Imaginario ↪Peraya

Veintiocho

Final segunda parte.

- Deberías salir de disfrazado de un león - P'Janne estaba aconsejando al pelinegro de como vestirse, pero este tenía toda su concentración en el celular - o de un aparato electrónico, Singto, por favor tienes que estar listo, en cinco minutos empieza tu show, y los clientes se mueren por ti, o crees que esas flores vienen solas, el dinero que ganas lo pagan ellos, así que vístete como el león más lindo que nunca antes han visto y deja ese celular o se descontará de tu sueldo.

Singto bajó la mirada y dejó el celular en su mochila. Empezó a arreglarse justo cunado P'Janne se fue, no era el mejor trabajo del mundo, pero sólo era temporal, además de verdad necesitaba el dinero.

- No te preocupes - escuchó a sus espaldas - ya te acostumbrarás a esto.

Singto solo sonrió al escuchar las palabras de animo de uno de sus compañeros, ese pelinegro llevaba aún más tiempo aquí que él, por lo que entendía su situación incluso más que cualquier persona.

Empezó a ponerse el disfraz que le tocaba por ser un evento especial. En la "Casa de Jacinto" se iba a celebrar un evento muy importante como Halloween, todo el mundo iba a ir disfrazado y todos tenían un antifaz.

La "Casa de Jacinto" era una muy conocida "casa de citas" donde concurrían sólo personas de mucho renombre y prestigio, así que todos los "acompañantes" que trabajaban en aquel lugar, tenían que firmar un contrato de confidencialidad, ya que cualquier escándalo, podría ser fatal para los clientes y propietarios.

- Mis flores, tienen menos de cinco minutos para salir y presentar su espectáculo - al poco tiempo de que una de las encargadas dijo aquel aviso, todos empezaron a apresurarse y terminar alguno que otro retoque.

Todos iban de aquí para allá rápidamente pidiendo ayuda o sólo mirándose al espejo e intentar deslumbrar con sus disfraces.

"Tranquilo, todo está bien mientras hagas un buen trabajo" - pensó Singto.

Tres toques en la puerta fue la señal para que todos empezaran a salir. Hombres y mujeres que trabajaban ahí empezaron ha hacer su respectivo espectáculo bailando de manera sensual y provocativa, jugando con los clientes.

Singto no era la excepción, con su traje encantaba a más de uno y obviamente poco a poco se iba acercando a sus clientes habituales. Les bailaba y encantaba con cada parte de su cuerpo. Finalmente, Singto atraía a cada uno de sus clientes a cualquier parte donde se sintieran cómodos y empezaban un pequeño juego de toqueteos y besos robados, nada fuera de lo común para Singto quien tenía que acostumbrarse rápidamente a su trabajo y si quería ganar dinero tenía que hacerlo rápido, aunque no era una cosa tan fácil, ya que habían clientes de cada tipo y más de una pelea por él se han armado.

Cuando terminaba todo aquello, Singto recibía una que otra propina por un trabajo bien hecho, pero todo el dinero que pagaban por él, era cobrado por uno de los encargados que habían por el lugar. 

Así sucesivamente pasaba la noche y tenía que cambiarse de disfraz en disfraz sólo para deleitar a los clientes.

Antes de que lo llamaran a bailar, sintió una mirada fija en su cuerpo, obviamente era común que muchas personas tuvieran la mirada fija en cualquier parte de él, pero esta era demasiado intensa a su parecer. Al querer saber de donde provenía aquella mirada, sus ojos chocaron con otros protegidos por un antifaz negro como la noche. Aquella persona vestía de traje y mientras tomaba su copa de vino, lo observaba con deseo.

- Singto, es tu turno en la barra - P'Janne movió con su mano el hombro del chico y este dejó de observar a aquel hombre para concentrarse en su trabajo.