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El gallo cantó con fuerza en esa mañana. Pero Peter ya estaba levantado, había pasado toda la noche escribiendo las reglas a seguir para los omegas. Steve le había traído algo de arroz como desayuno así que mientras escribía con el pincel en un brazo, hacía malabares para poder comer el arroz con el brazo sobre el que estaba escribiendo.

—un omega debe ser callado—escribió en su muñeca lenta y prolijamente —obediente y... ¡Puntual! —gritó entusiasmado.

El gallo volvió a cantar. Peter levantó la vista a su ventana y saltó de la cama —¡ya es tarde! —gritó.

Corrió al jardín, soplando sobre su brazo para que la tinta se secara.

—¡hermanito, hermanito! —grito en busca de cierto lindo y torpe cachorro que recientemente su padre había traído — aquí estas—cuando lo vio lo tomo en brazos —no tenemos tiempo—

Corrió con el cachorro hacia el gallinero. Tomó una gran cubeta con maíz y un hueso. Ható el hueso a un palo con un hilo y lo coloco en el cuello del cachorro. Un buen insentivo para que hiciera su trabajo. Metió al cachorro al gallinero y en su pata hato la cubeta con maíz.

El hiperactivo cachorro corrió tras el hueso, dejando caer todo el maíz en el gallinero. Peter lo tomó como un trabajo bien hecho.

Se vistió y con una jarra de té salió corriendo a la parte trasera de su casa. En el santuario vio a su padre arrodillado, pidiendo algo con esperanza.

—por favor—rogaba Erik— ayuda a mi hijo—les rogaba a sus ancestros—que no incendio el hogar de la casamentera—

Erik se levantó y  al salir del santuario se chocó  con su hijo—Peter—exclamóal verlo, pero rápidamente su atención se enfocó en  la tetera que salía volando y casi era destruida en el suelo. Pero él logró atraparla.

—una taza de té, para mi amado padre— dijo tranquilo Peter, sirviendo el té como si hace un momento este no hubiera terminado en el suelo.

—Peter.

—debido a su lesión— aclaró —esto recomendaron los doctores—insistió.

—Peter

—descuida, Steve lo preparó, yo solo te lo traje

—Peter —corto las divagaciones de su pequeño hijo —ya deberías haber ido a la cuidad, Tony te debe estar esperando así podrás...—

—mantener el honor de la familia, entiendo, tranquilo no fracasare— aseguró muy confiado de si, tranquilizando a Erik, pero él conocía a su hijo, siempre hablando hasta por los codos y haciendo todo tan impulsivamente...le recordaba a alguien.

Erik se despidió de su hijo y cuando lo vio marchar regresó al santuario —creo que rezare un poco más—

Mientras en el pueblo Steve, Tony y Sebastian miraban y buscaban en todas las direcciones.

Una alterada mujer salió de la pequeña casa—¿aún no?— le pregunto al rubio y este negó con la cabeza.

Tony se acercó a su esposo y le sonrió —mira lo que encontré— señaló un grillo —esto nos ayudara—

Sebastian escuchó eso y rodo los ojos —por favor, no es momento, Tony—

En es momento un caballo se detuvo de golpe y de este bajo Peter.

—ya estoy aquí— sonrió levantando sus dos brazos —  Steve lo miro mal —¿Qué?—

—entra ahora—le ordeno mirándolo fijamente, Peter conociendo perfectamente a Steve entró corriendo.

Mulan-PeterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora