Mi Ángel Caído (Malec)

Capitulo 4: El primer pecado

Hola!!! Nuevo cap ¡¡Bien!! xD 

Se que he tardado un poquito más, pero este es más largo y se que no hay mucho Malec, pero la dictadura y Balthasar son muy importantes y quiero que se vea la maldad de ese personaje *Risa perversa* xD

Espero que les guste, que dejen mucho comentarios y que voten mucho. Los Amo <3<3<3

-¡¿Dónde esta Balthasar?!-Le grite nervioso a Eva.

 Ella me miro perpleja. Acababa de llegar de la tierra y ni siquiera le había saludado, pero mi mente solo se centraba en Magnus.

 Se que si hago “eso” será perjudicial para mi salud, pero una sola vez no pasa nada, si no preguntarles a Riku y Silvia, ellos habían necesitado más de una vez para comenzar a enfermar.

 -Seguramente este en la Torre de oro, pero más allá de eso, no se donde se encuentra.

 Gire sobre mis propios talones, olvidando agradecer la información que me había dado.

 Magnus, Magnus, Magnus.

 ¡Raziel! ¡¿Dónde mierda esta Balthasar?!

 Entre en la Torre de oro con los nervios a flor de piel.

 Muchos arcángeles me miraron sorprendidos, más por mi forma de trotar que por mi solo presencia en el lugar.

 -¿Alexander?-Pregunto un arcángel.

 Miguel.

 Agarre sus hombros con fuerza y le zarandee… No me reconozco.

 -¿Dónde esta Balthasar?-Exigí.

 -Entrenando.

 -Guíame.

 Miguel tomo mi muñeca y me guio hasta la puerta de la sala de entrenamiento.

 Las puertas eran de madera de alza pintada de blanco con detalles dorados y azules. Miguel  me miro.

 -¿Qué te pasa?

 -Hormonas.-Respondí entrando en la sala.

 El sonido de las cadenas chocando las unas contra las otras era un sonido muy desagradable, pero no más desagradable que los gruñidos de Balthasar haciendo fuerza en cada movimiento.

 Atado a su brazo derecho se encontraban siete gruesas cadenas que hacia mover en el aire y golpear un poste de metal que estaba muy abollado.

 Me acerque a él con paso decidido.

 -¡Señor!-Le llamé.

 Balthasar me miro y tuve que tragarme el poco orgullo que tenía cuando me lleve el puño cerrado al corazón y me arrodille delante de él. Toco uno de mis hombros y me levante del suelo.

 -Alexander.-Dijo con su acento italiano tan marcado.

 -Señor, me gustaría pedirle un favor.

 -¿No pediste mucho cuando me pediste scendere a la tierra?-Dijo caminado en dirección a la salida mientras se despojaba de las cadenas.

 -Eso hace más de 400 años mi Señor.

 -Certo. Esta bien ¿Qué quieres?

 -Quedarme por las noches en la tierra.

 Balthasar quien había estado caminando delante de mí dándome la espalda se paro en seco… eso nunca es buena señal.

 -¿Scusa? ¿Qué acabas de decir?-Dijo girándose para que sus oscuros ojos y los míos claros se encontraran.