12. Un tatuaje, un traidor y blanco esperanza

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Chuuya lo había decidido hacía ya unos días, pero cuantas más horas pasaban más convencido estaba de que aquello que haría sería la mejor decisión de su vida.

Se había dado cuenta de que Dazai era lo mejor que él tenía en esos momentos.

Después de que su novio le entregara su virginidad, el pelirrojo comenzó a verlo de otra manera. Por supuesto, siempre le había amado desde el minuto en el que decidió pedirle salir, pero ahora era diferente. Estaba replanteandose un poco su futuro, qué debería estudiar y qué debería hacer. En todas las posibilidades que existían en su cabeza, Dazai estaba presente.

¿Le tomaría por un idiota al ir pensando ya en casarse con él? Porque tenía clarísimo de que era el hombre de su vida y que jamás encontraría a alguien como él. Pasara lo que pasara le tendría a su lado y sabía que Dazai opinaba lo mismo, el amor que los dos sentían era algo que solo podían entender ellos.

Aún recordaba cómo fue la sensación de despertarse al lado de la persona que amaba. Dazai era increíblemente tierno cuando dormía. Fue una situación tan cotidiana que su corazón se vio envuelto por un increíble calor. Pero lo que no entró en sus planes fue que nada más despertar, el castaño fuera ese tipo de chicos.

Sí, era de los que se despertaban traviesos. Muy, muy traviesos.

Nada más despertar se metió entre las sábanas y se atrevió a hacerle un oral. ¡Y vaya, cómo lo hizo! Quién diría que nunca lo ha hecho antes. Su justificación fue de lo más curiosa.

"Solo he imitado lo que tú hiciste ayer conmigo, Chuuya"

Le creía. Dazai era capaz de todo y ya se esperaba cualquier cosa. El caso es que le encantaba que fuera de esa
manera, que no tuviera miedo a experimentar. Y hay que decir que después de eso lo hicieron dos veces, olvidándose un poquito del desayuno. Por suerte Kouyou vino cuando habían acabado y pasaron directamente a comer el almuerzo. Chuuya tuvo que cambiar rápidamente las sábanas, pero de poco sirvió esconderlo.

Cuando bajó a la cocina resultó que su hermana le estaba preguntando todo con detalles a Dazai. ¡Sería posible! No pasó momento más vergonzoso en su vida, y menos mal que llegó a tiempo o el castaño le hubiera contado todo.

El caso es que después de lo que sucedió, una idea cruzó la mente de Chuuya. Quería hacer algo para tener por siempre el nombre de la persona que más amaba en ese mundo consigo, grabado en su piel. Nunca podría deshacerse de aquello y sabía que no se arrepentiría.

"Osamu"

Se tatuaría ese nombre en la clavícula para que le quedara claro a todo el mundo a quién entregaba su vida. No le dijo nada a Dazai, sabía que si se lo decía no estaría de acuerdo y empezaría a decir tonterías tratando de que Chuuya no se hiciera el tatuaje. Siempre quiso hacerse uno, pero todas las posibles ideas que surcaban su mente eran sobre cosas temporales. Mañana ya les podía dejar de gustar esas cosas, especialmente porque estaba en una época de rebeldía que superaría más pronto que tarde. Pero el nombre de su pareja no era algo que le dejaría de gustar así sin más.

Una tarde soleada fue cuando Chuuya se citó con un colega suyo que sabía tatuar. Con tal de que le saliera gratis, decidió invitarle a cervezas durante un mes entero. Desgraciadamente, el pelirrojo no tenía el dinero necesario para pagarlo, sus ahorros del trabajo eran para sus estudios y tampoco podía pedirle dinero a Kouyou, principalmente porque ella también desconocía que iba a hacerse ese tatuaje.

Era mejor no decir las cosas, así cuando ya estaban hechas no te podían replicar nada.

***

《El macarra de Yokohama》Soukoku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora