Capítulo XIV

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Aquí va mi confesión
Antes de ti no fui un santo
He pecado como no
Pero eso es cosa del pasado
Desde que llegaste tu
Lanzaste al aire la moneda
Fuera cara o fuera cruz
Ganabas como quiera

Conocerte fue un disparo al corazón
Me atacaste con un beso a sangre fría
Y yo sabía
Que era tan letal la herida que causo
Que este loco aventurero se moría
Y ese día comenzó
Tanto con un disparo al corazón

Disparo al corazón – Ricky Martin.-


Un auto negro estaba detenido en medio de un estacionamiento vacío frente a las costas de San Francisco y una mujer ocupaba el asiento del copiloto. Ella estaba a la espera, a la espera de cobrar la deuda que le había llevado hasta allá, a la espera de hacer correr la sangre de alguien que lastimó a uno de los suyos, a la espera de dejar un precedente y comunicar a quien quisiera ver o escuchar que nadie podía hacer lo que quisiera en contra de ella y pretender salir impune.

El mar, el cielo y aquella nueva y reluciente construcción de las empresas Duncan serían testigo de ello.

-Todo está despejado -le informó Max cuando volvió al auto. Ella no le miró, sino que continuó observando el mar, tranquilo y manso y seguramente lleno de misterios en sus profundidades. Le hubiera encantado descubrirlos pero en ese momento otros asuntos se imponían-. ¿Estás segura que él está aquí?

-No podría estar en ningún otro lugar -respondió Nikita.

-Es extraño, las Flechas ya debieron haberlo capturado ¿Por qué aun no hemos escuchado algo de parte de ellos?

-Porque andan corriendo como gallinas sin cabeza detrás de pistas inservibles -contestó atenta a como un charrán se lanzaba en picada hacia el mar en busca de su presa, justó como haría ella y seria igual de despiadada. El charrán no dejaría espinas y Nikita no dejaría huesos-. Él está aquí y lo vamos a encontrar. "Yo lo voy a encontrar."

-Han llegado -anunció Max. El estacionamiento se vio ocupado por dos enormes camionetas más y de ellas bajaron hombres enfundados en trajes tácticos de combate y portando armas automáticas-. Quédate aquí, no salgas hasta que te avise -le pidió y le entregó lo que parecía ser un radio de bajo alcance y una pequeña pistola.

Ambos se miraron, Max esperaba que ella no hiciera una locura, sin embargo sabía que nunca le obedecía, así que mejor se daba prisa y encontraba a Richard antes de que Nikita decidiera hacer el trabajo por él.

Bajó del coche y se acercó al líder del equipo táctico, relevándolo en autoridad y dándole indicaciones de cómo proceder.

Nikita había elegido bien. Max era confiable y bastante capacitado, pero Richard no era asunto de Max sino de ella y Max solo le despejaría el camino hasta él. Se volvió a ver sola, aquellos hombres que trabajaban para ella corrieron hacia el interior de los edificios de viviendas que algún día serían ocupados por las victimas que sus enemigos habían dejado. A Nikita no le gustaba la idea de derramar sangre en un lugar que debería estar impoluto y no contaminado de odio pero no tenía opción. Richard había sellado su destino en el momento en que decidió ir en contra de la Coalición, en contra de ella, en contra de Anthony.

De cierto modo le parecía cómico, siempre supuso que él era un bufón y un cobarde. Ella nunca imaginó que tuviera las agallas suficientes para aliarse con el Consorcio y tratar de asesinarla a ella o a Anthony. Se preguntaba si él había sido parte activa del primer atentado del que ella fue víctima. No perdería la oportunidad de preguntarle cuando lo tuviera enfrente.

Lonely, too LongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora