Amo los sofás por varios motivos.
Primero: no son camas.
Segundo: no hay que ordenarlos luego de dormir en ellos.
Tercero: nadie se te acercará mientras duermes.
Cuarto: tengo el control de todo desde esta posición.Sabía que a mi izquierda se encontraban mis Bestias, durmiendo todos juntos en un mismo lugar, justo como quería. Nada podría atacarlos mientras estuvieran ahí, todos juntos y además estaba a centímetros de distancia.
Varick se encontraba solo en mi habitación. Él no era mi problema, sin embargo la idea de él durmiendo solo en la habitación me desconcertaba.
La gente no duerme acompañada toda la vida, Angelina. Me recordé. Ya lo sé, simplemente me inquieta. Además no lo conozco, podría estar tramando cualquier cosa.
Me levanto con cuidado y troto a través de la habitación. La puerta está entreabierta y lo agradezco ya que hace un feo chirrido al abrirse si se encuentra cerrada del todo.
Me agacho y me adentro en la habitación con cautela. Veo sus hombros subir y bajar con la monotonía del calmo sueño.
Está durmiendo, no planeando un plan diabólico. Estoy por irme cuando Varick jadea. Lo miro pensando que despertó, pero simplemente se volteó boca arriba y sacude la cabeza de un lado al otro soltando quejidos. Una pesadilla, asumo. Estoy familiarizada con ellas, por eso evito dormir siempre que pueda.
-Papá- lloró Varick en sueños. Daddy issues. Tomo una de sus zapatillas del suelo y me acerco hasta la puerta. Tengo la mitad del cuerpo afuera de la habitación y, cuando lanzo la zapatilla hacia la cama haciendo que se despierte, ya me escabullí con rapidez devuelta a mi sofá.
Lo escucho respirar con violencia luego de despertar. Los resortes de la cama se quejan cuando vuelve a acomodarse y al cabo de un momento todo vuelve a estar en silencio de nuevo.
Cuando lo vuelvo a ver, ya todos estábamos despiertos. Suba y Harley tenían que tomar su medicación temprano y una vez que ellos despertaban Asher lo hacía y por ende, me despertaban a mí a pesar de sus inútiles intentos de ser silenciosos.
Me prendo un cigarrillo y lo fumo a pesar de que no me apetecía hacerlo en el momento, quizás era una excusa para no tener que mirarlo.
-Abre la ventana- Creo que dijo Suba pero no lo escuché. Como no me movía Harley lo hizo y los hermanastros tomaron su primera cerveza matutina. Desde que habían dejado las drogas las habían reemplazado por el alcohol y no era nadie para juzgarlos por eso.
Todos nos encontrábamos envueltos en nuestras rutinas cotidianas y supe, al ver que Varick todavía no se movía de su lugar, que el Novato no sabía dónde encajaba él en toda nuestra ecuación.
-¿Por qué esa mirada de perro mojado?- me burlé y me subí al sofá entre Harley y Suba para apagar mi cigarrillo en el techo. Había tenido que cambiar de sitio luego de que el Entrenador se quejara de las paredes arruinadas.
"Nadie mira el techo, ¿Verdad?" Le comenté cuando encontró mi nuevo sitio. Nuestro profesor no dijo nada, sabía que se había rendido conmigo.
Varick no dijo nada, sino que volvió a la habitación para tomar unas cosas y salió dando un portazo detrás suyo.
-¿Por qué eres así con él?- preguntó Asher- entiendo que seas una perra con todo el mundo, pero él es parte de nuestro equipo.
-Cómo si soportara a alguien de nuestro equipo- contesté con ironía.
-Él debe haber pasado por su buena cuota de mala suerte, como nosotros, por eso el Entrenador lo aceptó- insistió Asher- Podrá lucir como un niño bueno salido de Glee pero sabes perfectamente que una buena imagen no lo es todo.
-Asher, déjalo, ¿Pretendes que se disculpe? No lo hará- lo cortó Suba- deja de intentarlo.
-Solo...- Asher se pasó los dedos por las rastas como siempre hacía cuando la situación lo superaba- muéstrale como entrenamos, muéstrale lo que es ser un Chita. Quizás en el proceso hasta descubras que te agrada.
Descubrí a Harley mirándome a través de la habitación. Su mirada era de súplica. Hazlo para que se calle de una vez. Pedía.
-Bien- acepté y salí al pasillo.
Varick no había ido muy lejos, estaba a mitad del pasillo. Y mi prima estaba con él.
Ambos conversaban y se reían. Parecían salidos de la misma caja de bombones: veraniegos, inocentes, agradables. Si uno lo pensaba, era perfectamente lógico. Summer era todo lo que un chico como Varick podría necesitar y, encima, era una animadora.
Ella me estaba criticando cuando me acerqué a ellos.
-¿Tienes tiempo para ir a tomar un helado?- le dijo con su voz irritablemente agradable- así apartas a la molesta de mi prima de tu cabeza.
-Yo quiero- contesté. Summer me regaló su expresión de odio creada especial y exclusivamente para mí.
-¿Qué quieres?- masculló. Sus encantos de niña buena habían desaparecido y aquello me hacía gracia.
-Necesito a mi Pivote, voy a ver si lo envío de vuelta a la perrera o si me lo quedo.
ESTÁS LEYENDO
La Reina Bestia
Novela JuvenilLibro 2 Como siempre, hay dos caras de la misma moneda y esa frase no puede ser más perfecta para alguien como Angelina Taylor. Ella es perfecta para ocultarlo todo, es la mejor en alejar a la gente y a asustar a quienes le plazca. Sin embargo desde...