Capítulo 8: Demasiado lento, demasiado rápido

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Hace 11 años

- ¿Vas a volver a dejarme tirada? Porque si solo me dijiste que sí por pena entonces...

- ¡No, no, no! Nat, ¡te juro que esta vez llegaré! Pero... no me mates ¿Vale? Pero necesito que nos veamos directamente en el restaurante, no puedo llegar antes - Alba hablaba sin aliento, excusándose a través del teléfono.

Natalia se sintió feliz de que al menos esta vez sintiera un poquito de culpa por el retraso. 

- ¿Pero vendrás? - preguntó la morena, su puchero era evidente.

- Que sí pesada. Nuestra cita sigue en pie.

- Perfecto - sonrió.

- Bueno pues... nos vemos ¿más tarde?

- Eso espero, Albi - se rió la morena antes de colgar. 

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La morena estaba sentada en una mesa del fondo, su mirada vagaba de vez en cuando hacia la puerta. 

Se empezaba a impacientar. 

Justo cuando estaba a punto de enviarle un mensaje Alba apareció. 

- ¡Lo siento! ¡Lo siento mucho! - dijo al sentarse torpemente. 

Y entonces empezó a contarle todas las cosas que le habían pasado ustificando su retraso de casi veinte minutos.

Natalia alargó una mano y la dejó sobre la de la otra chica, intentando calmarla. 

- Eh, está bien. Ahora estás aquí, es lo que importa.

Ambas compartieron una mirada llena de algo que no habían descubierto todavía. La desesperación disminuyó y fue reemplazada por el nerviosismo. 

En algún momento, Alba notó un cambio en su mirada. 

Adoración. 

- ¿Qué?

- Me alegro que por fin hayas decidido cenar conmigo, Albi - dijo la morena. 

Alba dejó que las palabras volvieran a sonar dentro de su cabeza. Ella también estaba contenta, pero lo disimuló un poco mejor que la otra chica. 

- Lo estuve pensando y... llegué a la conclusión de que sería una tonta por decirle no a una comida gratis. 

Natalia se inclinó hacia adelante recortando el espacio entre las dos. 

Entrecerró los ojos y susurró cerca de su boca. 

- Siempre pago cada vez que comemos por ahí tu y yo solas - la rubia dejó de respirar y entonces Natalia volvió a sentarse correctamente en su asiento - Busca una escusa mejor, Reche. 

La morena empezó a girar la copa de vino entre sus manos con un movimiento rápido. Luego tomó un sorbo sin dejar de mirar a la rubia a los ojos. Sus labios estaban manchados y el contraste entre su piel de porcelana y el rojo de estos, era demasiado excitante. 

El enamoramiento de Alba, si se le podía llamar así, aumentó. No podía seguir negándolo desde hace tiempo, sobretodo desde que la morena apareció en su universidad con su flor favorita. Tenía decirle que sí, no había otra opción. ¿Quien en su sano juicio la habría rechazado?

Tú, imbécil, tú desde el principio.

Alba actuó como si estuviera buscando una razón adecuada, pero luego se recostó en su silla. 

Una mirada engreída se apoderó del rostro de Natalia. 

No podía evitarlo.

- Tal vez estoy disfrutando un poquito de que por una noche hayas dejado de lado tu agonizante agenda y hayas decidido que es mucho mejor complacerme a mi, Lacunza - había un brillo peligroso en la forma en la que la miraba. 

Entre mis manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora