Capítulo 13. Ninfómana

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Amante de todo tipo de queso. ¿Quién iba a decir que la joven ratona Tais disfrutara tanto? Y más en compañía de su dueño. Spandam miraba con desinterés a la chica y daba gracias que, de momento, no ha entrado más veces en celo; no obstante, ella siempre lo buscaba para estar más cerca de él por el olor que desprendía que le gustaba mucho. Realmente era feliz, aunque todos lo odiaban por ser cruel y despiadado. Quién sentía mucha curiosidad, últimamente, era Golzy quien buscaba con la mirada a Lucci. La chica ratona le explicó ese momento cuando entrabas en celo y que tu amor te ayudaba a calmarte, y que era maravilloso.

El deseo de la chica murciélago era tan grande que le gustaría probar, pero cada vez que se acercaba al moreno, él se alejaba aún más. Ella no entendía el porqué, pero su olfato indicaba un olor diferente en el hombre. No se explicaba porque olía diferente algunas veces. Desde su rincón favorito observaba con desdén la gran ciudad de Mary Geoise. Cómo le encantaría explorar el lugar sin que nadie mirase el cielo y que gritaran “murciélago gigante”. Las Kemonomimis estaban destinadas a ser esclavas de los Dragones Celestiales porque tenían cierta habilidad peculiar que se convertían en armas letales.

La ira era el peor enemigo de Golzy y de su amiga Tais. Sí una Kemonomimi no sabe controlarlo, se transformará en una bestia sedienta de sangre. El viento sopla en su cara maquillada y jugueteando con sus cabellos largo y negros, como la noche. Amplió sus fosas nasales para oler el dulce aroma de las frutas preparados por el mismísimo chef del CP0. Su estomagó emitió sonidos de hambre, ya era la hora de comer. Se alzó para ir directa a la cocina que seguramente que Tais estará ahí o en la sala comiendo queso. Y, efectivamente, sus instintos nunca fallaron. La chica ratona estaba disfrutando, comiendo de sus bolitas de queso, importándole poco si alguien la ve dando pequeños mordiscos.

Golzy no pudo reír bajito muy divertida. La chica gótica prefería más comer fruta que queso. Ella era de la raza de murciélagos zorro volador, criaturas gigantes y glotones en cuanto a comida. Frutas, bichos… Ellos estaban conformes. Y otra vez ese olor proveniente de Lucci quién paseaba por el pasillo junto con Stussy. Al verla con él le dieron ganas de clavar sus colmillos en la piel blanca de la pelirrubia. ¿Qué era ese sentimiento que estaba sintiendo? ¿Celos? Pero se centró más en el aroma del moreno. Su familia siempre le había dicho que, a quienes consideraban alfas, su aroma era más fuerte que cualquier otra criatura y que era atrayente para las hembras. Era señal de fertilidad y protector de su camada.

Pero la morena pensó que Lucci no era un macho alfa que se dedicaba a cuidar de una familia, más bien prefería masacrar a sus víctimas con saña. Lo vio una vez y un cosquilleo sintió en sus partes bajas. Era un murciélago, era normal que le excitaba ver la sangre y poder succionarla con todo su ser. Y sus orejas grandes se movieron al oír a alguien entrar y la ratona hizo lo mismo. Tais realizó un chillido de alegría al ver al peli-violeta entrar que se abalanzó sobre él y, al hacerlo, el hombre cayó de espaldas porque perdió el equilibrio. ¿Por qué la ratona tuvo que escoger a ese idiota? Era feo de cojones, pensaba Golzy.

Spandam no podía hacer nada salvo dejar a la chica restregar su cabeza con el suyo a modo de cariño. La timidez se le había quitado después de lo sucedido con el celo, pero tuvo la certeza de que esa personalidad volvería. Hizo un ademán para quitársela de encima, pero ella se resistía con fuerza. No tuvo más opción que levantarse con ella en brazos y llevársela de ahí ante la atenta mirada de Golzy. ¿A dónde la llevará? Sus ojos grises miraron a la otra puerta donde estaban Lucci y Stussy conversando. Daba gracias a que sus orejas eran grandes para escucharlos. Hablaban sobre la siguiente misión que les encomendó los Gorōsei y que debían partir la semana que viene. «¿Tesoro?», un nombre muy peculiar.

La pelirrubia se retiró, despidiéndose del comandante de la organización más poderosa de los CP. Los ojos oscuros de Lucci se posaron en la gótica que miraba con mucha curiosidad, pero notaba la tensión que había entre ellos dos. Desconocía esa emoción que sentía en esos instantes. Al levantarse, él se retiró antes de que la joven se le acercara. ¿Por qué la estaba evitando? No lo entendía, de verdad, intentaba averiguarlo. Hablará con él cuando le pille en su habitación.

Kemonomimi (One Piece x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora