Capítulo 7. Ratona en celo

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—¿Dónde estará metida la fea?

Golzy estaba caminando por todo el pasillo para dirigirse al cuarto de Tais, ya que la joven ratona no apareció a desayunar y era extraño porque hoy le prepararon su comida favorita: un sándwich de queso derretido. Spandam parecía molesto de que no apareciese y se levantó para buscarla, pero por desgracia de él, el murciélago le adelantó mordiendo su mano con fuerza para que no hiciera ninguna estupidez. No le caía nada bien ese tipo de la máscara desde que llegaron aquí. Desconocía por qué Tais se había fijado en alguien tan torpe y con una nariz grande y roja. Oh, lo recordó, porque ella le dijo que Spandam y ella eran casi iguales en cuanto a la torpeza y a la fealdad. Que ridículo, ¿verdad?

A quien lo notaba raro era Lucci. Su instinto animal le decía que él estaba tenso, cuando estaban solos y su olor corporal cambiaba. Un macho alfa liberando sus feromonas para atraer a una hembra. Le atraía, pero él se alejaba como si tuviera miedo y no hubo indicios sobre ello. A Golzy le parecía extraño y era mejor ignorarlo, y seguir por su camino para encontrar a Tais. Podría intentar volar e ir más rápido, y no lo hace por el motivo de que puede chocarse en cualquier momento. Gracias a Hattori pudo conseguir su sueño de extender sus alas y volar con total libertad, como mamífero que era. De repente, frenó el paso notando su nariz activarse. Un olor casi reconocible y al mismo tiempo no, inundó sus fosas nasales. Provenía del cuarto de la ratona.

Con mucha curiosidad y cautela, abrió la puerta encontrándose el cuarto oscuro. Las ventanas ni siquiera estaban corridas para que la luz natural iluminase la zona. Y había un bulto enorme en la cama. Tais estaba escondida entre las sábanas, moviéndose un poco incómoda. Golzy cerró la puerta tras de sí para ir en dirección a los ventanales a abrirlos.

—Es hora de levantarse, fea —dice—. Es raro que te levantes tan tarde, ya que eres muy puntual.

No recibió una respuesta a cambio, tan solo leves chillidos casi agudos para las orejas grandes de Golzy. La gótica alzó la ceja no entendiendo nada. Ellas eran roedores, pero su animal interno emitía un sonido diferente cuando estaban tristes o enfadados. Ella se aproximó al borde de la cama para deshacerse de esas molestas sábanas para ver a una Tais remolona y su cuello estaba enrollada en su pierna, casi cubriendo su entrepierna. No entendía ese comportamiento, pero era entendible que no estaba bien porque sus mejillas estaban coloradas. Posó la mano en su frente para tomar su temperatura.

—Estás enferma —recalca—. Deberíamos ir al doctor para que te examine.

—Estoy bien —dice con voz aguda.

—A mí no me engañas, fea. Tu olor corporal te delata. —Retiró por completo las sábanas—. Sí vamos ya, averiguaremos que es lo que tienes.

—¿Sabes esa sensación de que lo estás oliendo todo a miles kilómetros de distancia? —Tais hizo un esfuerzo en ponerse de pie—. Y lo peor de todo es que mi nariz… huele a él.

—¿A ese pringado?

—Es sumamente delicioso y quiero estar con él, pero algo me lo impide.

—La fiebre está haciendo que delires. —Golzy la ayudó, sosteniendo todo su cuerpo para que no se caiga.

No entendía su comportamiento y le era preocupante porque llevan viviendo juntas desde hacía tiempo y no le gustaba verla así. A lo mejor el doctor le recetará una medicina para curar su fiebre y sus delirios. ¿Qué estaba oliendo a Spandam y a ella no? Eso sonaba ridículo en su cabeza. La ventaja de Golzy de ir a la enfermería era que podía volar al fin y Tais no pesaba mucho. Así que, abrió las ventanas por completo para emprender el vuelo. En realidad, no estaba lejos del lugar, pero no había tiempo que perder. En cambio, Tais no paraba de restregar su entrepierna con la cola sintiendo una sensación de calor que desconocía. Y el olor de Spandam la llamaba, como si fuera el único que podía controlar esa incertidumbre.

Kemonomimi (One Piece x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora