Capítulo 4. Última etapa antes de la adultez

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Menku paseaba con Drake por el país de Wano porque Kaido le ordenó a que recogiese un gran paquete importante. Seguramente era de la mercancía de Donquixote Doflamingo. Ese Shichibukai hacía cualquier cosa que se le proponía en el camino. Y su misión era informar a los marines sobre los movimientos del Yonkō y sobre las Frutas del Diablo artificiales. Miraba de reojo a la chica que correteaba alrededor suyo o se detenía en algún puesto. La Kemonomimi aparentaba a una niña de quince años; es decir, ha pegado un estirón en estas semanas. Ya estaba a punto de convertirse en una adulta. El tiempo pasaba muy rápido para los ojos del Supernova. Menku no ha vuelto a recibir golpes de ningún pirata de Kaido porque solía estar con Drake. En su cuarto, en la cocina, en el palacio… En todos sitios, básicamente.

La pelirroja ya dominaba a la perfección el habla, ya no tenía la manía de hablar todo en tercera persona. Era inteligente, era una dragona sumamente curiosa. Lo que más le destacaba eran sus ropas, prefería estar cómoda con ropa de hombre que llevar un kimono. Odiaba arrastrarlo y que se manchara. Una vez, Drake intentó convencerla de vestirla de esa manera, pero se estaba convirtiendo una rebelde y hacia lo que le daba gana. Eso era señal que ya se estaba convirtiendo en una adulta independiente. Ya estaban cerca de la casa para recoger el paquete. Los pueblerinos se apartaban ni decían nada por miedo a que él los matase. Ser pirata era muy duro para Drake.

Enfrente de la puerta, le pidió a Menku que estuviera quieta y que se comportara. Ella simplemente realizó un puchero. Sabe que, si desobedece, Drake no la haría caso y no la hablaría. Lo hizo una vez y fue muy desagradable para la pequeña dragona que hasta intentaba llamar su atención, llorando y golpeando la cola con fuerza en el suelo. Oh sí, sus partes de dragón poco a poco estaban creciendo, incluso sus alas que tenían una envergadura mucho más grande que su propio cuerpo. El dueño de la casa les abrió la puerta, su sonrisa cínica no le agradaba a Menku. Sus sentidos de reptil se agudizaron dispuesta a escupir fuego si era necesario.

—La caja —habló Drake seriamente.

—Primero el dinero.

Siempre era lo mismo. Si querías negociar con alguien, debías mostrar primero el dinero. Drake cogió un saco lleno de monedas de berries y se lo mostró. El hombre no dudó en ningún momento en entregarle la caja que contenía algo muy importante. Menku olfateó la madera, obteniendo un olor peculiar que nunca antes había olido. Necesitaba saber que era. Ya con todo pagado, ambos se retiran para ir rumbo al palacio de Kaido.

—¿Qué es? —preguntó Menku.

—Algo que no deberías comerte porque luego te dolerá la barriga.

—¿Y por qué Kaido lo quiere si produce eso?

—En el tiempo que llevas viviendo en el palacio, ya deberías saberlo, ¿no te parece?

—¿Intenta envenenarme? —cuestionó esta vez con un tono de preocupación.

Drake se detuvo ante aquella pregunta que miró a la chica. Era tan pequeña a su lado, se preguntaba hasta donde llegará su estatura. Se puso de rodillas para estar a su altura.

—No, querrá experimentar con otros que no tengan… partes de animal.

—¿A ti, por ejemplo?

—No. —Ríe por lo bajo—. Conmigo no puede experimentar porque yo me comí una hace tiempo.

—¿Y por qué no estás muerto? ¿Eres inmortal? —Ante esa idea, sus ojos grises-violeta se iluminaron.

—Ser inmortal sería muy aburrido. —Extendió su brazo para acariciar la cabeza de la niña—. Hay unas frutas que se llaman Frutas del Diablo. Quién lo coma, el consumidor obtendrá un poder distinto a otros humanos. La única desventaja es que nos hundiremos en el profundo océano.

Kemonomimi (One Piece x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora