"Escándalos de una cena navideña"

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–¿Qué tal este? –la pelinegra miró a su tío seriamente, él solamente levantó el pulgar de forma afirmativa y ella negó frustrada– ¡Ningún vestido me gusta!

–¿Sabes por qué generalmente debes preguntarle qué vestido usar a una chica?

–¿Por qué?

–Porque después de la primera hora o los primeros treinta minutos, sin importar lo que uses, un chico te dirá "ese es perfecto" solo para acabar con el sufrimiento de seguir esperando.

Sarada miró a Obito con una ceja arqueada en forma de reproche.

–¿Me está diciendo que lleva una hora diciéndome "ese es perfecto" solo para ya irse?

–Yo diría que desde que te probaste el primer vestido –Sarada río y le arrojó a la cara el primer vestido que encontró entre la montaña que ya había descartado.

–Le pedí ayuda solamente.

–No creí que tuvieras demasiadas opciones de cambios, siempre has sido una chica muy sencilla –suspiró–. Aun así no deberías preocuparte, eres preciosa uses lo que uses.

–Lo dices solo porque eres mi tío –las mejillas de Sarada se tiñeron de carmín.

–Lo digo porque es la verdad –sonrió–. Sabes, tengo un regalo para ti, veamos si es la solución a tu problema.

Sin más palabras para agregar, Obito salió de la habitación dejando a Sarada confundida, suspiró y siguió buscando ropa en su armario, tal vez un pantalón con una blusa bonita estaría bien, aunque no fuera lo ideal para la cena semi formal que organizaba su familia. Estaba viendo una blusa floreada cuando la puerta se abrió de nuevo.

–Era tu regalo de navidad, pero supongo que no importa si lo abrimos unas horas antes de la fecha –Obito sostenía entre sus manos una caja de color plata con un moño rojo.

Sarada arqueó una ceja cuando se la entregó.

–Sé que el envoltorio es horrendo, ignóralo. No tuve tiempo de ir a un lugar a que lo envolvieran y lo tuve que empacar yo mismo.

–Qué bueno que no te dedicas a esto tío Obito o te quedarías en la ruina.

Con una carcajada y una mala cara por parte de su tío Sarada rasgó el papel hasta encontrarse con un precioso vestido azul, el rostro se le iluminó y sus comisuras formaron una sonrisa.

–¡Es precioso! Gracias–le echó los brazos al cuello a su tío.

–De nada –Obito rió–. Anda, ve a probártelo.

Sarada asintió, entró al baño y se cambió rápidamente, se miró en el espejo y le encantó como lucía. El vestido llegaba a sus rodillas, era de manga larga, ceñido a la cintura y suelto de la parte baja, completamente sencillo aun así lo adoró.

Salió del baño para encontrarse con su tío sonriéndole claramente satisfecho.

–Creo que ya sabemos lo que usarás.

–¿Desde cuándo tiene tan buenos gustos, tío Obito?

–Desde nunca, le pedí a la esposa de un amigo que lo comprara, es un milagro que le haya dicho la talla correcta –Sarada soltó una carcajada, definitivamente su tío no tenía remedio.

Hablaron unos minutos más y después su tío se retiró para dejar que se arreglara.

(...)

–Itachi, no me importa si cocinas mejor que yo ¡no dejaré que toques el estofado!

Que tan intenso [Borusara]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora