contigo, Raquel, vamos a buscar un lugar.

Raquel se acomodó de nuevo en su asiento y Salva puso en marcha el carro, condujo hasta que encontró un edificio abandonado, busco lugar en los más obscuro para que nadie se diera cuenta que había alguien ahí y parqueó el carro.

-Ahora eres toda mía –Salva volvió a ver a Raquel seductoramente.

-Siempre tuya, cariño

Raquel se volvió a acomodar en las piernas de Salva, la necesidad de estar con el había crecido aún más. Se besaron apasionadamente, luego de unos segundos Salva rompió un momento el beso, para recuperar el aliento y la encontró a milímetros de él, jadeando y con los labios húmedos e hinchados por el beso, Raquel lo incitaba con la mirada a seguir, a que no se detuviera en ese momento, que no se detuviera nunca.

La volvió a besar con la misma pasión a la vez que iba removiendo la blusa de Raquel para tener accesos a sus pechos, le encantaba su sabor y nunca se cansaría de ella. Bajo hasta su cuello dejando un trazo de besos y marcas que luego serían un círculo rojo.

-¿Qué haces? –preguntó Raquel, sabes que nadie puede verme así.

-Solo quiero que sepan que tú me perteneces, que eres mía y de nadie más, cuando escuche que Ángel te besaba, me enfurecí tanto que le habría matado en ese momento.

-Ni se te ocurra Salva, sin ti yo me muero

Volvieron a besarse, Salva quitó el sostén de ella y acaricio el pecho derecho y luego le dio la misma atención a su pecho izquierdo, Raquel solo jadeaba de placer y le pedía que no se detuviese.

-No aguanto…más…Raquel….te deseo tanto, nunca me canso de ti.

-Hazme tuya –susurró Raquel en el oído de Salva.

Salva se desabrochó el cinturón y en ese momento agradeció que ella llevara falda, así todo sería más fácil. Subió su falda hasta la cintura y removió su ropa interior, no hizo falta tanto coqueteo entre ellos, Salva entró en ella de forma bestial haciéndola gritar de placer. Raquel comenzó a mover sus caderas y a sentir a Salva dentro de ella la hacía perder la razón.

-Raquel…dime que…soy el…único…en tu vida., dime que no sientes nada por Ángel porque siento que cada vez que menciono su nombre me muero de celos, de saber que él te toco, te beso, te toco estos labios que solo yo puedo tocar y nadie más.

-Eres el único Salva, Ángel no significa nada para mí, solo somos amigos…ummm…solo…amigos…-Raquel hablaba mientras su respiración se agitaba y ella seguía moviéndose sin parar.

Salva deslizo sus manos sobre sus pechos con seducción y lentitud, al mismo tiempo que mordisqueaba el lóbulo de su oreja para aumentar el placer de ambos y sentía como ella se excitaba aún más contra su cuerpo. La tomó posesivamente por la cintura para acercarla más a él y entrar en ella más profundamente.

Raquel lo besó, con pasión, con furia, mientras sus manos recorrían su cuerpo y él estaba entre sus piernas, fundiéndose en su cuerpo siendo uno solo, repitiendo una y otra vez el golpe y escuchando los gemidos de él y los de ella que se mezclaban a la vez.

Raquel tomó el asiento del carro y clavo sus uñas en él y así no dañar a Salva. Comenzaron a moverse más rápido y de repente llegaron al orgasmo juntos. Se quedaron juntos, abrazados recuperando el aliento, solo mirándose y sonriéndose sabiendo que se pertenecían. 

-Aun no puedo creer que tuviéramos sexo en un edificio abandonado y en el carro –dijo Salva sorprendido, pero la verdad quería hacerte mía desde que ese tipo empezó a hablar de dejar a su esposa por ti.

-Si cada vez que te pones celoso haremos el amor de esta manera, hazlo más seguido –dijo Raquel sonriendo.

Salva solo la miro y la beso suavemente. Salió de ella y ella dio un pequeño quejido de placer, acomodó su falda y Salva acomodó su pantalón.

-Estas lista para ir a tu casa y empacar las maletas?

-Sí, aunque aún no hablo con mi hija y mi madre, pero si estoy lista.

Salva prendió el carro y arranco hacia la casa de Raquel, tomados de la mano, jamás olvidarían las locuras que llegaban a hacer por amor

  

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