𝐆𝐚𝐭𝐢𝐭𝐚 |GoнαɴхFeмαle!OC| [Drαɢoɴ Bαll] (Sin editar)

Capítulo 9 |Pirotecnia.

|El amor hace acto de presencia en situaciones extrañas|

Tras un rato de intentar convencer a su mamá de que le diera permiso para asistir a un festival pirotécnico que habría en la ciudad —comprometiéndose previamente al horario y algunas reglas que impuso la matriarca—, logró obtener el tan deseado «sí». ¡Por fin podría cumplirle el deseo a su gatita! Tenía muy presente cuánto anhelaba asistir a un evento de ese tipo, por ello había buscado la manera de hacérselo realidad.
Sin esperar más, fue con rapidez a su habitación, sabiendo que allí encontraría a la felina. Y, efectivamente, ella estaba echada en la cama mientras jugaba con un lápiz; así de fácil podía entretenerse, y más si era época de lluvia ya que se volvía más perezosa de lo habitual. Empero, esa flojera desapareció instantáneamente al escuchar la noticia.

—¡¿Hablas en serio, Gohan?! —Volvió a preguntar Mitsuki con la emoción escrita en su rostro; los ojos le brillaban de ilusión pura.

—Por supuesto que sí, Mitsu. Sé que desde hace tiempo querías ir, así que conseguí el permiso —respondió Gohan, con un tono repleto de ternura.

Y, sin titubeos, la de ojos verdes se le tiró encima, abrazándolo y dándole las gracias consecutivamente al tanto que tallaba su mejilla contra la de él, consiguiendo que el mayor se pusiera algo tenso.
En esos momentos, la minina ya tenía la apariencia de una adolescente de dieciséis años, habiéndose desarrollado muy rápido en tan solo un par de semanas. Por los cálculos que Gohan había hecho, sabía que Mitsuki pronto cumpliría un año humano, lo que significaba que su crecimiento se iría alentando. No podía creer lo rápido que había pasado el tiempo. Fácilmente podía evocar el día en que la había conocido; era como si hubiese ocurrido tan solo unos días atrás.

Faltaba muy poco para que Mitsuki tuviese su edad.

—¡Ya quiero que sea sábado para ver la pirotecnia! —Exclamó con ansias la gatita, volviéndose a acostar en la cama, abrazando la almohada y dando un par de vueltas allí.

Gohan solo rió al ver su acción, encontrando la imagen muy tierna; tenía un sentimiento cálido inundando su pecho. ¿Cómo no amar a aquella gatita si hacía cosas como esas? ¿Si podía llegar a ser tan adorable? Por algo se había ganado el rotundo cariño de la familia Son, pero, sobre todo, el de él.