"Primera cita"

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Su cabello bailaba en compas con el viento, el cual lo movía provocando que acariciara sus mejillas y cuello, su piel pálida parecía de porcelana dándole una apariencia de una hermosa muñequita, sus espesas pestañas se movían coordinadas con sus parpados cuando estos se abrían y cerraban, todavía hacía frío, por lo que sus mejillas y nariz estaban de un leve color rojo, enfocó su vista en las facciones de su cara, en el leve ceño fruncido intentando concentrarse, luego en la forma en que enarcó las cejas y mordió su labio inferior. Luego las galaxias de sus ojos se cruzaron con los océanos de los suyos y los latidos de su corazón fueron tan rápidos como el galope de un caballo salvaje, cuando Sarada le mostró una pequeña sonrisa Boruto suspiró completamente enternecido por esa simple acción, amaba cuando ella sonreía.

–¿Qué tanto miras? –preguntó la pelinegra, llevando un mechón de cabello detrás de su oreja.

–Hoy te ves muy bonita –la joven carraspeó y sintió sus mejillas arder.

–Gracias, supongo –susurró.

Boruto y Sarada estaban sentados en una mesa debajo de un árbol, llevaban ya tres semanas almorzando juntos, habían decidido darse una oportunidad para conocerse, para gran sorpresa del rubio estaban en una situación demasiado buena para todo ese tiempo. Ya la joven había dejado una parte de su timidez luego de la primera semana, ahora se atrevía a dejar que Boruto realizara ciertas acciones como sujetarle la mano, abrazarla, tomarla de la cintura cuando caminaban por los pasillos, dedicarse sonrisas y miradas coquetas a la lejanía, simplemente disfrutando uno del otro. También se habían besado a manera de saludo y despedida cada día después de que el rubio le había robado un beso después del quinto día. A lo único que no parecía acostumbrarse era a los halagos de Boruto, esos siempre la descolocaban, haciendo que le ardieran las orejas y en su estómago se formara un nudo de emoción, todavía no podía creer que él realmente pensara cosas tan bonitas sobre ella.

Pero ahí estaba, frente a ella, viéndola con esos perfectos ojos azules que la hipnotizaban, demostrándole que realmente era algo real. Que todo lo que pasaba era algo real.

–¿Puedo preguntarte algo? –la voz del rubio la trajo de vuelta de sus pensamientos.

–Dime.

–¿Tienes algo que hacer el sábado en la tarde? –Sarada llevó una mano a su barbilla intentando recordar.

–Supongo que tengo tarea ¿por qué? –preguntó con curiosidad, Boruto rió.

–Entonces preguntaré en otro momento –la joven frunció el ceño y lo miró fijamente.

–Acabas de hacer ese gesto...

–No sé de qué hablas –volvió a reír.

–¡Ese gesto! El que haces cada vez que ocultas algo –la sonrisa se ensanchó en su rostro y entonces algo hizo click dentro de la mente de Sarada recordando las conversaciones de su tía Ino.

–¿Qué querías preguntarme?

–En serio si ese día estarás ocupada.

–No, no, no. La verdad no estaré ocupada –mintió, por supuesto que tenía pendientes, pero en ese momento sintió sus emociones dispararse, esperando la pregunta que ya conocía.

–Bueno, ya llevamos algunas semanas conociéndonos, me encanta pasar tiempo contigo en la universidad, pero me gustaría que también lo hiciéramos fuera de ella ¿qué tal si salimos el sábado?

Sarada no supo más, solo recodó la sonrisa que se formó en su rostro y que asintió con la cabeza una y otra vez.

(...)

Que tan intenso [Borusara]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora