¡Hey! Como prometi (7 días despues de My tough boy) os dejo el prologo de esta nueva historia, que espero que les guste tanto o más que mi otra historia, y si no te gusto My tough boy espero que esta si :3
Se que el prologo es cortito que que quizas les confunda pero, esta historia tendra mucho trasfondo (aunque sera 100% Malec no se preocupen por eso xD) así que tendra misterio, intriga, algun que otro susto y bastante sangre... Soy sadica no lo puedo evitar jejejejejeje.
Espero que les guste, que voten y dejen muchos comentarios *3* Los Amo <3<3<3
¿Habéis escuchado las leyendas sobre los ángeles? Yo escuche muchas cuando era como vosotros.
Recuerdo muy poco de mi antigua vida, aunque es normal. Han pasado 1343 años desde que me convertí en un ángel.
Recuerdo que tenía una familia. Tres hermanos: Isabelle, Jace y Max. Recuerdo una madre estricta pero cariñosa: Maryse. Y un padre que no era precisamente ejemplar, pero después de todo mi pade: Robert. Y mi nombre: Alexander, que es aun el que utilizo.
Me gustaría recordar más, de verdad que sí, pero no puedo.
Aparte del recuerdo de una familia. Lo único que soy capaz de recordar con milimétrica exactitud es guerra, guerra y más guerra. Esa horrible guerra que duro 400 años.
Los ángeles la llamamos: La Guerra Mortal.
Recuerdo haber luchado en ella, recuerdo que cree armas para luchar y recuerdo unos ojos de gato.
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El aire estaba ennegrecido por el azufre y la sangre. Del cielo llovía sangre y los cuerpos de los ángeles y los demonios que luchaban en el aire.
Escuche los gritos de los mortales al ver como millones de ángeles y demonios luchaban una sangrienta guerra por todo su mundo. Vi a muchos ángeles con bajo rango, que acababan de ser convertidos de humanos a ángeles, suicidarse o dejarse matar en mitad de la batalla por que no lo soportaban. Una parte de mi los entendía.
Abrí mis alas, provocando que un rayo callera sobre mi espalda para avisar a mis hermanos que iba a emprender el vuelo.
Mis gigantescas alas blancas se abrieron, y colgando de ambas se encontraban los tres anillos de oro en forma de triangulo que dejaban claro mi rango como ángel: Un ángel mayor. Yo estaba por debajo de los grandes arcángeles y próximo en convertirme en uno de ellos, cuando todo en mi vida cambio.
Batí mis alas provocando que los pequeños demonios que corrían velozmente hacía mi, salieran despedidos por los aires y con una segunda batida de mis alas, volaron también, los demonios más grandes.
Alce el vuelo, esquivando los cadáveres que caían del cielo, y posándome en el aire durante unos segundos en el mar de destrucción y caos que era la tierra en ese momento. Los grandes edificios que habían construidos los humanos estaban hechos pedazos, derruidos y en llamas.
En la lejanía divise como una gran iglesia ardía en llamas y como los demonios devoraban las cenizas, como si disfrutaran del sabor de la madera quemada.
Vi también desde lo alto, los cadáveres mutilados de humanos siendo roídos por demonios con largas garras y colmillos tan pronunciados y afilados que salían de su boca sin control, mientras sus ojos huecos y sin alma divisaban siguientes victimas que huían despavoridas y gritando a todo pulmón.
Por fin divise lo que estaba buscando. Los Príncipes. Los hijos de los Reyes del Infierno; Asmodeo y Lilith. Se encontraban sentados en una especie de grada de teatro que estaba encima de la espada del demonio más grande que había visto, como si esto fuera un espectáculo para ellos. El demonio, que parecía un gorila deforme, con la boca que colgaba unos tres metros por debajo de su mentón (que no era nada comparado con su tamaño), estaba apoyado en sus nudillos y despedazaba a los ángeles que se acercaban a él, para ponerle fin a la eterna vida de sus señores.
Volé hacía él, y observe con terror como agarraba con dos garras que procedían de sus hombros, a un ángel y le partió en dos.
Cuando lo tirro, una de sus garras me golpeo, mandándome al suelo.
Mi espalda choco contra el suelo y me obligo a lanzar un gruñido que fue ensordecido por la mascara contra demonios que todos los ángeles llevábamos en batalla. Era parte de nuestra armadura, evitaba que los venenos o los gases tóxicos provocados por demonios nos matasen.
