Tokio
Culpa, esa opresión en el pecho que no te deja vivir, ese presagio de malos recuerdos te hacen flaquear y caer al abismo. Así se sintió el profesor cuando pensó que lo había perdido todo.
Palawan, Filipinas.
652 días antes de la hora cero.Cinco días, tan solo se necesitaron cinco días para convertir el paraíso en un infierno. Raquel inhalo y exhalo profundamente tratando de calmar los latidos rápidos de su corazón. Habían pasado dos horas en las que su amado había salido con Paula y se estaba empezando a preocupar.
Miro con verguenza y rabia a la vez aquella carta que descansaba en sus manos. Se recostó en el umbral de la cabaña y miro como el viento golpeaba las palmeras de manera suave. Su paraíso, su vida de ensueño junto al hombre que amaba se estaba desmoronando, y todo lo que había dejado en Madrid se había convertido en una especie de bola de nieve que amenazaba con sobrellevarla.
Escucho risas, luego las siluetas de Sergio y Paula aparecieron, regalándole un alivio interno que trató disimular. Marivi había salido a recorrer la isla con aquella mujer asiática que los ayudaba en casa, una mujer agradable. Así que por lo tanto solo eran ellos tres.
— ¿Se divirtieron? — Raquel les regaló una sonrisa nerviosa. Su hija se abalanzó a sus brazos como un koala.
Sergio las miro con ternura, su sonrisa se expandió cuando Paula le contó desbordando felicidad, su travesía en la isla, pues estaban en medio de los preparativos para las fiestas de año nuevo.
— Compramos muchas cosas — Sergio agitó las bolsas que traía consigo en sus manos — Mamá es genial, además con Sergio te compramos un regalo — su hija le regalo una sonrisa. Raquel sintió como su mundo volvía a flaquear, recordó la carta que yacía posada en sus rodillas, se sintió débil.
— Mi amor — le acarició su carita. Su vista se fijo en Sergio quien con una mirada preocupada miraba aquella carta.
— Paula ve a ducharte ¿Sí? Mamá y yo tenemos que conversar. Después saldremos a dar una vuelta — Raquel le acaricio la cara una vez más. Paula le regalo un abrazo, luego le dio uno a madre y desapareció de su vista.
Sergio espero con un semblante tranquilo a que Raquel hablara, pero por dentro se estaba muriendo de los nervios, su vista se distribuía entre la carta que descansaba en sus rodillas y en la mujer que con gesto cansado arrugaba con sus manos aquel objeto.
— ¿Cuándo pensabas decírmelo? — por fin sus ojos le miraron, ardientes como si quisiera gritarle mil cosas pero algo se lo impedía.
— La carta llegó hace una semana — levantó la cabeza, tratando de ocultar su culpa. Se habían prometido que no se esconderian las cosas, pero como siempre él era quien rompía las promesas. — Lo siento Raquel, de verdad.
Palawan, Filipinas
1 semana antes.El sudor le recorría por la espalda sumando al calor de la tarde, parecía ser un día interminable. Miro la hora en su reloj de mano, una hora más y aquel barco quedaría como nuevo. Ajusto por último unas tuercas que amenazaban con salirse, se sentó en una silla y quitándose el sudor, pensó en que estaría haciendo Raquel.
Quién había salido hace algunas horas junto a su madre y la niña. Suspiro una vez más y tomó un pañuelo quitándose la grasa de las manos, salió de la embarcación, cuando sus pies tocaron la arena y miro hacia el frente, su rostro palideció.
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"𝕷𝖆 𝖚𝖓𝖎𝖈𝖆 𝕱𝖎𝖘𝖚𝖗𝖆"©(SERQUEL) «La Casa De Papel»
Romance𝑵𝒊 𝒆𝒏 𝒔𝒊𝒆𝒕𝒆 𝒓𝒆𝒆𝒏𝒄𝒂𝒓𝒏𝒂𝒄𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒆𝒏𝒕𝒆𝒏𝒅𝒆𝒓𝒊𝒂𝒔 𝒍𝒂 𝒏𝒂𝒕𝒖𝒓𝒂𝒍𝒆𝒛𝒂 𝒅𝒆 𝒏𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒐 𝒂𝒎𝒐𝒓. Un día, puedes ser feliz en Palawan, vivir una completa historia de amor. Pero casi en la misma línea de tiempo, puede...