Capítulo III

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Él observaba detenidamente la gráfica que su jefe técnico le mostraba para poder aprobar el presupuesto del proyecto en San Francisco. Estaba tomando un poco más del tiempo necesario pero debía asegurarse que se cubrirían todas las necesidades de reparación de un grupo de edificios de compañías recién adquiridas a pequeños empresarios humanos como forma de ayudar en la recuperación de la economía ante los sucesos de enfrentamiento y posterior desconfianza entre las razas. Si la estabilidad y tranquilidad llegaba a unos, él estaba seguro que terminaría por ser de beneficio para todos los demás.

De repente, Anthony Kyriakus recibió de manera telepática una señal de peligro y de inmediato supo que se trataba de ella. Pero así como había llegado su señal, así mismo se desvaneció.

Quedó estupefacto y aunque no se movió un milímetro, su mente viajó instantáneamente. Trató de localizarla y de diferentes maneras buscó su presencia pero no logró más que sentir que estaba en la Red, solo eso, pero nada más.

Aunque aquello le indicaba que seguía viva, no hacía nada por calmar la angustia que de pronto trataba de apoderarse de su mente.

Y si, los Psy no sienten angustia, no se aterrorizan hasta la médula de saber que aquel ser especial que ocupa un espacio constante en su pensamiento ha sido de alguna manera lastimado. Pero Anthony no era un Psy cualquiera, y si algo había aprendido con los años, era que para sentir se necesitaba muchísima más valentía que para no hacerlo.

La práctica adquirida al proteger a los más débiles y rotos de su familia, a su clan de especiales, le había entrenado en habilidades de controlar y aprovechar esa sensación que ahora experimentaba, para convertirla en adrenalina a su favor. Haría lo que tuviera que hacer y lo haría rápido y eficientemente.

"¿Dónde está Nikita? Sé que algo grave sucedió, dame los detalles." Le envió por vía telepática a Sophia, al tiempo que se ponía de pie y con un gesto de sus manos finalizaba la reunión. "Debo atender algo urgente, les avisaré cuándo retomaremos esta reunión", envió a todo el equipo que se encontraba con él.

"Ha sido un atentado, un disparo desde la distancia, está viva pero ha sido enviada a un hospital público cercano" le informó enviándole la información del mismo.

"Lo tengo, voy en camino". Respondió Anthony mientras recogía algunas de sus cosas y acomodaba los documentos a un lado del escritorio.

La sensación de vació en su estomago, tal como efectivamente la describían los humanos, continuaba oprimiéndolo, haciéndole difícil el pensar con claridad, pero al mismo tiempo empujándolo a actuar con toda prontitud.

"Necesito un telepuerto". Dijo únicamente a uno de los Flechas más poderosos que existían, y que podía contar entre aquellos de su raza que se habían ganado su confianza. Y en medio de épocas tan oscuras como las que podían acercarse, era lo mejor que podía desear tener y conservar.

"Ya fui informado de la situación, Abbot se encargará de realizar el telepuerto".

Y solo con saber que pronto estaría más cerca de ella y que estaría en capacidad de ayudarla y protegerla, se calmó su angustia y se equilibraron un poco más sus signos vitales. No podía llegar a un centro médico y exponerse a ser leído accidentalmente en ese estado.

Un instante después un hombre de porte elegante pero mortal, con brillantes ojos azules, se materializó a su lado y asintiendo con la cabeza, lo teletransportó.

El viaje se hizo en un guiño, Abbot no podía ser más que eficiente y le evitó más minutos de angustia a Anthony. Pasó por el cordón de seguridad del hospital sin decir una palabra, Sophia ya les había informado que él estaba a punto de llegar y ellos ni siquiera se molestaron en mirarlo. Cuando entró a la sala de espera, se sintió sorprendido a la vez que tranquilo de ver a la hija de Nikita allí.

Lonely, too LongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora