Capítulo 20. La tanuki en celo

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Rose no paraba de moverse en la cama de Smoker porque el olor de ese hombre estaba desperdigado en las sábanas. Se sentía rara y acalorada. Sus mejillas estaban rojas como tomates. Menos mal que no estaba el marine ahí porque vería toda esa escena que creó la joven tanuki. Su cola estaba enrollada en su cintura, casi ocultando la zona de abajo o estimulando. Nunca antes le había pasado. ¿Qué era ese extraño sentimiento? Ella estaba incómoda ante la situación. Sus dientes mordían la almohada con fuerza para no musitar esos sonidos tan raros. Tenía miedo que Smoker apareciese y la descubriera en ese estado. Deberá comportarse con total normalidad.

Entonces sus orejas se movieron al notar a alguien acercarse. Se congeló tanto al saber que era Smoker quien venía. Su olor corporal estaba mezclado con la comida. Le estaba trayendo el desayuno. Con rapidez empezó a colocar las sábanas antes de que entrara y notase algo extraño en el ambiente. El peli-gris entró y lo primero que vio fue a Rose sentada en la cama como si nada, aunque su cola se estaba moviendo sola por nervios. Oh, sí, dormían juntos porque Smoker lo quiso así. Quería tenerla cerca para demostrarle que realmente estaba interesado en ella. Tanto tiempo con la Kemonomimi ya descubría cuando mentía y cuando no.

—Te traje el desayuno —dice, mientras se acercaba para colocar la bandeja en la cama—. Le pedí al chef que hiciera una buena comida.

—Gracias —tartamudeó.

—¿Estás bien? —preguntó. No era estúpido como para no darse cuenta.

—Sí —respondió. Cogió un trozo de queque de chocolate para hincarle el diente.

Ahora deseaba centrarse en la comida porque estaba hambrienta. El chef era muy bueno preparando los pasteles. No obstante, todo su cuerpo se tensó al sentir la mano de Smoker en su cabeza. Comenzó a acariciar sus cabellos incluyendo su oreja. Esto no era sano para Rose. Ese momento incómodo estaba resurgiendo. Inconscientemente su cola se enroscó en la muñeca del hombre dejándolo sorprendido. Sí, le estaba pasando algo y quería descubrirlo. Él era un marine, al fin y al cabo. Sus ojos cafés inspeccionaban con cuidado la figura de la muchacha. Signos de tembleques y el vello erizado. El sonido que realizaba, sonaban a pequeños gemidos.

¿Qué le estaba pasando? Recordó un momento en que Tashigi le mencionó que leyó un caso que los Kemonomimis entraban en celo, pero eso dependía de su raza. Las señales son sensibilidad, gemidos y cercanía para oler a su pareja indicada. Los dos primeros lo demostraban. De repente, la cabeza de Rose se colocó en su pecho inhalando el fuerte aroma del habano y de su olor corporal natural. Smoker la veía adorable en ese estado, sin embargo, ella no paraba de aproximarse más que hasta notar sus pechos grandes con los suyos. Menos mal que era un hombre que resistía ante los encantos de una mujer. Pero Rose era diferente.

Le gustaba su físico. Su mente no paraba de trabajar, imaginándose a ella debajo suyo y gimiendo su nombre. Tendría sexo con ella todo el día y en varias posiciones si fuera necesario. «Mierda», se riñó así mismo porque estaba notando una gran molestia en sus pantalones. Encima Rose no ayudaba mucho con los movimientos de su cabeza. Era dulce e inocente. No le gustaría corromperla para nada.

—Smoker tienes un olor diferente —dice Rose con las orejas agachadas.

—Son cosas tuyas.

—No, de verdad, hueles a un verdadero macho alfa.

«Macho alfa», esas palabras no paraban de rebobinarse en su cabeza. Si ella creía eso, entonces debería mostrarlo. Pero Rose era ignorante de su situación. Smoker apoyó suavemente las manos en las caderas de la Kemonomimi para atraerla lentamente, mientras utilizaba su humo para retirar la bandeja. No quería hacer un desastre. La colocó encima suyo viendo el rostro de Rose un tanto confuso, pero sus ojos brillaban con señal de excitación. Era tan inocente.

Kemonomimi (One Piece x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora