La expresión de Summer lo decía todo, era la que mostraba cuando estaba a punto de iniciar una larga discusión.
-Summer, ¿Cuál fue mi única condición?- le pregunté en español. Solíamos hablar en este idioma a solas para practicar, de hecho siempre que hablábamos entre nosotras era en español. Summer se tomó su tiempo para responder sabiendo que aquello me haría enfadar.
-Que no me meta con tus cosas- repitió. Asentí, al menos me escuchaba cuando le hablaba.
-El Pivote es mío, mantente fuera del camino- si ella se empezaba a juntar con Varick significaría verla más, algo que quería evitar si era posible.
-¿Se puede saber que pasa?- preguntó Varick. Su voz bajaba unos tonos cuando se fastidiaba, lo cual me dejó gratamente sorprendida. Summer le dirigió su sonrisa de niña buena.
-Oh, lo lamento, solo es mi prima siendo...mi prima. Está bien, tengo mucho que hacer, de todas maneras.
Mi prima se dispuso a tomar su equipaje y Varick se acercó para ayudarla. Esto iba a tomar todo el día.
-Puedo ayudarte con eso- dijo, pero no le di tiempo a ayudarla, sino que lo llevé conmigo a través del pasillo.
-¿Por qué eres así con ella?- me preguntó- Parecía muy amable.
-No todo lo que brilla es oro, Novato y no estás aquí para hacer sociales, estás aquí para ayudarme a hacernos ganar.
Una vez más se mostraba como la oveja negra del grupo. Los Chitas no sociabilizabamos, no éramos como los demás, no queríamos ser como los demás. Si íbamos a fiestas era porque Maylie nos obligaba y si interactuábamos entre nosotros era porque no teníamos otra alternativa.
Cuando llegamos a mi camioneta, escuché a Varick soltar un grito ahogado como haría un niño en navidad.
-¿Eres millonaria?- preguntó. Entrometido.
-Si- le dije. Bueno, mis padres lo eran. Mi riqueza era un efecto colateral de ser huérfana a una temprana edad. No es un trato que les convenga, debo advertirles.
-Cuando saliste del hospital no tenías la cara herida, ¿Qué te pasó?
Lo miré. Realmente prestaba atención.
-Fue la mafia.
Varick rodó los ojos.
-Ja, muy graciosa- comentó, sarcástico. No me iba a molestar en justificarme, a pesar de que no mentía. Era una larga historia y no me importaba lo suficiente como para que valiera el esfuerzo de explicarle. Varick siguió con su cuestionario.
- ¿Por qué elegir estudiar aquí?- se estaba metiendo en territorio peligroso. No hablaba de eso, aquel era un tema prohibido.
-Haces demasiadas preguntas Novato- le dije y me metí en el vehículo para evitar su mirada de escrutinio. Si era un observador como yo, notaría en mi rostro que algo andaba mal y no quería alentarlo a seguir preguntando.
-Estoy tratando de conocerte- dijo, su voz volviendo a ser irritablemente amable- ya he conocido a las Bestias, ahora quiero conocer a su líder.
-¿Sabes qué dicen de las Bestias?- le dije, volteándome hacia él.
-No lo s- dijo, apartando la mirada. Quizás la intimidad de nosotros dos en el auto lo agobiaba, puesto que su rostro había vuelto a enrojecerse. Era como un libro abierto.
-Dicen qué hay que mantenerse alejados, pueden ser peligrosas.
-Tus amigos no me parecieron peligrosos- dijo. Oh, Varick, inocente cachorro. Él conoció a los Chitas, no a las Bestias.
-Están domesticados- le dije. Me había llevado un tiempo llegar hasta donde estábamos. En un principio la convivencia fue difícil, muchos se rindieron en el camino y solo se quedaron los más feroces: los verdaderos Chitas- me gustan así, quietos, sin hacer preguntas, ¿Aprenderás a no hacerlas?
Sentía la mirada de Varick como hielo contra mi mejilla derecha.
-No- contestó y aquello me tomó por sorpresa. Oh, Varick, inocente Varick. Estás cavando tu propia tumba. ¿Quién fue el último que intentó ganarme en mi juego? No lo recordaba, pero ya no estaba en el equipo. Sonreí ante la posibilidad de un nuevo juguete- voy a romperte en mil pedazos.
Varick me devolvió una sonrisa que hubiera sido dulce e inocente, si no fuera por el frío que inundaba su mirada.
-Muy tarde para eso.
Oh, Varick, ¿Qué es ese frío que emanas? No me engañas.
Yo he tocado el infierno y no es para nada cálido. Te congela, te ahoga, te paraliza.
El infierno es frío y abrazador, como tus ojos color miel que me estudian, que me desentierran.
¿Estás aquí conmigo o sigues cayendo hacia el final?
ESTÁS LEYENDO
La Reina Bestia
Roman pour AdolescentsLibro 2 Como siempre, hay dos caras de la misma moneda y esa frase no puede ser más perfecta para alguien como Angelina Taylor. Ella es perfecta para ocultarlo todo, es la mejor en alejar a la gente y a asustar a quienes le plazca. Sin embargo desde...