Trivia 承: Love | KNJ ✓

quarante quatre

— Arde, arde mucho!

Jihu se quejaba en el baño de aquel motel mientras yo hacia todo lo posible por limpiar su herida. Parecía un niño quejándose.

— No es para tanto, no seas caprichoso.

— Mierda, debí haber sabido que ese imbécil siempre carga una navaja con él.

— ¿Que más esperabas? Me dices que le llaman Jeon Navaja.

Me recosté en la pared fría de aquel baño con un suspiro y tras ponerse de nuevo su camiseta salí a la habitación. Deje caer mi cuerpo en la cama incomoda viendo la lámpara amarilla que iluminaba la sombría habitación.

No podía sacar de mi mente los ojos de Namjoon, mirándome como un siervo perdido y triste. Como un niño tras perder el camino de vuelta a casa.

— ¿Tienes hambre? — preguntó.

— No, ¿tú tienes hambre?

— Pensaba en ir a robar en la tienda de esta calle.

— ¿Por qué no simplemente usas tu dinero?

— Las cosas robadas saben mejor.

— ¿Cuánto más planeas seguir con esto?

Sabía que nos habíamos alejado lo suficiente de Ulsan, tal vez en la frontera con Busan por el olor a sal y el acento del chico de la gasolinera. Jihu había permanecido en silencio en todo el camino, a veces contándome un chiste de algún robo o alguna travesura como si hace horas no hubiéramos escapado de una caravana de policías.

— ¿Quieres ir conmigo o no?

— No pienso dejar que robes.

Con mis manos en los bolsillos de mi hoodie dejamos la habitación para ir a la tienda de conveniencia, Jihu se dio cuenta de mi frio y pasó un brazo alrededor de mis hombros. Si miraba más de cerca podía ver esta escena años atrás en una calle sucia de Ulsan.

— Tengo un amplio menú conmigo: fideos de cerdo, de carne, de pollo oh! ¡Esta este de costillitas! — exclamó emocionándome y mostrándome la gran variedad de comida instantánea frente a nosotros. — te lo recomiendo, son los mejores.

Riendo deje que el escogiera y solo me senté a esperarlo en los bancos frente el ventanal. El chico encargado de la tienda nos miró aburrido y pronto desapareció atrás del mostrador, como si Jihu no fuera un delincuente.

— Están muy buenos. — le dije con la boca llena y alce mi pulgar. — siempre sabes escoger los mejores.

— Los tuyos son más ricos.

— ¿Recuerdas la primera vez que me llevaste a un club ilegalmente?

— ¿Cómo olvidarlo? — el me miro, su flequillo negro cubriendo sus cejas. — vomitaste todos los fideos en mi ropa, juro creo que salieron fideos hasta de tu nariz.

— Que asqueroso.

— Al menos me salvaste la vida.

— ¿Que?

— Esa fiesta no era nada sana, había gente muy peligrosa y el que te emborracharas y vomitaras todo fue una excusa para dejar ese lugar temprano. — el susurro tomando soda y dejando salir un sonido de satisfacción. — si me hubiera quedado me hubieran matado, ese día murieron muchos de nosotros.

— No lo sabía...

— Nunca sabias nada, eras muy bruta para todo.

— Yah! Hablas con una futura escritora exitosa.