Él, mi mayor pecado

Capítulo 2

Caroline

Los días han pasado prácticamente volando y por fin llegó mi cumpleaños, lo cual me da alegría al estar con mi familia, pero sería esto mejor si tuviera algún amigo como Steven. Tras estar pensando, me senté sobre mi cama aun dentro de las cobijas y me desconcentré al ver como mi familia ingresaba a mi dormitorio con un pastel, cantando la típica canción de cumpleaños, comencé a llorar al ver su acción, fue muy emotiva. Al terminar de cantar, nos fundimos en un fuerte abrazo de oso familiar y también parte de mi cara dentro del pastel.

-Cariño te felicitamos por otro año más de vida y agradecemos que estés a nuestro lado, eres lo mejor que nos pudo haber sucedido. - dijo mi padre, mientras me miraba con ternura, siempre ha estado para mí, ayudándome en mis travesuras, no sé qué haría sin él. Su cabello rojizo me fue heredado, solo que él sí supo domarlo a diferencia de mí, sin dejar de lado su buen físico e intelecto, siendo para mí, el padre perfecto, Christian Bowen.

Después de la canción con varias desentonaciones, por lo visto a nuestra familia no fue tuvo el don del canto y me incluyo, cada que lo intento parece que estuviera asfixiando a un gallo, aun sabiendo lo mal que lo hacemos no nos importa más que disfrutar en familia, por supuesto eso no debería salir de nadie de nosotros. De pronto, pude notar como mi padre salía de la habitación intentando ocultar el sonido de su celular con sus manos, la preocupación se definía notoriamente en sus ojos que solo entre ambos podríamos definir esto y por eso me costaba mentirle, nuestra relación era la mejor. Sin embargo, esta ocasión su mirada abarcaba una gran incógnita que mezclaba varios sentimientos...ira...dolor o miedo, no podía definirlo con exactitud, por lo que preferí ignorar sus acciones para no sofocarlo más de como parecía sentirse, ya que al parecer quería evitar eso y que los demás se fijarán de lo que le ocurría.

-Caballeros afuera y también Alice. -Ordenó tía Megan de la nada.

Todos salieron de la habitación sin protestar, al parecer quería privacidad para la cumpleañera o eso imaginaba, la otra opción era que deseaba que mi atención fuera completa en su regalo. Podía observar en la mirada de mi tía, un reflejo de nervios y era algo extraño en ella, siempre era segura en sus acciones, esto causó que mi curiosidad aumentara o solo lo imaginaba y quería ser ella quien me diera el mejor regalo como siempre lo hacía.

-Me puedes explicar qué está sucediendo. –Cuestione al verla agacharse bajo la cama, extendiendo su mano en busca de algo.

Sé que si los hizo salir fue por algo en específico, mi intuición me lo dice. Intente prepararme mentalmente ante su sospechoso comportamiento. En ese preciso momento, se levantó Megan y movió un pequeño mueble que se encontraba a lado de la cama, prosiguió a retirar una pieza de madera del suelo, lo cual me sorprendió al ver que había un compartimento pequeño, donde se encontraba un viejo diario, la curiosidad por saber porque tanto problema por esto causaba comezón en mi cuerpo, que tiene de especial a otros fue lo que se vino a la mente.

-Cómo pudiste haber observado, es un diario muy... antiguo, por cierto, pertenecía a mi madre, tu abuela Narah...Narah Reigert. -sonrió Megan y miró hacia la ventana- Recuerdo haberlo recibido a tu edad, recordar aquel día me hace vivir aquellos buenos tiempos y querer llorar como una bebé. Extraño tanto a mamá, que nunca he llegado a aceptar que su cuerpo nunca fue encontrado tras aquel accidente que marcó tanto a nuestra familia. –era extraño escuchar sobre mi abuela, ya que tras el incidente del yate en el que iba de paseo junto a mi abuelo David West, la familia se apagó por varios meses y las cosas cambiaron según me relató una ocasión mamá, mis abuelos murieron antes que naciera y solo los conozco por lo que dicen los demás y por las fotos que encontré en casa. Además, Alice me prohibió hablar del tema y que fuera al yate, volviéndose exclusivo para los huéspedes del hotel.