Capítulo X

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Me queda un último manojo de esperanza
Después de tanto desafiar la tempestad.
Me siento débil pero estas aquí
Tu abrazo es aire nuevo para mí
Te vas colando de suspiros en mi vida
día tras día recupera el corazón.
Me siento frágil pero aun tengo fe
Por que tu mano esta guiándome......
Cúrame del miedo, cúrame las alas
Ven a rescatarme de la oscuridad
Aunque me han herido demasiadas balas
Esta vez tu amor me puede salvar.

Cúrame -Ednita Nazario.

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Sascha empacaba algunas cosas de Naya en un bolso grande que solían usar para pasar la noche por fuera de casa. No era que pensarán quedarse a donde iban a ir, pero nunca se sabe con las cosas como se estaban dando últimamente, así que le gustaba estar preparada con todo lo que su pequeña princesa pudiera necesitar.

La visita que estarían realizando en menos de una hora la tenía especialmente nerviosa, y no porque no la deseara, muy por el contrario, la había estado esperando desde hacía ya un buen tiempo.

Es solo que ahora no sabía que esperar o cómo reaccionar ante sus propios sentimientos encontrados. Irónico para alguien cuya principal habilidad era reconocer y leer sentimientos y emociones.

-Naya cariño, trae los juguetes que quieres llevar, ya casi estamos listas para salir -dijo llamando a su pequeña hija, la cual armaba estructuras en el piso usando grandes bloques de madera multicolores.

La puerta se abrió en ese instante y la pequeña vestida con su camiseta de estampado infantil y un overol de color morado salió corriendo en esa dirección. Lucas entró sonriendo y la levantó en sus brazos llenándola de besos y cosquillas.

-¿Ya están listas mis dos princesas? -preguntó Lucas.

-Todo lo que se puede estar -contestó Sascha yendo a su encuentro. El beso que se dieron quemó a través del vínculo de pareja haciéndoles conscientes de lo que sentían uno por el otro.

-No estés nerviosa, gatita -le calmó Lucas que podía sentir su inquietud-. Ya pudiste comprobar que tu madre quiere este acercamiento entre las tres- le recordó.

-No puedo dejar de pensar que ella se está forzando y realmente no lo quiere -comentó ella con pesar.

-Todos sabemos que tu madre es cruelmente honesta, ella no haría tal cosa -Sascha le dio una expresión de incredulidad-. Ok, está bien, puede que le gusten los juegos mentales y confundirnos a todos pero estamos hablando de Naya -acarició la pancita de la niña que se comía la conversación de los adultos con los ojos- y ella demostró querer un acercamiento.

-Es cierto -suspiró resignada- pero me es imposible determinar cuáles son sus verdaderas emociones, ella es muy fría -continuó-. Sin embargo quiero darle la oportunidad para que se abra y nos permita conocerla tal y como es.

-Y así será, gatita- hizo saltar a Naya en sus brazos-. ¿Lista para ver a tu abuela, Naya?

-Shhiiii- respondió la niña emocionada y a la vez tan inocente. Ella no tenía idea de quién era verdaderamente su abuela y eso le preocupaba a Sascha porque no quería que su tierna niña sufriera una decepción como la sufrió ella durante más de veinte años.

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Nikita se movía de un lado para otro. Quería que todo estuviera perfecto antes de la llegada de su hija y su nieta y mientras tanto mantenía una conversación telepática con Anthony. Estaba tan emocionada que no paraba de interrumpirle, no le importaba que él estuviera en una junta sumamente importante.

Lonely, too LongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora