Capítulo 11: ¿Mario? ¿Fiesta?...

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Poche POV

Después de casi dos horas haciéndome estudios para descartar cualquier problema me sentía fatigada. Salí con unas gafas oscuras para que no me molestara tanto el sol. Ya estaba enfadada de sentirme mareada y que me doliera la cabeza por cualquier mínimo ruido que escuchara. 

- Menos mal que solo es una leve concusión, en menos de diez días ya estarás como si nada – escuche a mi amiga hablándome en un susurro, intentando no hablar tan fuerte.

- ¿Qué haces? No ocupas hablar en voz baja. Solo háblame cómo la gente normal. – dije arrepintiéndome de decir lo último. Escuche cómo soltó una carcajada como si hubiera dicho algún chiste. Miré que se tapó la boca rápido cuando me vio dándole una mirada amenazante.

En camino a mi casa íbamos en un silencio total, mi mente empezó a aventurarse por rumbos tan conocidos. Los recuerdos empezaron a inundar mis pensamientos. Extrañaba no tener la música resonando en nuestros oídos y cantar cada canción que salía, era parte de nuestra rutina cuando solíamos salir seguido con su familia. Sus padres siempre se reían de nuestras ocurrencias. La música me llenaba de vida, corría por mis venas, de ahí nació mi pasión por el baile desde que era una niña. Estaba llena de energía positiva, era feliz y siento que no lo valore en su momento, lo tome a la ligera. En ese entonces yo era una persona completamente diferente a la de hoy. Ahora no bailo por propia voluntad ni escuchando la música que solía gustarme. Estaba tan adentrada en mis pensamientos que no me percate de que alguien agitaba una mano enfrente de mi cara. 

- Sabes, siento que algún día volverás a ser la mitad de lo que era la Poché de antes. No deberías torturarte la cabeza por no haber estado ahí en ese momento, lo que paso estaba fuera de tu control. Pichea todo lo que estás pensando. Ella sabe que tu corazón, mente y alma estaban con ella en todo momento. – me quedé en silencio, gire mi cara al lado opuesto fuera del alcance de su vista para que no notara que sus palabras me llegaron. Una lágrima rebelde amenazaba con salirse, pero disimuladamente la limpie antes que se deslizara por mi mejilla.

No dijo nada más, mi silencio solo le confirmo que mis pensamientos me estaban traicionando de nuevo. 

Al llegar a mi casa, comprobé que mi padre y hermana no se encontraban. Mucho mejor para mí, así no tendría que explicar mi apariencia. Sentía que mi cabeza iba a explotar en cualquier momento. Subí los escalones pasito a pasito sin prisas para no marearme más de lo que ya estaba. Que bueno que no me gusta el trago, creo que ya sé cómo se sentiría el estar pasada de copas. Cuando llegué a mi cuarto cerré con seguro. Hice todas mis necesidades y me cambié a ropa más cómoda para intentar dormir.

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Después de estar en casa por tres días debido al dolor de cabeza, oídos y sentir mareos ocupaba cierta normalidad en mi vida, decidí volver a la escuela. Los dolores y mareos cesaban cada día, pero aun así debía usar gafas oscuras para evitar que me molestara el sol y cualquier luz penetrante.

Mi padre al enterarse de lo que pasó y regañarme por no avisarle quería cuidarme, pero me negué a recibir esa atención. No quería sentirme débil y le dije que podía cuidarme sola. Vi dolor en sus ojos cuando le rechacé su afecto y cuidado por milésima vez. Esta mañana, ignore su insistencia en que debería quedarme guardando reposo por más tiempo, ya no podía estar un minuto más en esa casa, me sentía como si me faltara el aire. Necesitaba mantener mi mente ocupada en otras cosas que no fuera mi pasado, estar encerrada en mi cuarto por varios días no era de gran ayuda.

Vale me pidió que me fuera directo a mi prepa, que no era necesario que la acompañara a la entrada de la suya. No ocupe que me lo repitiera dos veces ya que me sentía un poco cansada e hice lo que me pidió.

Coraza de HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora