Care

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"Cuidar"

El moreno tomó un profundo suspiro, preparándose para enfrentar la visión de su novia en una camilla, inerte, pálida, delgada...Esa visión que hace unos días abrió los ojos de todos los que la rodeaban.

"Un paro cardíaco---dijo sin sopresa el doctor---También presenta signos de hiperhidratación y anemia. Es común en las modelos."

Se adentró en el hospital con pezades, buscando a la hermana de Silena a la que relevaría en el turno de vigilarla y acompañarla.

Había llegado más temprano de lo usual porque conocía a la chica y era muy probable que se quejara por hacerla perder una noche de sueño y obligarla a llegar hasta su casa para poder arreglarse correctamente, así que dejarla ir temprano era lo mejor.

Encontró a Drew con un té verde y galletitas integrales en la mano, moviendo con molestia su pie contra el suelo.

---Buenos días, Drew...---saludó, logrando la atención de la pelinegra.

---Oh, pero si es el famoso Beckendorf.---dijo fingiendo sorpresa, pues se en realidad se conocían de hace años.---¿Por qué tardaste tanto, uh? ¡Estoy segura de que mis ojeras han crecido más en esta media hora!

---Ajá. Terrible...---fingió preocuparle, asintendo flojamente.---Sabes que puedes negarte a hacer estas guardias ¿no? Que vengan Piper o Ethan. Chris o Will ¿Qué haces aquí si solo te quejas?

Ella le miró ofendida, como si acabara de insultar su outfit o perfume de marca. Incluso, algo más importante que eso, si existe.---¿Disculpa?---se levantó, dejando el vaso de papel y el paquete en la silla de espera. Que la otra modelo le mirara con el ceño fruncido, tratando de hallar sus ojos aunque él le sacara casi dos cabezas resultaba algo cómico.--- Es mi hermana, "Charlie". Tengo más responsablidad de estar aquí que tú, eh. ¿Qué haces tú aquí?

Charles suspiró, como si la respuesta fuese obvia. Y, para él, lo era.---Quiero cuidarla, Drew. Acompañarla...¿Han...dicho algo de su estado?---desvió el tema a lo importante. Y para evitar mayores problemas.

La del medio entre las hermanas McClean-Breauregard relajó los hombros con evidente desánimo, apretó los labios y evitó su mirada.---Nada nuevo...a veces tiene taquicardias preocupantes y problemas para respirar. También un horrible aspecto. Pero...eso ya se sabe...

Asintió con preocupación ante las palabras nada alentadoras, hasta molestas de lo repetitivas que llegaban a ser.---Ya veo.

—La...—inició de nuevo.—la enfermera ya pasó y me ayudó a ducharle. También cambió el suero y demás...

—Está bien...Es todo. Puedes irte...Gracias.

---Ahm.---tarareó la chica, tomando su improvisado desyuno y entregándole la ficha de acompañante permanente a su cuñado.—Adiós.

—Adiós...—susurró.

El muchacho se dirigió a la recepción para avisar de su llegada, y luego caminó a la habitación asignada a Silena. Cuando entró...se le encogió el corazón.

Se veía pálida, con una grandísimas ojeras y sus labios resecos, casi sangrantes. Sus pómulos estaban hundidos y, en general se veía muy delgada. Casi esquelética. En parte por su estado de coma, pero más por lo que la llevó a eso...La Bulimarexia.

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⏰ Última actualización: Jan 22, 2020 ⏰

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