Epílogo

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Te preguntarás que habrá sucedido con las Kemonomimis y sus respectivas parejas. Pues no debes preocuparte porque nada les había pasado. Estaban destinados a estar juntos, aunque algunos preferían ser unos lobos solitarios. La felicidad se destacaba en los ojos de las chicas con partes de animal.

Un ejemplo claro era Len al enterarse que se quedó embarazada de su amado Katakuri. Alegría inundó en su ser y, cuando se lo contó, la felicidad era el doble. El peli-granate le dijo a su madre de casarse con ella debido a su estado. A Linlin no le hizo mucha gracia en un principio, pero aceptó sabiendo que su hijo se iba a casar con una criatura casi extinta. La boda surgió repentinamente. Un vestido blanco súper bonito que le quedaba bien a la joven. Nunca pensó que este momento llegaría. Y no olvidará ese momento en que Katakuri lucía espléndido con ese traje de novio, pero conservando la bufanda.

La chica con orejas y cola de zorra no paraba de esbozar una sonrisa. Ese día se convirtió en uno de sus favoritos. Pero el mejor de todos fue cuando dio luz a dos mellizos preciosos: un niño y una niña. Katakuri se convirtió en un buen padre para esas pequeñas criaturas. Los cuidaba, los mimaba… Era una responsabilidad muy grande para ambos. Los dos pequeños no heredaron los rasgos de Kemonomimi, pero sus llantos imitaban a uno. Eran unos niños que necesitaban mucho cariño y Len iba a ser muy protectora.

Con Amélie y Cracker era distinto. Se casaron, pero no tuvieron hijos. La gata no estaba preparada para tenerlos debido a su condición y él lo comprendía perfectamente. Le agradaba la idea de estar así con ella todos los días. Escuchando sus dulces ronroneos queriendo algún mimo por parte del adulto. Y él no tenía ningún conveniente en hacerlo. Eso sí, era muy protector con la joven cuando sus hermanos se pasaban con ella. O le decían por qué no tenían niños ya. A Cracker le gustaría tenerlos, de verdad, pero debía tener mucha paciencia con Amélie. Sin embargo, su lado materno despertaba con los sobrinos de su pareja.

No eran para nada ruidosos y si lloraban, estarían ellos para calmarlos. El peli-violeta le pareció muy tierno verla así. Ojalá estar así todos los días con ella y no estar cada dos por tres en cada misión que le encomendara su madre. Realmente su hobby favorito era estar con Amélie.

La relación entre Spandam y Tais creció, pero con mucha lentitud. La pequeña ratona ya no sentía inseguridades estando con él. De hecho, le encantaba estar con ese hombre arrogante y cobarde porque se sentía identificada. Al peli-morado no le disgustaba la presencia de Tais, ya estaba más que acostumbrado. En las noches no solía estar solo. Dormía con ella. El calor que desprendía era reconfortante para su corazón solitario. ¿Quién iba a decir que una criatura como ella se fijaría en él?

Golzy y Lucci era la típica pareja que arriesgaba todo, es decir, no se saciaban. Día y noche se buscaban para complacer el otro, aunque hubo momentos de descanso. La chica con pintas de gótica le encantaba jugar con el hombre. Y Lucci no lo negaba. A veces, la llevaba en sus misiones para que se diera cuenta del mundo que necesitaba una justicia más oscura que otros marines o CP desean. Golzy lo entendía y conocía cuales eran sus principios. Si tenía que trabajar como un perro para esa gente tan poderosa, entonces aceptará el destino de estar con él hasta la eternidad.

Rose ya no sentía insegura estando con Smoker. De hecho, él se volvía muy protector cuando una mujer la insultaba por su físico. No le daba la real gana que ella sufriera por esos comentarios. La joven tanuki era una criatura consentida para ese hombre porque le daba de comer cuanto quisiese. Pero eso pasó cuando Smoker se enteró que Luffy volvió al mar. Su obsesión de capturarlo cada vez crecía más y Rose lo notaba al pasar de los días. No obstante, él nunca se olvidaba de abrazar o mimar a su queridísima Kemonomimi. Sus llantos lo hacían recobrar el sentido. No le gustaba ver a su pequeña con lágrimas en sus ojos.

Eso sí, les gritaba a sus hombres por hacer comentarios demasiado cursis y los castigaba por más entrenamiento.

Entre Drake y Menku iba floreciendo como un simple cerezo abriendo sus dulces pétalos recobrando vida y para dar un nuevo fruto. La pelirroja se convirtió en una guerrera más dentro de la tripulación de Kaido teniendo más respeto dentro de ella. Pero había cierta persona que admiraba mucho y era la hija de este: Yamato. Le encantaba escuchar sus historias, sobre todo de aquel guerrero que fue en su momento señor de este País. Quería ser como ella. De vez en cuando visitaba a Komurasaki para mantener una buena amistad porque esa chica la ayudó. Aunque sus trucos no sirvieron mucho.

Se enteró que Drake aún formaba parte de los marines. Estaba dentro de una organización secreta y a saber cuáles eran sus planes contra Kaido. Pero no le importaba porque lo amaba demasiado. Estaría a su lado hasta que la muerte los separe.

A lo largo de su viaje, Crocodile y Bibianne vivieron aventuras increíbles. La joven aprendía cada vez más la cultura de los humanos o cualquier criatura que se encontrase por su camino. La relación entre ellos era de pareja definitivamente. La oveja era feliz estando con ese hombre de ojos caídos y con una mente prodigiosa. Aunque los celos siempre estaban ahí y él lo resolvía con mimos o besos. Eso sí, cuando se ausentaba, Bones se encargaba de cuidarla como siempre. A la peli-turquesa no le desagradaba su presencia. Es más, le decía que él tenía pinta de ser un superhéroe cada vez que la salvaba de una situación.
Eso a Bones le sentaba bien. No para Crocodile porque se sentía celoso al no presenciar tal acto y poder salvarla él mismo.

Y la última pareja de todas: Yumel y Paulie. La joven loba tuvo el privilegio de ser la secretaria personal del rubio porque se lo pidió él. Y no era para mantenerla cerca, sino gritarle cuando olía a dinero de por medio y que lo gastarse en las tragaperras. Paulie era muy tierno con ella. A veces se ponía nervioso con verle esa falda corta o ese escote que parecía que en cualquier momento un botón saltara. Hasta la cubría con su cuerpo para que ningún hombre la viese. Para Yumel era un gesto adorable que lamía su mejilla a modo de agradecimiento. Un día Iceburg advirtió que, en cualquier momento, esos dos estarían casados. A Paulie casi le daba un ataque cuando su jefe mencionó eso. Y todos rieron por ello.

La historia de las Kemonomimis acaba aquí. Como habrás descubierto, no han tenido una mala experiencia con esos hombres. Al contrario, entre ellos descubrieron que uno podía amar a una criatura tan espectacular.

Nunca digas nunca al amor porque tu alma gemela estará al otro lado de la tierra o del océano.

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P. D.: Otra historia más se termina aquí. Gracias por el apoyo que habéis dado a esta historia, que es uno de los más bonitos que he creado y que ustedes lo hayáis disfrutado mucho. ♥️

Kemonomimi (One Piece x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora