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Tokio.

Llega un día en el que aparece esa persona que logra romper los esquemas y te cambia los planes. Y lo mejor aún, hace que la vida vuelva a tener sentido.


Palawan, Filipinas.

2 años después del atraco a la Fábrica de Moneda y Timbre

El agua le recorría el cuerpo como si fuera lluvia, apoyando una mano en la pared de cerámica suspiro sintiéndose de pronto pequeño. En su boca aún quedaban estragos de aquella conversación, la amargura en su mirada, la decepción en su voz.

Mientas el agua corría se preguntó si sería lo suficiente bueno para ella, si algún día podría provocar en ella todo lo que aquella misma mujer provocaba en él. Cerro el grifo, envolviendo la parte inferior de su cuerpo en una toalla y abriendo la puerta de la ducha se dio cuenta de que todo le pertenecía a ella, desdé ese cuarto de baño en donde todo de ella se encontraba junto con lo de él, desde el cepillo de dientes hasta sus toallas estaban juntas. Sonrió sabiendo que no importara cuantas discusiones tuvieran, él la seguiría amando con la misma intensidad e incluso aún más.

Sergio se apresuró en colocarse la ropa para ir tras Raquel que estaba en una pequeña playa escondida bajo los árboles y las rocas de Palawan y que ellos mismos descubrieron en sus paseos nocturnos por la playa. Salió con una sonrisa sorprendiendo a más de una de las mujeres que se encontraban en casa divertidas jugando un juego de mesa.

— ¿A dónde vas, Sergio? — la pequeña pregunto al ver su aspecto tan desordenado.

— A buscar a Raquel — la niña abrió los ojos sorprendida, no entendiendo nada, ni el por qué Sergio llevaba una maleta entre sus manos.

— ¿Y por qué llevas una maleta? — Sergio se vio atrapado. ¿Cómo le dices a una niña de nueve años que pretendes secuestrar a su madre?

— Cosas del amor, mi niña. Tira los dados o sino me veré en la obligación de hacer trampa — Marivi le guiño un ojo a Sergio, saliendo este rápidamente de la casa antes de recibir nuevas preguntas de Paula.

— ¡No! Abuela no seas tramposa.

________

Las olas impactaban con fuerza a las grandes rocas que se encontraban a unos metros de ella. Se levantó de la suave arena y se fundió en el mar, el agua estaba cálida por todo aquel sol del día, mientras que ahora el sol se escondía lentamente para después cederle paso a la luna. Raquel se sumergió aún más en el mar viendo el reflejo del sol caer ¿Podría existir algo más hermoso que eso? No lo creía, pero sin embargo su mente la traicionó y dibujo una imagen de ella junto a Sergio sumergidos en el mar viendo el sol caer.

— Me pregunto si algún día lo lograras, Sergio, si algún día lograrás decirme te amo — murmuró para sí misma.

Se empujó mar abajo buscando tranquilizarse nuevamente, pronto debía volver a casa y aun no se encontraba lista para lidiar con Sergio, aun no podía oír su voz, ni siquiera mirarlo a cara porque sus palabras aun la herían. Se preguntaba si a veces lo hacía a propósito como un método para alegarla de él, porque, aunque intentara empujarlo en lo más profundo de sí, la personalidad del profesor siempre estaría ahí, para recordarle su error, para recordarle que se había enamorado del contrincante.

— ¡Raquel! ¡Raquel! — se oyó que gritaban, pero por el agua Raquel apenas lo escucho.

Su cuerpo reacciono cuando unos brazos la sostuvieron fuertemente como si se estuviera desvaneciendo. Poso su mirada en aquella persona que la miraba con gesto preocupado.

"𝕷𝖆 𝖚𝖓𝖎𝖈𝖆 𝕱𝖎𝖘𝖚𝖗𝖆"©(SERQUEL) «La Casa De Papel»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora