Capitulo VII: Revelación (Parte I)

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Ya no le prestaba atención a lo que sucedía a mí alrededor, no escuchaba nada, solo me concentre en una tenue luz en el fondo del agua.

"Te lo enseñare todo...El principio de todo..."

Era Sengoku, año 1470.

En el Izumo Taisha [1], uno de los Santuarios Shinto [2] más antiguo de Japón, dentro de una familia de sacerdotes nacieron dos niñas mellizas: la primera heredo de sus padres el cabello negro y ojos verdes como la madre. En cambio, la segunda en nacer tenía un hermoso cabello blanco y ojos azules como el mar.

No les extraño que la menor fuera tan diferente. En aquella familia, cuando se concebía un niño con esa apariencia significaba que tenía dones especiales otorgados por los dioses, traería prosperidad la familia. Pero el hecho de que nacieran mellizos les aterraba, pues creían que sucedería alguna catástrofe en el futuro.

A la mayor la llamaron Aiko que significa "Hija del amor".

Y a la menor la llamaron Kohana que significa "Pequeña Flor".

Las mujeres que tenían trances y transmitían las palabras de un dios eran llamadas Miko [3], Aiko y Kohana eran una de ellas.

Por derecho es el hijo mayor quien sucede a la familia pero en este caso hicieron una excepción, Kohana por ser tener dones tan especiales la criaron de manera diferente alejada de la sociedad, en cambio Aiko era más libre, no tenía las ataduras de su hermana menor.

A pesar de tener un peso tan grande en sus hombros, Kohana era muy feliz y alegre.

Aiko amaba a su hermana pero a la vez estaba terriblemente celosa de ella, quien tenía toda la atención de sus padres. Ella pensaba que no la amaban cuando en realidad era todo lo contrario, sus padres las amaban a ambas por igual, les daban todo su amor pero los celos de Aiko la cegaban. Con el paso del tiempo Aiko pasó de ser una hija dulce y obediente a una hija sombría y rebelde.

Al cumplir la mayoría de edad, Kohana llevo a cabo sus deberes como las danzas ceremoniales y asistir a los monjes en las ceremonias de matrimonio.

Aiko también debía llevar a cabo los mismos deberes como Miko, pero a esta solo le interesaba hacerse más fuerte que su hermana menor, lo cual la llevo a ir en contra de los deseos de sus padres y se convirtió en aprendiz de un monje renegado a sus espaldas.

Sus padres no pudieron hacer nada cuando ya era muy tarde para arreglar el terrible error que su querida hija mayor había cometido: Aiko se había convertido en una Kuro Miko [4].

Por haber cometido el pecado tan grande de fraternizar con demonios y practicar la magia negra, la expulsaron del clan. Y aunque Kohana hizo todo lo posible para que no desterraran a su hermana, no pudo convencer a su padre.

Aiko no se molestó ni tampoco le dolió que su familia la rechazara, solo quería superar a su hermana, era lo único que le importaba. Pensaba que ella era la más fuerte y que Kohana, por su naturaleza compasiva y humilde, la convertía en la más débil.

Al paso de los años Kohana se volvía cada vez más hermosa al igual que Aiko, solo que ellas no sabían nada una de la otra después de su separación.

Un día de primavera, un dios apareció frente a ella.

"¿Quién eres tú?" preguntó el dios de manera autoritaria.

"La pregunta es ¿Quién es usted?" le respondió Kohana un poco insolente, pues la forma de hablar del hombre desconocido frente a ella le había molestado un poco.

Esto le sorprendió al dios, nunca antes alguien le había hablado así, eso le gusto y le causo gracia.

"Disculpe señorita" - se disculpó - "No era mi intención irrumpir en su hogar. Mi nombre es Seiryu" – hizo una leve inclinación.

Hakuryuu (yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora