Última despedida

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Las lágrimas caían a borbotones y mojaban las mejillas de Tony Stark.
El científico se sentó en el asiento del piloto, mientras el avión ascendía y les alejaba a pasos agigantados de aquella tierra hostil, y se cubrió la cara con las manos, entregándose al sollozo.

No recordaba cuándo fue la última vez que se vio tan compungido. Su vida frenética y relaciones efímeras le permitieron no sufrir en exceso ante la pérdida de personas cercanas a él.
Tampoco lloró con la muerte de Bucky, ni con la infección de Wanda. Tony odiaba llorar. Y no se debía al pensamiento sexista de «Los hombres no lloran». Odiaba llorar porque, aunque todo el mundo defendiera aquel acto como una manera de desahogarse, para él significaba rendirse.

Rendirse al hecho de haber mantenido la compostura y la entereza durante todo ese tiempo.

La pérdida de Steve dolía como un puñal clavado en el pecho.

La puerta de la cabina se abrió, y la entrada de Peter ahuyentó sus pensamientos.
Se secó rápidamente las lágrimas, de espaldas a él. A pesar del gesto, no quería girarse y mirarle. No quería que Peter le viera tan destrozado.

El chico, sin embargo, no se acercó. Permaneció de pie ante la puerta, llorando en silencio. Tony podía escuchar su moqueo y sollozos.

Ninguno decía nada. El mayor miraba a través de la cristalera cómo surcaban el cielo a gran velocidad, y el menor seguía sorbiendo por la nariz, abrazándose a sí mismo y mirando al suelo.

Segundos después, Stark notó los brazos del chico rodeando su espalda. La tela humedeció a causa de sus lágrimas.

Quería aguantar. Necesitaba mantenerse fuerte, pero no lo logró.

Se giró y abrazó a Peter con excesiva fuerza mientras los dos lloraban, uno contra el otro.

Peter salió de la cabina y notó que su pie pateaba algo por accidente

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Peter salió de la cabina y notó que su pie pateaba algo por accidente. Al agacharse a comprobar, se percató de que era el teléfono móvil que Steve les había lanzado antes de que se cerrara la compuerta.

¿Había sido fortuito o realmente pretendía algo con ese gesto?

—Tony—lo llamó. Ambos ya habían llorado lo suficiente, aunque seguían bastante compungidos—. ¿Puedes venir un momento?

El mayor, en cabina, se aseguró de trazar bien el rumbo a España y salió a su encuentro.
El chico sostenía el teléfono en una mano.

—Lo lanzó Steve. ¿Crees que fue por alguna razón?
—Eso es más que obvio, Peter—El chico le entregó el teléfono—. Nunca le vi con uno de estos desde que le conocí.

Lo encendió. Tras aparecer el logotipo de la marca en la portada, pudo acceder al teléfono al encontrarse sin código PIN.
En el fondo de pantalla aparecía el icono de un vídeo en formato .mp4
Pulsó en él con el dedo sin pensárselo más veces.

Peter se situó junto a Tony mientras el vídeo se reproducía.

Era Steve, grabándose a sí mismo mientras sujetaba el teléfono con la mano y metido en lo que reconocieron como el baño del búnker de Natasha y Wanda.

Hola, Tony—saludó, sonriendo—. Si estás viendo este vídeo es porque ya estoy muerto—Agachó la cabeza y se rió—. Siempre quise decir esto—La alzó de nuevo e intentó mantenerse serio—. Verás, todo esto tiene una explicación. Natasha tiene varios teléfonos almacenados aquí, y le he pedido que me dé uno de ellos porque necesitaba grabar este vídeo y enseñártelo si llega el momento.

Peter se abrazó, inconscientemente, al brazo de Tony. Steve acababa de irse, pero ya lo echaba muchísimo de menos. Verle en aquel vídeo, aún con vida, le daba la falsa sensación de que seguía con ellos.

Esta aventura que estamos viviendo es demasiado peligrosa—continuó el rubio—. Sé que llegará el momento en el que será necesario hacer un sacrificio, que alguien renuncie a vivir por salvar la vida de otros en algún momento crítico. Estoy seguro de ello, Tony. Eso pasa en todas las películas de zombies.

Stark sonrió mientras continuaba sosteniendo el teléfono.

Tengo que ser yo. Peter es demasiado joven, con mucho que vivir, y tú eres la mente brillante de la que depende el destino de toda la humanidad, ¡que se dice pronto!—Se sentó sobre la tapa del retrete—. Yo sólo soy un peón en este juego de ajedrez. Si continúo luchando incansablemente es porque necesito sentirme útil. Necesito saber que mi existencia tiene algún sentido. Antes lo tenía: tenía mi trabajo, con mi buen sueldo, mis vacaciones paradisíacas y la persona que más amaba junto a mí. Cuando estalló todo, mi misión era huir con Bucky y mantenernos vivos, cuidando el uno del otro.

Peter se mordió el labio inferior, aguantándose las ganas de llorar.

Cuando te conocimos en New Jersey, tuvimos la esperanza de poder ayudarte a salir del país y encontrar una cura para que nuestras vidas volvieran a la normalidad. Pero cuando perdí a Bucky...—suspiró—. Ahí supe que mi única misión se acababa de reducir a ayudarte. Y empleé toda mi dedicación y ganas en ello.
—Steve...—musitó Stark, visiblemente emocionado.
Bucky lo era todo para mí, Tony. Por eso me molestaba tanto todo lo que me recordase a él. Por eso te echaba en cara que hubieras apretado el gatillo. Y no sabes cuánto me arrepiento. Seguramente, a estas alturas, ya me habré disculpado contigo por las discusiones derivadas de esa decisión pero, si muriese antes, quiero que sepas que no te guardo rencor. Hiciste lo que tenías que hacer. Por favor, Tony, no te atormentes por ello, porque sé que lo haces, y he sido un capullo al ponerte difícil el hecho de no hacerlo—Se levantó del retrete—. Para acabar, que sé que a estas alturas debes de estar pensando en lo moñas y pesado que me estoy poniendo, quiero pedirte algo: Cuida de Peter.

El aludido notó una sacudida en su estómago al escuchar su nombre.

Seguramente ya lo sabes—continuó Steve—, pero es un chico genial, y ahora mismo no tiene a nadie salvo a ti. Además, te admira muchísimo. ¿Has visto con qué ojitos te mira?

El muchacho enrojeció hasta límites insospechados, y Tony soltó una pequeña carcajada, acariciando con la mano libre el cabello de Peter y revolviéndoselo como siempre hacía.

Creo que no me dejo nada más. Sólo espero que logres tu objetivo y todo vuelva a ser como antes. Me quedo tranquilo sabiendo que te vas a encargar de ello. Adiós Tony y... adiós Peter, que imagino que también verás esto.

Al terminar la reproducción, tanto Tony como Peter necesitaron secarse las lágrimas.

—Maldito bastardo—murmuró Stark, guardándose el teléfono en el bolsillo.

Peter volvió a abrazarle, y notó los labios del mayor depositando un beso sobre su cabeza mientras le devolvía el abrazo.

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Esto está a punto de acabarse, gentecilla. Espero que hayáis disfrutado y que os guste el que seguramente será el último capítulo después de este.

Se os quiere!


Eider

Apocalypse (Starker)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora