Capitulo 2: Las leyes del cielo.

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Hola!! Se que no hace mucho que subí el primer cap, pero estoy super emocionada con este fic!! Tengo una especie de predileccion por las historias de amor prohibido y no se... tengo muchas ganas con esta historia!!

Espero que les guste que comenten y que voten mucho. Los Amo <3<3<3

Tras cerrar la puerta de la choza, emprender el vuelo y crear un portal que me llevara al cielo, comencé a pensar, sobre todo en el cuerpo de Magnus.

 Magnus era hermoso, nunca había visto tanta belleza en un ser humano. Ver como pequeñas perlas de sudor surcaban lentamente las líneas de sus abdominales marcados, ver sus ojos moverse nervioso tras sus parpados,  ver sus tupidas y negras pestañas rozar sus ojeras, ver sus labios templar levemente… Me sorprendía mi mismo, cuando me di cuenta que deseaba besarlos, pero sencillamente no puedo.

 Ningún ángel, sea cual sea su rango puede en realidad. Los ángeles no podemos besar, ni acariciar, ni enamorarnos de nadie, si lo hacemos nos espera un horrible desenlace.

 Poco a poco las plumas blancas de las alas se convierten en plumas negras, hasta que todas serian negras y entonces un veneno generado por el mismísimo cuerpo, entra en tu organismo, enferma tu sangre, pudre tus órganos y desase tus huesos, lo peor es que lo sientes todo.

 No quería eso, es doloroso y no hay ganas la verdad.

 Divise a lo legos las torres de bronce (donde vivan los ángeles rasos) las torres de plata (para los  ángeles mayores) y las torres de oro (obviamente para los arcángeles).

 Aterrice sobre las calles empedradas que unían a las torres. Me envolví con mis alas y cuando las guarde dentro de mi cuerpo, mi ropa cambio.  Ropa blanca y dorada.

 Suspire. Camine arrastrando los pies, y sin llegar a mirar a mis hermanos y hermanas por la calle.

 Siempre he querido hacerlos una pregunta: ¿Cómo os imagináis el cielo?

 Bueno, pues es lo más parecido a una ciudad humana de lo que os podéis creer.  Había mercados, teatros, y algún que otra tienda de ropa, en realidad quizás no somos tan diferentes.

 Metí mi mano derecha en el bolsillo de mi chaleco blanco. El cielo comenzó a teñirse de naranja y morado.

 Volví a suspirar mientras me dirigía sin mucha prisa a la torre de plata y entraba en ella.

 Aunque se le llama “torre” es más una mansión gigante, con mil habitaciones, con una biblioteca más impresionante que la que guarda la puerta negra, la verdad no recomiendo deambular por la noche, podrías perderte… no es que a mi me haya pasado, solo aviso. 

 -¡Señor!

 Me gire al reconocer la voz.

 Eva se dirija hacia mí. Eva era otra ángel de bajo rango que estaba bajo mis órdenes, militares, políticas o morales. No respondía ante nadie, solo ante mí. Como ella había dos ángeles más: Nate y Kaniel.

Kaniel es inteligente y un gran luchador, pero en guerra tiende a tener compasión y eso aunque en la vida diaria será bueno, en la guerra es fatal. Era un buen luchador, pero no era un buen soldado. Puedes saber luchar, pero para ser un soldado has de ser capaz de matar sin remordimientos y recuerdo que en la guerra lloraba mientras luchaba. Pedía perdón a los demonios a los que mataba, como si estos tuvieran alma.

 Los ángeles también lloran, creo que eso es lo que más nos une a vosotros.

 Nate me asusta. Es demasiado cruel, sanguinario y asesino. Sé que lo único que anhela es llegar a mi posición pero… me asusta que sea capaz de hacer cualquier cosa para conseguirlo. Él esta bajo mis ordenes y aunque no las discute, sé que cree que son estúpidas. Sé que piensa que mis descensos a la tierra son una estupidez, aun recuerdo lo que le susurro a Eva cuando creía que no les escuchaba, pero yo lo escucha todo. “Son humanos. Seres estúpidos que aun rezan por su salvación. Como si alguna vez hubiésemos escuchado sus voces y oído sus plegarias”

Mi Ángel Caído (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora