Al otro día, Marinette tuvo que salir de urgencia al pueblo, ya que le informaron que se había cometido un gran delito. Los soldados sacaban de sus casas a las personas que debían una gran cantidad de impuesto al reino, todo esto sin una pisca de piedad, al pueblo esta acción le parecía injusta, por lo tanto, han luchado contra los soldados, saliendo heridos.
Cuando la reina llegó, todos pararon de luchar y se arrodillaron ante su presencia. Marinette hizo lo posible para que el pueblo se calmara y estando de acuerdo, los lideres del pueblo se iban a reunir con ella para hablar del problema junto a sus consejeros y el comandante de sus soldados. Cuando estaba yendo al lugar de la reunión alguien la llama.
- Reina - la llama Luka quien la siguió hasta la aldea
- Duque, ¿qué haces aquí? - Preguntó ella algo seca.
- Escuché que el pueblo estaba en guerra contra los soldados y que vine a ver si te podía ayudar en algo - confeso él.
- Por ahora estoy bien... si quieres puedes quedarte pero aguarda distancia, el pueblo solo hablará conmigo y no estás autorizado para estar en esta reunión - le ordenó y este solo asistió con su cabeza algo desanimado.
Pasaron horas y ya el fuerte sol estaba muy arriba del cielo, indicando que era medio día, Marinette seguía en la reunión, aunque salieron un momento para ver los daños en las casas que estaban en medio de la pequeña guerra. Los niños al ver a su reina la rodearon felizmente esperando de que Marinette ya haya terminado sus labores para que fuera a jugar con ellos.
- Reina, ¿aún le falta mucho? - Le pregunta un lindo y tierno niño de ojos claros y tez oscura.
- Lo lamento, no sé si termine a tiempo para jugar - le confesó Marinette dejando a los niños algo triste.
- Si quieren puedo jugar con ustedes - se ofreció Luka mostrando una dulce sonrisa a los pequeños. Los niños miraron a Marinette como en busca de su aprobación y esta asistió animándolos a que fueran a jugar con el duque.
Después de una larga charla con los aldeanos, todo queda resulto y así, Marinette, al fin termina su labor y ya cansada decide llamar a Luka para regresar al castillo, pero se queda observándolo por unos minutos. Él jugaba alegremente con los niños con sus juguetes de soldado y al ya ser turno de las niñas, él dejaba que ellas peinaran su cabello azul llenándolo de moños rosas.
- Al parecer nuestro futuro rey será igual de alegre y bueno, como usted, mi reina - dice una señora haciendo que Marinette reaccionara ante aquel comentario ignorándolo completamente.
- Duque - lo llama Marinette y este la voltea a mirar con una gran sonrisa.
- Ya es hora de irme pequeños - informa Luka para después levantarse de un pequeño banco de madera, a lo que los niños respondieron con un triste lamento.
- ¿Volverás? - Pregunta una pequeña niña.
- Claro que volverá, no ves que él será el próximo rey de Paris - le dice otra pequeña a lo que Marinette solo pudo sentir sus mejillas sonrojarse, ya que al igual que ella, Luka escuchó claramente lo que dijo la niña. Pero decidieron no tomarle importancia al asunto. Los dos se despiden de todos los aldeanos subiendo al mismo carruaje para ir al castillo.
- Majestad, no puedo callarme más ante su silencio - Luka toma la mano de Marinette para después acercarse a ella.
- ¿Lu... Luka que haces? - Pregunta Marinette algo molesta.
- Mi Reina, le suplico que me des la oportunidad de mostrarle que puedo ser un buen rey a su lado y gobernar juntos - Marinette no sabía que responder, era obvio que tenía que tomar una decisión, pero era muy pronto para tomarla. Aun así, se sabía de ante mano que iba a aceptar casarse con el Duque, el pueblo quiere tenerla aún como su reina, así que, la mejor forma de llevar aquel matrimonio era aceptando a Luka.
- E... Es más que obvio que no abandonaré a mi pueblo, así que, sí, me casaré con usted, duque...
- ¡Me has hecho el hombre más feliz de la tierra! - Exclama él felizmente, sin poderlo disimular y la abraza, un gesto algo incómodo para Marinette, pero que hace un esfuerzo por corresponder.
Al llegar al castillo deciden comer juntos mientras hablaban de cosas triviales y decidieron llamarse por sus nombre con total confianza.
Al final decidieron terminar su charla al jardín, ya que las flores ese día desprendía un exquisito olor haciendo feliz a Marinette.
- Marinette, ¿tu... emmm... quieres tener una cita conmigo? - Le propuso él, algo nervioso.
- Sí, supongo que sería interesante. - Responde ella sin pensarlo mucho, mientras siente a Luka tomar su mano, ella no la apartó pero se sentía nerviosa y un poco incomoda ante su tacto.
ya había pasado muchos meses y ya sólo faltaba dos días para el matrimonio de la reina Marinette y el Duque Luka. Todo el pueblo estaba feliz por el matrimonio, tanto que ya tenían en sus manos los mejores vestidos elegantes y hermosos para poder estar presentables para la ceremonia.
Era un día hermoso, Marinette ya no tenía más labores que hacer, así que decidió ir junto a Luka a un día de picnic a las afueras del castillo, en un hermoso campo lleno de flores amarillas, fueron solos en un pequeño carruaje que Luka guiaba los rieles de los caballos. En esos meses ellos se la habían pasado juntos, por lo que Marinette poco a poco comenzó a tomarle algo de cariño, por ello ya no le desagradaba la idea de casarse con él.
Al encontrar un adecuado lugar para quedarse, sacan del canasto un tendido, y lo extiende en el suelo, Marinette se sienta en él y Luka opta por acostarse mirando al cielo.
- ¿Estás nervioso? - Inquiere Marinette, refiriéndose al matrimonio. Luka la mira muy sonriente y se levanta de un golpe para quedar muy cerca de su rostro y sin poder evitarlo le roba un beso. Marinette aceptó el beso, no era la primera vez que él lo hacía, así que sonrió al sentir sus labios en los de ella.
- Claro que estoy nervioso, me casaré con una hermosa y valiente mujer, con la reina, debo estar nervioso - le susurró provocándole a ella pequeños cosquilleos en su estómago mientras pensaba que no sería difícil enamorarse del duque, aunque su corazón aún le pertenecía a Adrien, su primer amor.
En el pueblo estaba Alya, el cual, caminaba a través de las personas en el mercado acompañada de Nino.
- Necesitamos comprar más arroz y unos vegetales, la carne ayer al revisarla estaba podrida, una gran pérdida de ese grandioso alimento. - Le contaba Alya al chico moreno.
- Si, una gran pérdida, bella dama - decía él sin mucha importancia viendo un papel lleno de notas musicales.
- ¡Oye!, al menos disimula que estás prestándome atención - dice ella furiosa.
- Estoy disimulando - dice una vez más sin importancia.
- Que ton... - Alya siente como la mano de Nino tapa su boca evitando a que hablara.
- Shhh - dice ese diminuto sonido para que no dijera palabra alguna, pero Alya con ayuda de sus manos quitó la mano de Nino de su boca.
- ¿Qué te pasa? - inquiere molesta.
- Esa melodía - balbucea él, Alya logra entender lo que dice y pone más activo su oído tratando de escuchar alguna melodía.
- No escucho nada - dice rindiéndose.
- Te rindes muy rápido, bella dama - le dice para después tomar su mano y guiarla rápidamente a donde él escuchaba aquella melodía de una flauta, tocando una canción que solo él y otra persona conocía.
Llegaron a un callejón donde ahora si Alya escuchaba claramente la melodía. El callejón era algo oscuro y eso que estaban a plena luz del día.
- Sé que hay alguien ahí, por favor ¿puede decirme quien le enseñó aquella melodía? - Preguntó Nino a una figura que se acercaba a ellos poco a poco.
- Un gran músico de Paris, el fabuloso Nino - responde aquella figura y de una Nino lo reconoció.
- ¿Adrien? - preguntó él, solo para confirmar.
- ¿Estás loco?, el rey está muerto - responde Alya muy desconcertada ante la presente situación.
- Si estoy muerto, ¿entonces al que tiene frente de ti es un fantasma? - Esta vez Adrien salió de la oscuridad dejándose ver por los dos morenos.
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Mi Reina( Marinette X Adrien ❤)
RomanceDebido a los actos de desobediencia, egoísmo y poca seriedad con su pueblo, el rey de París, Gabriel Agreste, obliga a su hijo Adrien Agreste, el heredero al trono, a casarse con Marinette Dupain, una plebeya del pueblo, el cual fue elegida al demos...