Tokio.
Amor como si pudiéramos hablar de ello, sin recordarle. Tal vez la amó demasiado lento. Asegurándose que la tendría para siempre, pero prefirió pensar que lo hizo porque los verdaderos amores no tienen prisa.
Palawan, Filipinas.
Hora cero.Las voces cesaron, la música levemente fuerte se apagó, escucho pasos que se fueron disipando a medida que se alejaban de la habitación en donde se encontraba. Raquel yacía tumbada en la cama de Paula velando así su sueño, le acarició el suave cabello, y recordó con un sabor amargo las palabras dichas y que en secreto escucho por un extraño de traje azul que parecía conocer muy bien a Sergio.
"Secuestró a su hija" "La policía la está buscando por todos lados, si la encuentran a ella te encontrarán a ti."
Levantó la cabeza tratando de que sus lágrimas no sobresalieran de sus ojos. ¿Cómo no lo pensó antes? ¿Por qué decidió irse sin más, pretendiendo que podía dejar todo atrás? Y lo peor de todo no pensando en las consecuencias, no solo para ella, sino que también para Paula, su madre, e incluso para Sergio.
Dos toques en la puerta fueron suficientes para despertarla de su lucha interna. La cabellera negra y desordenada de Sergio fue lo primero que pudo divisar, luego la mitad de su cuerpo se asomó por la puerta. El semblante que había puesto para recibir a sus pupilos había desaparecido, ahora era Sergio, su Sergio. Él mismo que se mostraba tímido cuando quería tomar la iniciativa, aquel que le abrazaba a mitad de la noche porque estaba asustado.
— ¿La niña ya se durmió? — asintió con la cabeza, le acarició el cabello una vez más, y regalándole un beso en su frente fijó sus ojos en él — Debemos hablar.
Caminaron en silencio por el pasillo hasta llegar a su habitación. El mar rugía fuerte como presagiando que algo malo ocurriría. Sergio miró con atención cada uno de los pasos de Raquel, el cómo se sacaba la ropa sin importarle si él se encontraba ahí, el como con pasos seguros se dirigió al baño y cerró la puerta con pestillo, suspiró, esto no era lo que él quería.
Se tumbó en la cama, aún con la ropa puesta se acostó en el lado de Raquel aspirando su aroma que permanecía aún en la almohada. Él no quería involucrarla en el atraco, no porque desconfiara de ella, sino porque tenía miedo, temía tanto perder aquella vida que estaba aprendiendo a disfrutar, pero solo era un eufemismo de su temor, porque no quería pensar que su verdadero miedo era que aquella vida se volviera en un baño de sangre.
Sergio no sabía cómo, pero había comenzado a llorar en silencio, él no quería que Raquel estuviera con él, ella tenía que haber escogido la opción de marcharse con su familia a Mindanao, en donde estarían sanas y seguras. Así lo pensó el profesor, pero como siempre Raquel no era lo que esperaba.
Con pasos lentos se acercó al baño, Raquel aún no salía, pensó que ella necesitaba su espacio, pero por primera vez quería irrumpir en él, quería buscar la respuesta a sus preguntas.
— ¿Sigues ahí, Raquel? — se recargó en la puerta — ¿No quieres hablar conmigo?
La puerta se abrió, la expresión de Raquel lo decía todo, ella también tenía miedo. Sus brazos la acogieron transmitiéndose esa bendita paz que tanto necesitaban.
— ¿Confías en mí? — murmuró contra su hombro.
— Más que a mi propia vida — le acarició el cabello hundiendo sus dedos en él.
— ¿A qué hora es el vuelo, mañana? — un nudo se instaló en su garganta. Tener a su madre y a su pequeño tesoro lejos de ella le destrozaba el corazón.
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"𝕷𝖆 𝖚𝖓𝖎𝖈𝖆 𝕱𝖎𝖘𝖚𝖗𝖆"©(SERQUEL) «La Casa De Papel»
Romance𝑵𝒊 𝒆𝒏 𝒔𝒊𝒆𝒕𝒆 𝒓𝒆𝒆𝒏𝒄𝒂𝒓𝒏𝒂𝒄𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒆𝒏𝒕𝒆𝒏𝒅𝒆𝒓𝒊𝒂𝒔 𝒍𝒂 𝒏𝒂𝒕𝒖𝒓𝒂𝒍𝒆𝒛𝒂 𝒅𝒆 𝒏𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒐 𝒂𝒎𝒐𝒓. Un día, puedes ser feliz en Palawan, vivir una completa historia de amor. Pero casi en la misma línea de tiempo, puede...