Calle POV
¿Ya estas lista Daniela? – preguntaba mi mamá por milésima vez mientras me miraba meter las últimas cosas a la maleta. Puse los ojos en blanco, ni viendo lo obvio aun así me pregunta. Por otro lado, odio que me llame por mi nombre, le he dicho que me diga – Calle – pero no parece entender. Todos en la escuela me llaman por mi apellido debido a que soy parte del equipo del futbol femenil. Entre todas las jugadoras acordamos en dirigirnos por nuestro apellido para hacernos respetar. Somos un equipo muy unido, sin rivalidades por ser la mejor de por medio. Nunca las olvidaré y me siento orgullosa de haber pertenecido a un gran grupo de ser humanos. En el último día de clases se me hizo difícil despedirme.
Echaré de menos a mi equipo y a mis amigos, ya que me mudare con mi papá, el afamado Germán Calle, a San Francisco. Al principio no estaba de acuerdo con la idea de la mudanza y empezar de nuevo. Pero desde que mi mamá se casó a dos meses del divorcio, se ha olvidado aun mas de mi. A veces actúa como si yo no existiera. Es más, su esposo, Alessandro, se preocupa más por mí que mi propia madre. Después de seis años de convivir con él , lo echaré de menos.
Cuando tenia diez años mis padres se divorciaron en malos términos, no se pueden ver ni en pintura. La verdad no sé la razón, ya que solíamos ser una familia muy unida. Pienso que ese es el gran motivo por el cual mi madre no se digna a llamarme por mi apellido. Mis padres aparte de divorciarse, peleaban por mi custodia. Yo quería vivir con mi papá, ya que mi mamá apenas notaba mi existencia. Pero el juez decidió que mi madre tenia mas derecho sobre mí que mi padre. Este proceso me afectó bastante, nomás veía a mi papá durante las vacaciones y algunos que otros fines de semana. Pero en los pasados seis meses, no hemos podido vernos. Lo extraño demasiado.
- ¡Daniela, el sinvergüenza de tu padre ya llego! – me gritaba mi mamá desde la sala. Baje corriendo las escaleras, sin importarme el regaño de mi madre. Extrañaba a mi papá y solo pensaba en ir a abrazarlo.
-Mi papá no es ningún sinvergüenza, que sea la última vez que lo llamas así Mafe- le respondí a mi madre enojada, abrí la puerta de un portazo y corrí hacia mi papá.
- Daniela ¡qué son esos modales! - gritaba mi madre detrás de mí. La ignoré y seguí hasta dónde se encontraba mi papá esperándome con los brazos abiertos.
- ¡Mi niña! Te he echado de menos, no sabes la falta que me has hecho- me decía mi padre mientras me abrazaba fuerte contra su cuerpo.
-Yo también te he echado de menos pá- le dije con lagrimas en los ojos y una sonrisa de oreja a oreja, que hasta me dolían los cachetes. Sí que lo había extrañado, especialmente su amor incondicional hacia mí.
-Ratona, ¿ya tienes todas tus cosas listas? - me decía mientras caminábamos hacia la entrada de mi casa. Cuando entre, mi madre ya no se encontraba en la sala ni en la cocina. Me imagino que se encerró en su cuarto para evitar a mi padre. Su esposo estaba de viaje por negocios, ya que es dueño de los hoteles De Luca. Subimos las escaleras y nos dirigimos a mi cuarto a bajar mis pertenencias.
Una hora después, todas mis cosas ya estaban en el camión de la mudanza. Le pedí a mi padre que me esperara en el carro, mientras caminaba hacia el cuarto de mi mamá para despedirme de ella.
-Má, ¿estás ahí? – pregunte mientras llamaba a la puerta. No escuche su respuesta, decidí abrir la puerta lentamente. La encontré acostada y dormida en su mecedora que daba hacia su gran ventanal con una vista espectacular de nuestro jardín. Cuando me acerqué a ella, me di cuenta de que, a pesar de tener los ojos cerrados, se le veían hinchados.
-Madre, despierta por favor- le toque el hombro para que sintiera mi presencia. Empezó a abrir los ojos pesadamente, ajustándose a la luz que entraba por su ventana. Cuando por fin los abrió completamente, note que estaban rojos, señal de qué había llorado. Decidí no preguntar.
-Mis cosas ya están en el camión, vine a despedirme- le decía mientras contenía mis ganas de llorar y abrazarla. Mi resentimiento hacia ella no me permitía hacerlo. Mi madre se levantó de su lugar, se paro enfrente de mí y me abrazo. No supe corresponderle, después de tanto tiempo anhelando un abrazo de ella, simplemente no pude devolverlo. Me sentí la peor hija en ese preciso momento, y mas después de escucharla sollozar.
-Mi padre ya está esperándome afuera, no quiero hacerlo esperar- le decía con un nudo en la garganta al mismo tiempo que me apartaba del abrazo. No me dijo nada, se limpio las lagrimas. Después se dio la media vuelta y caminó hacia la salida como si todo esto no hubiera pasado. No sabia que pensar. La seguí hacia la entrada.
-Dile a Alessandro que le agradezco por cuidarme y estar ahí cuando más necesitaba a alguien- en cierto modo le estaba echando en cara a mi madre el haberme abandonado mientras vivía bajo su mismo techo. Ella no me valoro en su momento.
Media hora después, ya estábamos en el avión privado de mi padre, lujo que se dio por su gran carrera como golfista y los negocios que emprendió. Estaba a seis horas de comenzar una nueva etapa de mi vida. No voy a negar que el cambio me asustaba, pero a la vez me llenaba de mucha ilusión. A veces los cambios son necesarios, tan necesario como el respirar un aire diferente. Ya llevamos cuatro horas en el aire cuando el sueño se apoderó de mí. Este es el momento de dejar todo lo que me hizo daño atrás... vivir cada presente como un nuevo comienzo.
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Coraza de Hielo
Fanfiction"Detrás de cada persona valiente y decidida, hay una historia que la hirió y la hizo ser más fuerte." - Mauri Dentro del campo se defiende al equipo a capa y espada, pero cómo se defiende al corazón ¿fuera del campo? ¿Qué tan fuerte puede ser la am...