❝ Capítulo XXX₃₀ ❞

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El sol recién se había asomado entre las pesadas cortinas para cuando las puertas de la habitación se abrieron, despertando a Elizabeth. Abrió sus ojos y se sentó en la cama lo más rápido que pudo, Su reacción fue la más normal luego de haberse asustado, gritar.

—Señorita Lizzy, somos nosotras.

—Sus criadas.

—¡Oh, por dios!— Elizabeth sostuvo su pecho y bajó su mano hacia la boca de su estómago. Se tiró hacia atrás cuando recuperó el aire.

—Lo sentimos, creíamos que ya estaría despierta— Anette la observó.

—El señor Stefano dijo que la dejáramos dormir, se fue temprano— Améllie sostuvo sus manos delante de su vestido.
Los ojos de Elizabeth se entrecerraron cuando aquella información llegó a sus oídos, se sentó nuevamente y las miró.

—¿Stefano?— susurró y miró hacia su derecha para darse cuenta que en efecto, él no estaba ahí. —¿Dónde...?

—Madame Levésque pidió su presencia para el desayuno, dice que quiere hablar con usted ahora que Stefano no está.

La americana se sentó y destapó, moviendo las sábanas fuera de su cuerpo, ambas criadas se acercaron para ver la seda blanca exactamente como la habían dejado ayer, limpia. Améllie llevó sus manos hacia su boca mientras que Annette miraba hacia Elizabeth.

—Señorita...

—Las sábanas están...

—Si, están limpias, aún no hemos estado en... — la vergüenza atacó a la castaña, ambas la vieron levantarse e ir detrás del biombos.

—Sus ropas están acomodadas sobre la mesita, señorita.

—Gracias, Anette— los ojos de Elizabeth fueron hacia abajo para notar que ahí se encontraba un vestido bastante sencillo de color celeste, lo sujeto en sus manos y lo estiró para verlo mejor.

La tela era suave, probablemente de algodón. No estaba segura pero quizás el vestido no esa tan largo, suponía que le llegaría hasta los talones y que no tocaría el suelo, por su comodidad, estaba feliz de que así fuese. Tenía algunos detalles y bordados en blanco, al ser corte imperio, la falda caía libremente justo por debajo del lazo del busto. Sonrió al recordar que su madre solía usar ese tipo de vestido en su hogar, eran increíblemente cómodos segun Ginger y ante esto, se sintió tranquila de no llevar tanta tela sobre ella.

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