Capítulo 4: Recuperar la amistad

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Alba caminaba por la cocina como si supiera donde estaba todo. Aunque bueno, realmente todo estaba igual que hace años, pero aún así. 

Natalia no había querido cambiar nada para preservar la presencia de la rubia. Solo había añadido algunas cosas de más. 

El azúcar todavía seguía encima de la encimera junto a los utensilios de cocina. Las galletas seguían en el mismo lugar en el armario de la esquina trasera. Las especies encima del extractor. 

También sabía donde encontrar las cápsulas de café para la cafetera. Esa que compraron entre las dos para las largas horas de estudio cuando estaban en la universidad. Era una de las pocas cosas que conservaron con la mudanza. El resto lo habían dejado allí, o simplemente se había roto a lo largo de todos estos años. 

Sus movimientos por aquel espacio que una vez fue su casa eran fluidos, casi nadie podría decir nada sobre su reciente accidente hace unos meses. 

- En realidad me he pasado por el hospital antes de venir aquí. Es surrealista saber que tienes días libres, Nat - dijo Alba después de darle un bocado a una galleta que había cogido. 

Natalia no dijo nada en respuesta a eso. No quería iniciar una discusión sobre aquel tema después de todo este tiempo. 

Tan solo era una observación de algo que debería de haber hecho hace unos años cuando aún estaba a tiempo de solucionar las cosas. 

Demasiado tarde. 

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Flashback

Alba llegó bastante tarde a casa. Ahora era turno de su mujer tener que esperarla despierta. 

- ¿Dónde estabas? - La figura de Natalia sentada rígidamente en su cama se clavo en sus pupilas. 

Alba se sobresaltó al principio de verla. 

- Joder, Nat. Me has asustado, pensaba que no ibas a estar en casa tan pronto. 

- Es la 1 de la mañana.

Había cierta calma en la voz de la morena. 

Peligro.

Alba se dirigió a la cómoda y se deshizo de la camisa que llevaba puesta, revisando la pila de ropa encima de esta, buscando una camiseta que ponerse de pijama. Pero de repente noto una presencia detrás de ella que la hizo girar de golpe. 

- Te he preguntado que dónde estabas - la morena apretó los dientes, pero la expresión de Alba seguía siendo neutra. 

- Por ahí.

- ¿Por ahí dónde? - Natalia podía oler el alcohol en el aliento de su esposa. 

- Por ahí, fuera, ¿desde cuando tengo que decirte dónde estoy o dónde dejo de estar?

- Nunca estás fuera a estas horas de la noche, cuando he llegado y no te he visto me he preocupado, ¡joder! ¿sabes todas las cosas que se me han pasado por la cabeza? ¡Estaba preocupada y no me contestabas al puto teléfono!

Alba frunció el ceño. 

- Me lo he dejado aquí y no había comprobado si tenía algún mensaje antes de salir de casa, perdona. 

- ¿Has conducido borracha? Dime que no - Natalia no podía creerse lo que estaba escuchando. 

- No estoy borracha.

- Puedo oler el alcohol desde kilómetros. Vienen pacientes así todo el tiempo al hospital. El otro día un hombre se estampó contra un árbol y se murió  Alba, ¡ me cago en todo joder! - exclamó nerviosa - ¿Sabes lo loca que me volvería si te pasara algo? ¿Lo sabes?

Entre mis manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora