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Tokio.

El amor, como si pudiera revolverlo todo. Esa palabrería no causa su efecto cuando ese mismo amor lo mató, anaquilándolo y transformándolo en odio. 

Palawan, Filipinas. 

 Se podía ver desde la inmensidad del mar la tranquilidad que se respiraba en el aire a través del gran balcón de la habitación. El sol apenas vislumbraba luchando con las espesas nubes que trataban de opacarlo, estaba amaneciendo y a pesar del lindo paisaje que daba paso a un nuevo día en Palawan. Raquel solo podía mantener sus ojos en una sola cosa, más bien en alguien. 

Sergio estaba enterrado en la arena, mirando a todo y a la vez la nada, su corazón palpitaba feliz, pleno, tranquilo como nunca soñó estar. Se preguntó hasta dónde llegaría para hacerla feliz, a veces solía sentirse incompetente, Raquel siempre estaba ahí para él, regalando sonrisas, sacándole carcajadas y ¿Él? ¿Que hacia él por Raquel? él le había dado una casa que ella había transformado en un hogar, él le había dado un barco y ella lo había transformado en su espacio, aunque sucio pero suyo "nuestro" Sergio amaba esa palabra porque todo lo de él — incluyéndose— le pertenecía a Raquel.

Su mente dio un giro repentino, sin ser consciente de los pies descalzos que caminaban hacia él con exuberante curiosidad . Solo entonces ahí considero de manera nítida la importancia de Raquel en su vida, de cómo su soledad se evaporaba para dar paso a una vida que no creyó posible. Solo hasta que con aquel mal inglés y una sonrisa vestida de seda lleno su mundo, separando su vida en un "antes" y "después" de Raquel. 

Suspiró abatido, replanteando la pregunta inicial ¿Qué hacía él por Raquel? ¿Cómo podría demostrar su amor hacia ella? Se sabía que era malo con las palabras, lo había descubierto el día en el que le confesó su amor, pero de aquello había pasado ya un tiempo ¿Su amor seguía siendo el mismo? 

 Cerró sus ojos, y el surco de sus labios se dibujó una sonrisa, escuchó pasos tras de él y al saber de quién se trataba, sonrió aún más. Raquel se sentó a su lado y recostó su cabeza en su regazo, como él solía hacer cada vez que la veía leer y sabía que la necesitaba cerca.

— Creí que seguías dormida — fijó su vista en su rostro, y tocándolo con su mano trazó los surcos de sus ojos. 

— No puedo dormir si no estas junto a mí — respondió cerrando los ojos ante su contacto. Sergio ignoró su respuesta pero aún así no podía calmar el rápido palpitar de su corazón. 

— ¿Pasa algo, Raquel? — Sergio se removió, buscando más calor colocó sus manos en los costados de su cara y beso sus mejillas. Tan dulce que Raquel sintió derretirse.

— ¿Debería pasar algo para estar asi con mi novio? — Raquel río y se abrazó su cuello, como una niña pequeña cuando tiene miedo de algún monstruo horripilante debajo de su cama.

Sergio quedó pensativo ¿Novio? Sintió esa palabra ajena, como si no fuera parte de ambos, era algo aún más profundo, esto no era un noviazgo, al contrario se sentía como si se conocieran desde siempre. Sergio sintió una punzada al recordar su vida pasada, en la cual se empeñaba en conocer y memorizar la vida de la que era entonces su "contrincante" sin saber claro que terminaría memorizando tan bien que ahora no era capaz de distinguir la suya propia.

— Sergio — la mujer de cabello castaño volvió a sonreírle completamente ajena a su confusión mental, ajena todas las inseguridades que se arraigaron en sus entrañas — Sabes, no he querido mencionarlo, se que estamos cerca de la fecha de Berlín pero no puedo guardarmelo...

"𝕷𝖆 𝖚𝖓𝖎𝖈𝖆 𝕱𝖎𝖘𝖚𝖗𝖆"©(SERQUEL) «La Casa De Papel»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora