O4: Te amo

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La molesta alarma me levantó, eran la siete de la mañana y el sol ya había salido.

Gruñí apagando el molesto aparato, escuché unos pasos tímidos ingresar a mi habitación, sonreí pensando que se trataba de ti. Sin embargo, la mirada calmada de Chaewon me recibió junto con una bandeja de comida.

— Supongo que le deberá doler la cabeza unnie. — sonrió ella dejándola en mi cama, le agradecí sentándome en el colchón. — Me iré a mi casa, debo alistarme para ir al trabajo.

— No iré hoy, quedé en visitar a mi padre en el asilo. — dije alzando la voz antes de escuchar que la puerta principal se cerraba.

Empecé a comer con desgano, traté de animarme con la televisión en busca de una serie. Pero terminé encontrando una serie escolar en la que aparecías, mi corazón se estremeció al verte sonreír de nuevo.

Odiaba tu trabajo, con toda mi alma, no podía estar contigo cuando quisiera ¡Ni siquiera podías tener mi número agendado por que la pesada de tu mánager lo revisaba constantemente! Te habían prohibido el acercarte a mí por mi muy amada fama de promiscua y bisexual.

Oh sí, ya tenía una cierta fama entre los representantes de la agencia a la que pertenecías.

Eso me pasa por haberme metido con la hija del CEO, aunque cabe aclarar que aquella chica tenía unas curvas de muerte y no era una santa como la pintaba su padre.

Suspiré con pesadez viéndote a través de la pantalla, di un bocado a mi plato de cereales con leche y escuché el timbre sonar. Bajé de mi cama como flash, corrí a la puerta para abrirla con la esperanza de que fueras tú.

— Lo siento unnie, dejé mi bolso. — me sonrió Chaewon haciendo que la sonrisa en mi rostro desapareciera, me hice a un lado para que pasara a recoger sus pertenencias.

El sonido de sus tacones le hicieron compañía a la molesta balada que se escuchaba desde mi cuarto, Chaewon salió del apartamento y se despidió con la mano. Cerré la puerta y me dirigí a mi habitación para poder verte, sin embargo, el timbre volvió a sonar.

Solté una grosería mientras arrastraba mis pies hacia la puerta de nuevo, hice una mueca y abrí la puerta.

— ¡Unnie! — gritaste con una enorme sonrisa en tu rostro y tus brazos estaban abiertos hacia mí, el vuelo de tu vestido floreado se movió. Sonreí inevitablemente, olvidando lo sucedido anoche.

— Bebé.

°°°

Ambas nos encontrábamos recostadas sobre mi cama, la televisión proyectaba una película de comedia de Hollywood. Tu cabeza se apoyaba en mi pecho y tu mano izquierda en mi abdomen, mi brazo estaba alrededor de tu delgado cuerpo.

Me gustaba estar así contigo.

— Lo siento por irme ayer unnie. — dijiste casi en un susurro haciendo círculos en mi abdomen, te sonreí con ternura.

— No te preocupes, ahora estás aquí conmigo bebé. — respondí queriendo minimizar el asunto, te abracé con un poco de más fuerza.

No quería que desaparecieras, no quería que te fueras como era costumbre.

La película avanzaba, tú reías de vez en cuando y yo solo te prestaba atención. Había dejado de ver la película desde que te recostaste en mi pecho, solo quería contemplar tu lindo rostro.

— Te amo. — murmuré apenas audible para ti, tu cuerpo se tensó y mi corazón palpitó con fuerza ante la posibilidad de que te fueras de nuevo.

La habitación se quedó en silencio, me estaba muriendo por dentro al no saber lo que dirías. Cerré los ojos sintiendo como me empezaba a doler el pecho, una daga se había clavado en mi corazón y se me dificultó respirar correctamente.

Más silencio.

— Por favor, di algo bebé. — supliqué intentando no sonar débil, no quería que notaras lo lastimada que empezaba a sentirme.

— No... No deberías amarme unnie. — hablaste por fin, me sentí helada y triste. No podías decir eso, no ahora que ya soy consciente de mis sentimientos hacia ti.

— No me importa. — suspire con pesadez, te levantaste de mi pecho y te sentaste observándome a los ojos, como si esperaras a que me derrumbara frente a ti. — ¿Tú me amas?

Bajaste la mirada hacia tus manos que jugaban entre sí, el sentimiento de vacío me inundó. Ni siquiera noté en qué momento varias lágrimas bajaron por mis mejillas, no quería que me vieras en este estado.

— También te amo, unnie. — me sorprendiste con tus palabras, alcé mi vista hacia ti y tu sonrisa ahora llena de tristeza. — Pero no deberías amarme, ni siquiera deberías estar conmigo ahora.

— ¿Entonces por qué demonios no me dejas? — pregunté con la voz rota y llorando, me estaba empezando a molestar. Tomaste mi mano y le disté leves caricias, solté un hipido mientras sorbía mi nariz.

— Mi amor hacia ti es más grande que eso unnie, no puedo dejarte. — respondiste y sonreí un poco aliviada, al menos tendría el consuelo de que no me dejarías. — No quiero que ames a alguien de quien no tendrás la certeza si estará ahí siempre. Mereces más que eso.

Te miré a los ojos con enojo, pero este me abandonó al ver como tus ojitos amenazaban con llorar.

— Me da igual, me gusta estar así contigo. — sollocé mientras te abrazaba.

 — sollocé mientras te abrazaba

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BABY。   ♯CHUUVESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora