17. No más lágrimas

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La rutina de Chuuya pasó a convertirse en algo tan monótono que le aburría.

Iba todos los días a clases y después regresaba al hospital, pasando toda la tarde con Dazai.

Su novio aún no despertaba. Llevaba tres días con sus preciosos ojos café cerrados. El doctor les había dicho que probablemente se debía al desgaste físico y al daño psicológico que le causó vivir aquella experiencia.

Experiencia de la que sacó tener un ojo completamente cerrado por el momento, tres costillas rotas al igual que el labio y la nariz.

Habían dejado a su novio completamente destrozado. En cualquier momento hubiera dicho alguna frase amenazadora como: "Juro que esos hijos de puta pagarán por esto".

Pero sinceramente... No tenía ganas de nada. No sentía su cuerpo lleno de esa fuerza que normalmente tenía.

Estaba como cuando su madre murió. Solo quería tirarse en la cama a llorar y dejar de pensar. Sabía que no podía hacerlo, a Dazai no le gustaría nada verle así.

¿Debería vengarse?

Sinceramente tenía miedo de que, iniciara una pelea contra la pandilla de Fyodor y éste se la devolviera por mil.

De esto aprendió algo, y era que él podía ser lo más fuerte que quisiera pero Fyodor era muchísimo más listo. Inteligencia contra poder, ¿iba a dejar que su fuerza no sirviera para nada? Chuuya estaba muy débil mentalmente en esos momentos y no quería saber nada del tema de las pandillas, pero si la noticia de lo ocurrido había llegado a los oídos del resto de los adolescentes macarras de Yokohama, aprovecharían la oportunidad para enfrentarse al pelinaranja y poder ganarle.

Si Chuuya perdía, perdería su puesto del mejor de Yokohama y nacería otro líder absoluto. ¿Estaba bien eso?

Él tenía su orgullo y no quería manchar su nombre. Fyodor mencionó que su objetivo era destronarle y lo había conseguido con creces. No sabía si seguía queriendo tener ese maldito título. Antes lo llevaba con orgullo pero ahora andaba hacia el hospital con cierto miedo de encontrarse a algún conocido de peleas y que le pidiera un enfrentamiento. Era como si llevara una carga enorme sobre sus hombros, estaba estresado. Akutagawa lo había notado y comentado con Atsushi. Ranpo por otro lado... No había aparecido por allí desde el día en el que Dazai desapareció. Seguro que estaba ofendido porque Chuuya le gritó aquella vez, tendría que disculparse cuando tuviera oportunidad pero ahora no le apetecía demasiado ser amable. Apenas podía sonreír cuando veía a su hermana o a su sobrino.

-Chuuya.

El pelirrojo salió de sus pensamientos al escuchar como Kouyou le hablaba. En esos momentos se encontraban en el hospital, en la habitación de Dazai.

-Sé que ahora mismo no tienes ganas de nada pero... Los exámenes son la semana que viene. Tienes que estudiar.

-¡A la mierda los estudios, Kouyou! ¡No tengo ni puta idea de qué hacer con mi futuro! - respondió totalmente agobiado, tomando una de las manos de su pareja mientras la acariciaba tiernamente - Osamu me dijo que lo encontraríamos juntos pero... Ni siquiera sé si quiero ir a una universidad. No sé nada... Solo sé que quiero estar con Dazai y le seguiré allá donde vaya. Sabes... Él quiere ser doctor. Y justo ahora está en un hospital... No de la forma que él querría, ¿cierto? Si no despierta pronto... Osamu no podrá hacer los exámenes y tendrá que esperar al año que viene. Si es así prefiero no presentarme a ninguno yo tampoco... ¿Para qué? De todos modos suspenderé y si por suerte apruebo no tengo ni idea de a qué mierda quiero dedicarme. Dazai me dijo que yo podría ser cualquier cosa que me planteara pero eso no es verdad. Solo sirvo para dar puñetazos y ahora ni eso. Hubo un momento donde quería incluso dedicarme al boxeo... Que gilipollas era... ¡Nunca tendría que haberme metido en esto!

《El macarra de Yokohama》Soukoku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora