❝ capítulos I ❞

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“La hermandad Parisina”

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4 de enero de 1791
Versalles, Francia.

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Ser una Americana en París nunca fue fácil. Pero definitivamente no hay nada peor que ser hija del Assassin Connor Kenway y estar en Francia, eso sí que no era una tarea fácil. El simple hecho de estar ahí era agonizante, de igual manera, lo era la hermandad Parisina. ¡Esos tontos del concejo! Sí pudiera golpearlos, probablemente lo haría, pero moralmente y socialmente, no era correcto.

—¡Lizzy! ¡Lizzy, por favor, baja de ahí, querida!

La voz de su tía resonaba en los oídos de la joven. Se negaba a bajar, estando sentada en uno de los rincones del ático. Sus ojos miraban la madera del suelo mientras se cruzaba de brazos, quizás indignada o molesta, ni siquiera recordaba hacia cuánto habría estado ahí arriba. ¿Unas dos o tres horas? Ya con la sola idea de pensar en cuento fue el tiempo perdido en ese ático era suficiente para molestarla.

—No quiero ir— respondió la joven de dieciséis años viendo como su tía abría la compuerta del lugar y subía por las escaleras de madera. —Oh, tía Faith, por favor.

—Lizzy, tiene que ir. El consejo de Francia te ha dado otra oportunidad, deberías aprovecharla.

—¿Aprovecharla? Hemos ido el año pasado, el anterior a ese y no ha pasado nada— se quejó, levantándose.

Faith soltó una risita mirándola con ternura. Sus ojos fueron a los cabellos castaños de la pequeña, los cuales llegaban hasta su cintura. Sus hebras marrones caían levemente onduladas, aunque algunos mechones tenían un color anaranjado que le daba un ligero toque exótico.

—Intentemos una vez más. Sí ahora no pasa nada entonces dejaremos de insistir y volverás a América. ¿Qué te parece esa propuesta?

—Sí voy, pero no pasa nada, ¿harás pastel y galletas?

—¿Qué te parecen dos pasteles?— preguntó, intentando persuadir a la pequeña que lo pensó.

—Que sean tres.

—Uno de dos pisos— negocio Faith, mirándola. Elizabeth hizo una mueca insatisfecha y giró sobre sus talones viéndola.

—Un pastel, tarta de manzana y galletas— respondió, señalandola. Su tía no tuvo más opción que levantar sus manos y sonreír en derrota.

—Bien. ahora ve a cambiarte y prepárate, partimos enseguida, pequeña.

—Bueno, tía.

—Y,no te tardes.

La castaña señaló hacia ella antes de bajar del ático. La joven de piel oscura y cabellos marrones suspiró, bajando detrás y cerrando aquel espacio luego. Dió un salto por las escaleras de madera,  caminando por el pasillo de la fría casa mientras observaba las pinturas. Estar en Francia no era exactamente lo que le habría gustado en primer lugar, prefería America, su hogar.

Había sido bastante difícil irse tan repentinamente, pero las cosas en Estados Unidos se habían vuelto algo complejas a pesar de haber ganado la revolución. Su padre, Connor había decidido junto con su querida madre Ginger, sobrina adoptiva de Haytham, que sería mejor mandarla a Francia. De esta forma estaría junto a su tía Faith. Sin mencionar el hecho de ser educada como Assassin.
Con pereza se dirigió hacia su habitación para cambiar sus ropas, no iba a ir con un vestido puesto que no era cómodo para un Assassin, para cuando llegó, Faith estaba ahí acomodando sus ropajes con delicadeza.

Assassin's Creed: revolución Donde viven las historias. Descúbrelo ahora