Sacudí la cabeza, quitándome la ceniza del pelo. Me levante y saque mi arco. Yo mismo había creado esa arma. Con ella nunca tenías fallos y era el arma más poderosa jamás creada, ya que era la primera que te garantizaba que podía matar a los Príncipes y a los Reyes.
Corrí con las alas desplegadas, alzándolas para cortar el aire y alzar de nuevo el vuelo. Batí de nuevo mis alas, elevando mi cuerpo sobre el de los demás. Esquive con éxito las garras de un demonio, y le clave en la cabeza un cuchillo. No le mate, pero aulló de dolor.
Me alce sobre los demás y lejos de la vista del demonio gigante apunte a uno de los seis príncipes.
Las dos princesas lucían unos vestidos de cueros, sobre la cabeza una especie de corona creada a partir de huesos y cuero rojo. La parte vaga de la cara (como si fueran las marcaras contra demonios que usábamos nosotros) estaba cubierta por una mascara que simulaba perfectamente la mandíbula y la nariz de un cráneo humano pintado de negro. Unido a sus vestidos, lucían una gran capa de color negro.
Los tres príncipes estaban sentados a su lado, con unos elegantes trajes de color negro, e igual que sus hermanas tenían las mismas marcaras, y las capas unidas a sus trajes, pero ellos no tenían corona.
Tense la cuerda del arco y apunte al que era El Creador. El Creador era quien creaba y daba vida a todos los demonios que existía. Si él moría, ningún nuevo demonio nacería.
Le apunte bien, dirigiendo la flecha hacía su pecho, para que se clavase justo en su corazón. Cerré un ojo para posicionar bien la flecha, y cuando estuve a punto de soltar la cuerda, me miro. Sus pupilas verticales y su iris verde-dorada me atravesaron. Abrí los ojos sorprendido al ver lo que nunca vi en un demonio de tan alto rango: Vida.
Era como si el brillo que había en sus ojos no fuera a apagarse nunca. La profundidad de sus pupilas me hipnotizo, atrayéndome de una forma implacable. Me miraba fijamente, sin maldad, sin dolor, sin pánico, sin horror, solo con curiosidad como si nunca hubiera visto un ángel de tan cerca.
El monstruoso demonio me vio y con una de sus garras me atrapo, por el dorso, mientras con la otra garra atrapaba mi cadera, e intento carpirme por la mitad, mientras me aullaba con una voz muy aguda, que casi me dejo absolutamente sordo. El príncipe se levando de su asiento y poso una mano en la sien del demonio.
La gran bestia le miro con sus cuencas llenas de sangre, como si le acabaran de sacar los ojos. La carne y el hueso se podía ver a la perfección.
-Suéltale.-Dijo al demonio mirándome y luego giro la cara para mirar al demonio. Se encogió de hombros como si se tratase de un simple capricho.
La bestia obedeció. Con la garra que su sujetaba mi cadera, me agarro las piernas y me lanzo como si fuera un muñeco de trapo.
Guarde mis alas para evitar llévame por delante a algunos de mis hermanos. Volé cortando el aire a mi paso, suplicando que ningún demonio me atrapara, ya que no podía agarrar ninguna de mis armas para defenderme.
Sentí mi espalda chocar contra el pecho de alguien. Mis ojos estuvieron cerrados todo el tiempo, esperando chocar contra algo o que algún demonio me destrozara. Abrí los ojos y me encontré con los ojos castaños de Kaniel: Un ángel menor que estaba bajo mis órdenes.
-¿Se encuentra bien Señor?-Me pregunto mientras decencia y me tendía dos cuchillos. Los agarre.
-Perfectamente.-Dije empuñándolos.
Kaniel sujeto su guadaña (otra de las armas que cree) y le corto la cabeza a un demonio de cabello negro, lacio por delante de su cara y con los ojos llorando sangre.
Mire al Príncipe del Infierno (que aunque doliera) me había salvado la vida. Seguía en su lugar con una mano sobre la sien de la gran bestia, mirándome fijamente, perdiéndonos de nuevo en los ojos del otro.
Quien me diría que llegaría a enamorarme tanto de esos ojos.
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Mi Ángel Caído (Malec)
Fiksi Penggemar¿Los ángeles son soldados? ¿Los demonios sienten? ¿Un ángel y un demonio se podrian enamorar? y si así fuera ¿Que consecuencias podría traer su amor prohibido? Tenian que habernos avisado amor... Aunque eso no hubiera cambiado nada... ¿Verdad?