18. La promesa

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-¿Qué?- Varick hubiera estado menos sorprendido si le decía que había matado a cinco personas.

-Que te los quitesss- le digo, impaciente.

-¿Para qué?

¿Es idiota?

-Ya deberías saberrr para qué, Becher.

-Estás drogada- me dice. Sherlock Holmes in the house.

-¿Y?

-No voy a dejar que lo hagas- me dice alejándose sutilmente.

-¿Por qué?- le pregunto. Pretendía inclinarme pero terminé en el suelo junto a él. Si me movía un poco, unas rodillas se tocarían.

-Porque me odias- dice, casi dolido- no dirías esto si no estuvieras drogada.

-Probablemente, sinnn embargo odiartttte no significa que no te la quierrra chuppar.

Varick luce totalmente consternado.

-Bueno, no quiero que lo hagas- me dice. Ouch.

-Esa es una primeraaa vez- logro decir. Varick se levanta y, haciendo todo mi esfuerzo, yo misma me pongo de pie frente a él. Necesito todo mi esfuerzo para sostenerle la mirada y no trastabillar.

-Necesitas dormir- me dice. Hago una mueca, recordando.

-¿Qué horaa es?- le pregunto. Una sensación familiar creciendo en mi pecho. Miedo.

-¿Para qué quieres saberlo?- pregunta, su mirada llena de sospecha.

-Mierda, Bechher, sólo dime.

-Las tres y media de la mañana- me dice mirando su celular. Mierda, mierda, mierda. Va a estar muy enojado.

-Tengo quee irme- le digo pero Varick se interpone entre la puerta y yo.

-No irás a ningún lado así- me dice, su ojos rebosando preocupación. Maldita sea Becher.

-Eres insufribllle Becher- le digo. Intento apartarlo pero él no tiene ninguna intención de dejarse vencer. Podía ser más cabeza dura que yo si quería.

-Ve a dormir- me ruega.

-No puedo- realmente no puedo. No sé qué hará. Se enojará mucho si no voy.

-Si puedes, me quedaré aquí. El coctelero no entrará- me asegura. Oh, mi Varick, él es la menor de mis preocupaciones.

-No meee importa él. Es sólo queee...No sé que hacer- le digo y mi voz sale más temblorosa de lo que pretendía. Estoy desesperada y Varick lo nota. Siempre lo nota todo.

-¿Qué sucede?- me pregunta acercándose. No me toca, aunque sé que tiene ganas de reconfortarme.

Tantas cosas. Tanto que no puedo contar. Tanto que no tiene solución.

-¿No te irras?- le pregunto, mi voz es apenas un susurro. Mañana lo resolveré. Quizás.

-Me quedaré justo aquí- me promete.

Lo escucho. Estoy dormida pero escucho mi voz. Un portazo fuerte y tomo lo primero que encuentro y lo lanzo con fuerza en un inútil intento de defenderme.

-¡Angelina!- grita Varick.

-Ah, eres tú- le digo recordando la noche anterior. Luego reparo en el portazo- ¿Me mentiste y recién llegas?

-No, era tu tío- me dice. Por supuesto que era él- dijo que tú y Summer tienen que limpiar la casa.

-Ah, con que eso quería- digo. Bob también había aprendido a mentir- Ya puedes irte con mi prima.

-¿Necesitas algo?- preguntó amablemente. Se lo veía muy cansado y mi cama estaba perfectamente armada. Probablemente había dormido en el suelo. Oh, Varick.

-No cachorro, vete- le digo. Aunque en realidad quería decirle "gracias por quedarte" o "gracias por dormir en el suelo por mí" o quizás "tu pelo se ve más lindo por la mañana".

Varick se levanta y antes de irse me regala una ultima sonrisa. Me gustaría devolvérsela pero no puedo.

No cuando sé lo que me espera.

La Reina Bestia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora