11. Tú y yo, escondidos del mundo

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Aviso: Contenido sexual.

Dazai jamás antes se sintió tan querido. Era cierto que Oda le quería, muchísimo, pero era un amor totalmente distinto al que Chuuya le daba. Con cada beso en sus cicatrices el pelirrojo le transmitía un mensaje:

"Te protegeré y estaré contigo siempre."

¿Existía algo como la eternidad? No lo sabía, pero quería creer que sí. Al menos hasta el fin de sus días quería permanecer al lado de Chuuya, la persona a la que más amaba. No se arrepentía de haberse entregado a él, era a la única persona a la que le gustaría entregarse. Jamás antes sintió esa necesidad de acariciar a alguien, de besarle y sentirle. Con él había experimentado un sinfín de cosas y le emocionaba pensar en la de cosas que le quedaba por vivir junto a Chuuya.

El tiempo que pasaba con él le parecía un sueño aún, sentía que podría despertarse en cualquier momento y volvería a aquella pesadilla en la que vivía. Pero era todo tan real que dudaba que se tratara de un sueño. Lo que ahora mismo estaba pasando en esa cama era totalmente real.

-Osamu... ~

La voz de deseo que puso Chuuya le sacó de sus pensamientos. No dejaba de tocar el bulto que había entre las piernas de Dazai, haciendo que este creciera más y más. Pero al parecer, su novio estaba exactamente igual que él. De forma torpe llevó sus manos al pantalón del pelirrojo y trató de bajar su bragueta, pero sus manos temblaban tanto que se vio incapaz.

-Shh, tranquilo...

Fue él mismo el que se sacó el pantalón y lo dejó en el suelo. Por ahora iban iguales, solo quedaba la última prenda que comenzaba a apretarles, pero Chuuya no dejaría aún que Dazai la quitara. Aún quería descubrir un poco su cuerpo.

Chuuya sacó su lengua y con ella bañó la piel de Dazai curandola de sus heridas. Jugó con sus tetillas, succionandolas sensual y delicadamente. Era un caballero en la cama, conociendolo parecía algo increíble debido a lo bruto que normalmente era. Estábamos hablando de un macarra en toda regla, pero en esos momentos estaba siendo muy cuidadoso, todo lo que hacía era de forma delicada tratando de no asustar a Dazai. Estaba conteniendo ese deseo que tenía en su interior solo para no incomodar a su novio. Quería que su primera vez la recordara como algo bonito y dulce, que lo pudiera recordar como un momento precioso y no como algo malo o que "podría haber sido mejor".

La lengua de Chuuya se deslizó hacia el ombligo de Dazai, introduciendola en el agujero. Un gemido se escapó de los labios del castaño, quien se retorció en la cama al sentir una descarga de placer recorrer su cuerpo. Chuuya sonrió victorioso e insistió más en esa zona, dejándola húmeda y dejando suaves mordisquitos.

-¿Te gusta esto, Osamu?

-S-Sí, mucho... - gimió con sensibilidad en su voz. Las mejillas de Dazai habían adoptado un color más rojizo que el de Chuuya.

-Creo que he descubierto tu punto débil, cariño. Mírate... Estás precioso. Tus gemidos son hermosos.

Dazai sólo pudo responder abriendo más sus piernas para que su novio se acomodara a su gusto entre ellas. Chuuya besó sus labios y comenzó a chocar sus sexos sobre la tela simulando unas embestidas. Los gemidos de ambos se hicieron presentes en la habitación y el castaño sintió tocar el cielo. Aquel roce le hizo sentir más duro y ansioso, quería más. El pelirrojo no se detenía, sus labios se buscaban con hambre pero sus besos se veían interrumpidos por los gemidos.

No pudo aguantarlo más. Chuuya bajó la sexy ropa interior de Pikachu que llevaba su novio y su cuerpo quedó totalmente expuesto. Con solo ver lo que tenía delante soltó un suspiro de puro gusto. Dirigió una de sus manos al cuerpo de su novio y lo delineó de arriba a abajo, notando en escalofrío de Dazai debajo suya.

《El macarra de Yokohama》Soukoku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora