Capítulo 15 - 1/2

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Caroline

Mis ojos se abrieran instantáneamente sin dudarlo por un segundo, al notar lo que caía hacia mi ropa era una bola de nieve, las ganas de asesinar a alguien nacieron muy dentro de mí. En este tipo de ocasiones me arrepiento en decir que adoraba a mi primo cuando se portaba como un mismísimo neandertal con su forma de actuar, porque a quien despertar de una forma tan abrupta a una persona de su dulce sueño. –su risa resonó por la habitación-Frote mis ojos y bote de mi pijama al suelo los restos de la bola. Dirigí mi peor mirada en dirección de la risa del responsable de que haya despertado de tan acogedora manera. –dese a notar el sarcasmo en aquella linda palabra.

-Me encantan ver tus muecas de horror, asombro...etc., son tan únicas y reales, que es lo que más me gustan. -dijo Steven con una gran sonrisa dibujada en su estúpido pero perfecto rostro.

-Eres un imbécil, casi provocas que quede en coma con tremendo golpe. Acaso querías mandarme a contar estrellas. Tonto. -refunfuñe molesta.

-Exagerada.

-Infantil.

-Pero sexy, te falto agregar. -guiño y se sentó a mi lado.

-Vete y déjame dormir. -señale la puerta.

- ¡NO! -movió su cabeza en negación-el par de locas que se hacen llamar mamás han dicho que te despierte y bajemos a desayunar lo antes posible.

-Era despertar-golpee con mi mano su frente bruscamente-no que me dejes inconsciente. Tarado. Además, tenemos tiempo. Déjame dormir. -me escondí como una tortuga entre las cobijas.

-Incorrecto. Son casi los nueves.

-Ash... Déjame dormir. No hay clases o si. Estamos de va-ca-cio-nes. Lo entiendes. -reproche.

-Por tu gran bocaza te recuerdo que tenemos que arreglar lo faltante de la decoración para la cena o nos asesinaran si queda a medias para los invitados ¿V.I. P?

Odiaba cuando tenía razón, pero no podía quedar mal a mi padre, lo había prometido y como él me enseño, una promesa nunca se debe romper por más imposible que parezca, debemos culminarla hasta el final. De todos modos eso no era mi tormento de verdad sino recordar que aún faltaba unas cuantas horas para que esta tortura de día termine, era un gran dolor de cabeza de solo pensarlo y más cuando recordaba que este tipo de reuniones por lo general o bien dicho siempre eran aburridas ya que siempre estaba lleno de viejos con varias arrugas que parlotean de cuánto dinero tienen en sus cuentas y que tan beneficioso seria si unieran parentesco las familias, donde por suerte no era tratada como mercancía por mis padres que me adoraban para enviarme a arruinar el resto de mi vida con un desconocido.

-Ya, levántate. No quiero que Megan me persiga con un sartén en su mano. -tiro de mi brazo bruscamente.

-Hey...me quieres sacar el brazo.

-Te puede salir otro.

-Steven...-retire un poco la cobija exponiendo solo mis ojos. -a las lagartijas les vuelve a crecer, pero la cola. -empuje con mi pierna su espalda. -Deja de ser tan neandertal. Ofende que seas mi primo.

-Sí yo soy un neandertal, tú eres una yegua o ¿Qué clase de bicho podrías llegar a ser para patear tan duro? -sobo su espalda.

-Me estresas. No soy ni seré ni una yegua ni ninguna clase de bicho. Eso lo puedes ser tú y el insecto.

- ¿Insecto? -cuestiono.

-Vete. -dije sin pensarlo, mi subconsciente me golpeaba internamente, porque menciono al insecto. Acaso ya pudrió mi mente, que horror. Podría alguien decirme si el efecto de ser menso se contagiaba porque si era así, alguien debería inventar pronto la cura. No quiero terminar como ellos, hueco de la cabeza.

Él, mi mayor pecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora