Algunas personas son un elixir, otras son un veneno. Debes aprender a distinguir, quien afligirá tu existencia — manchándote con sus toxinas. — Y quien, con su aura, encenderá y enriquecerá tu alma.
Clairel Estevez.
Raquel se apoyó en el umbral de la puerta corrediza del estudio de Sergio, en donde solían sentarse a ver la puesta de sol cada día. La castaña dio una furtiva mirada a su alrededor y bajo el imperturbable silencio asomó una sonrisa.
Era entrañable, Raquel podría acostumbrarse a esto. Ver a Sergio sentado en su escritorio, vestido casualmente con una camisa delgada y con los dos botones delanteros desabrochados, mostrando sutilmente el suave vello de su pecho y torso. Tan concentrado y nerd escribiendo fervientemente en un block de notas.
Raquel podría acostumbrarse a verlo así, pero simplemente no podía.
— Hola, Sr. Clark Kent — lo llamó Raquel, esta vez de pie junto a la puerta.
— Raquel — fue todo lo que dijo antes de regalarle una tímida sonrisa y seguir con lo suyo.
El entorno había cambiado, ya no estaban en su acogedora casita junto a la playa en Palawan, tal vez no lo estarían más. El monasterio era grande, pero frío y oscuro. Sin embargo, aquello era la menor de sus preocupaciones.
Miró a Sergio con una expresión entre preocupación y enojo, ni siquiera sus lentes de pasta negra podían cubrir las enormes ojeras en sus ojos. Su novio no había dormido otra vez, pues anoche había tenido la noción de sentirlo levantarse de la cama y cuando despertó en la mañana lo encontró en la cocina tomando desayuno antes de la hora acordada.
Posó su mano en su hombro y le dio un leve apretón. Sergio levantó la cabeza y la giró hacia su dirección. Le sorprendió lo sigilosa que podía ser Raquel, pues estaba seguro que hace un segundo la vio junto a la puerta y ahora estaba a su lado. Volvió a sonreír y esta vez respondió a su saludo.
— Te traje un poco de té — sonrió y se sentó en uno de los pupitres. Estaban en la "sala de clases" como solía llamarlo Sergio.
— Deberías estar con los demás, después de todo eres la segunda al mando — dijo mientras ordenaba los cientos de papeles que tenía a su alrededor — Y ¿Dónde está mi taza de té? — frunció el ceño cuando no vio la taza prometida.
— Está en la cocina — respondió simplemente apoyando los codos en el pupitre y sosteniendo su mandíbula con las palmas de sus manos — Deberías ir a la cocina, tomar algo de sol, Sergio.
— Aun debo terminar esto, iré más tarde — le resto importancia, pero luego se detuvo abruptamente y la miró a través de los lentes — ¿Qué?
— ¿Qué? ¿De qué? ¿Estás haciendo tareas? — Raquel preguntó aburrida. Ella solo quería pasar un rato con Sergio, a solas.
— Solo estoy organizando la parte final del atraco — Sergio respondió, levantándose de la silla. Instintivamente más cerca de Raquel, se sentía como una polilla reaccionando a la luz.
— ¿Necesitas ayuda?
— No, gracias. Ya termino, Además debes ir con la banda, te has acercado bastante a Monica y a Denver parecen agradarle. Lo estás haciendo bien — se rascó la cabeza un poco incómodo.
Desde que vio a Raquel junto a Denver descalzos en el sillón, se ha sentido incómodo, una punzada amarga en el pecho. Sergio no sabía con exactitud qué era, tampoco no es como si Raquel fuera a dejarlo por Denver. Claro que no, era absurdo. Sin embargo, la sensación seguía ahí, amarga, brusca y afilada.
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"𝕷𝖆 𝖚𝖓𝖎𝖈𝖆 𝕱𝖎𝖘𝖚𝖗𝖆"©(SERQUEL) «La Casa De Papel»
Romansa𝑵𝒊 𝒆𝒏 𝒔𝒊𝒆𝒕𝒆 𝒓𝒆𝒆𝒏𝒄𝒂𝒓𝒏𝒂𝒄𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒆𝒏𝒕𝒆𝒏𝒅𝒆𝒓𝒊𝒂𝒔 𝒍𝒂 𝒏𝒂𝒕𝒖𝒓𝒂𝒍𝒆𝒛𝒂 𝒅𝒆 𝒏𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒐 𝒂𝒎𝒐𝒓. Un día, puedes ser feliz en Palawan, vivir una completa historia de amor. Pero casi en la misma línea de tiempo, puede...